(Miaminews24).- En un nuevo e inesperado gesto de habilidad diplomática, Kim Jong-un ha logrado devolver a China el papel predominante que siempre tuvo en la política coreana y asegurarse su apoyo de cara a las críticas negociaciones que esperan al dictador norcoreano con su homólogo del Sur, Moon Jae-in, a finales de abril, y con su archienemigo estadounidense, Donald Trump, en mayo.
El dictador estalinista eligió Pekín como primer destino internacional -el viaje iniciado el domingo ha sido el primero que atraviesa las fronteras norcoreanas desde que accedió al poder, en 2011- y, de esa forma, a Xi Jinping como el primer dignatario al que estrecha la mano en calidad de máximo responsable: un saludo que resucita y consagra una alianza que ha pasado por altibajos recientes.
Los objetivos del viaje parecen múltiples: devolver a China el papel de facilitador necesario que ha tenido históricamente en los arreglos con Corea, ahora que los encuentros con Moon y Trump restaban protagonismo a Xi, confirmar el padrinazgo que ejerce Pekín sobre Pyongyang y también contar con su respaldo de cara a las negociaciones internacionales que emprenderá Kim en las próximas semanas. Pero, por encima de todo, mejorar unas relaciones que el año pasado pasaron por dificultades, ante la negativa de Kim a plegarse a la petición china de cesar los ensayos balísticos y nucleares que llegaron a empañar la cumbre entre Trump y Xi Jinping en Mar-o-Lago. Xi respondió con las sanciones más duras que Pyongyang había enfrentado en su historia.
El lunes y el martes, en Pekín, aquel incidente parecía olvidado a juzgar por las imágenes difundidas ayer por la prensa china y norcoreana. La visita «no oficial», mediante invitación de Xi Jinping, tenía todas las características de una visita de Estado: interminable caravana de vehículos oficiales con escolta y ambulancia, foto ante las banderas de ambos países, recepción en el Gran Palacio del Pueblo, las primeras damas de ambos países, sonrientes y relajadas, acompañando a los dirigentes y risas, confidencias, largas conversaciones, paseos y una extremada cordialidad. Los brindis del banquete oficial fueron recogidos por un amplio despliegue fotográfico del Rodong Sinmun, que también dedicó amplio espacio a las negociaciones como lo hicieron los medios chinos: las imágenes de la CCTV mostraban a dos dirigentes satisfechos, implicados y preocupados que concluyeron la visita despidiéndose con afección y prometiendo mejorar sus contactos.
«Camaradería y responsabilidad moral»
Según los medios oficiales, Xi y Kim debatieron la mejora de la situación en la península coreana y el giro diplomático iniciado por el Norte de cara a la desnuclearización. Kim fue citado por la prensa china explicando que su visita responde a la sensación de que debía informar a Xi en persona sobre los últimos acontecimientos «por camaradería y responsabilidad moral».
Ambos resaltaron sus vínculos históricos y la importancia de que su unión estratégica se mantenga intacta. Xi señaló la importancia de desarrollar las relaciones entre Pyongyang y Pekín, en lo que parece un aviso a Washington, que acaba de declarar una despiadada guerra comercial a China en forma de aranceles. «[Nuestra alianza] es una elección estratégica, la única opción correcta para ambas partes basándonos en nuestra historia y realidad, en la estructura regional e internacional y en la situación general de nuestros vínculos. Eso no debe cambiar y no cambiará por un acontecimiento en un momento determinado», dijo el dirigente chino.
O, como explicó la agencia norcoreana KCNA, «Xi Jinping remarcó que es una opción estratégica y la voluntad inquebrantable del Partido Comunista Chino y del Gobierno otorgar la debida importancia y desarrollar de forma constante la amistad entre ambos países». Eso podría resucitar, según muchos analistas, el Tratado de Amistad de 1961 que incluye una cláusula de protección mutua en caso de agresión externa: un arma a esgrimir en el caso de que no haya acuerdo con Trump, ahora que los halcones más extremos -el belicista John Bolton, partidario de un ataque preventivo, sobre el resto- pueblan los pasillos de la Casa Blanca.
¿Alivio a las sanciones?
Xi destacó la importancia de mantener «intercambios de alto nivel» entre ambos países, de desarrollar «las comunicaciones estratégicas», avanzar en el desarrollo de la paz y «cimentar la voluntad popular» de ampliar las relaciones entre Pyongyang y Pekín, en lo que podría traducirse en un posible alivio en la aplicación de sanciones de la ONU que está ahogando a Corea del Norte: el 90% de sus importaciones llegaban desde Pekín, y desde el año pasado el flujo de productos y de combustible fue congelado en respuesta a las sanciones planteadas por Trump ante la ONU.
Por su parte, Kim recordó que «nuestra posición sigue siendo el compromiso con la desnuclearización de la península, como querían el difunto presidente Kim Il-sung y el difunto secretario general Kim Jong-il». «El asunto de la desnuclearización puede ser resuelto si Corea del Sur y EEUU responden a nuestros esfuerzos con buena voluntad y crean la atmósfera de paz y estabilidad al tiempo que toman medidas progresivas y sincronizadas que faciliten la paz», añadió el norcoreano, citado por la agencia Xinhua.
La visita ultrasecreta -durante 48 horas ni siquiera la Casa Blanca pudo confirmar la identidad del alto oficial norcoreano llegado a Pekín- sólo fue confirmada una vez que Kim, su esposa Ri Sol-ju y su séquito, formado por la plana mayor de su régimen -entre ellos Choe Ryong-hae, considerado su número dos, los vicepresidentes del Comité Central del Partido de los Trabajadores, Choe Ryong Hae y Pak Kwang ho, el ministro de Exteriores Ri Yong-ho y el director del Departamento Internacional del Partido único, Ri Su Yong, entre otros altos oficiales- regresaron a Pyongyang a bordo del mismo tren especial blindado que les había llevado a Pekín: un simbólico transporte que evocaba al tren empleado por Kim Jong-il en sus viajes al extranjero (era conocido su pánico a volar) y al tren de Kim Il-sung, fundador de la dinastía. Jong-il murió a bordo de su vagón de un infarto: hoy, los transportes de ambos dictadores son exhibidos en el Palacio de Kumsusan, donde reposan los restos momificados de los dos líderes.
Con información de EM.
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