(Miaminews24).- Otra vez Jorge Sampaoli estuvo en la cancha para ver cómo Lautaro Martínez se despachaba con tres goles. Al igual que contra Huracán, por la Superliga, anoche, frente a Cruzeiro en un partido correspondiente a la Copa Libertadores, este pibe que asombra cada vez que entra en acción con la camiseta de Racing volvió a darle pruebas al técnico de la Selección argentina de que su presente merece un lugar en el Mundial. ¿El entrenador necesitará más pruebas para convencerse y hacerle un lugar en la lista de viajeros a Rusia?
Ese interrogante sólo puede ser develado por Sampa. De hecho, depende pura y exclusivamente de lo que el DT crea que pueda serle útil al Seleccionado, del tipo de delanteros con que quiera contar en la Copa del Mundo, de la cantidad de jugadores de ese puesto que pretenda incluir entre los 23 que dirán presente en ese certamen. Porque no existe margen para la duda de que a Sampaoli le tiene que gustar cómo juega Lautaro Martínez. No puede no gustarle, nos gusta a todos… Sería imperdonable que el casildense se resista a los encantos de este fantástico atacante que es de lo mejor que se ha visto en las canchas de nuestro país en mucho tiempo.
Así como en la víspera de Argentina `78 Diego Maradona frotaba la lámpara en Argentinos Juniors, como en la previa de Estados Unidos 1994 Ariel Ortega gambeteaba a cuanto marcador intentara oponerse a su mágica habilidad con la camiseta de River; como antes de Japón-Corea del Sur 2002 Javier Saviola había hecho estragos de todas las defensas que se le cruzaban a los millonarios en el camino y había dado el gran salto a Barcelona, y Juan Román Riquelme se llevaba todos los aplausos por su precoz sabiduría para manejar los hilos de Boca; tal como Sergio Agüero ya había dejado anudado a Diego Crosa en un clásico entre Independiente y Racing antes de Alemania 2006, hoy Lautaro Martínez es una joya que la Selección debe lucir. No puede permitirse el error de guardarlo pensando en el futuro, en que su juventud le otorga tiempo para pulirse más y deslumbrar todavía con mayor intensidad. Es ahora. En realidad, en junio. Y en Rusia.
César Luis Menotti prefirió insólitamente a José Daniel Valencia en lugar de a Diego, incluso habiendo tenido que aceptar que le impusieran en la lista a Norberto Alonso. Marcelo Bielsa se escudó en que, desde su óptica, Saviola era centrodelantero y que para esa posición tenía a Gabriel Batistuta y Hernán Crespo, pese a que el Conejito estaba acostumbrado a ir por los costados acompañando a un 9 neto. El Loco también había despreciado a Riquelme, quizás inútil para ese juego vertiginoso en el que todos atacaban frenéticamente pero no se tomaban un segundo para pensar si lo hacían bien. José Pekerman optó por Saviola, Crespo, Carlos Tevez y Lionel Messi, todos plenamente justificados, pero en lugar del Kun Agüero citó a Julio Cruz y Rodrigo Palacio… Sólo Alfio Basile tuvo la lucidez necesaria para comprender que el Burrito Ortega aportaba una frescura que otros jugadores más experimentados no eran capaces de asegurar.
Hoy este bahiense de 20 años que subyuga a los hinchas de Racing impone su fútbol con la misma contundencia que Diego, el Burrito, el Conejito, Román y el Kun. No es posible no advertir esa situación. Se puede decir que compite con Gonzalo Higuaín, el propio Agüero y Mauro Icardi. Incluso Carlos Tevez -apoyado por una prensa acostumbrada a aplaudirle todo- se autopostuló. Son muchos. Demasiados si se incluyera entre los candidatos a Paulo Dybala (podría ser visto como un mediapunta y no como un delantero hecho y derecho) y a Darío Benedetto, quien se está reponiendo de una lesión y los tiempos parecen no jugar a su favor.
Todos los aspirantes a obtener el boleto mundialista tienen sus méritos. El Pipa hace goles en Juventus, el Kun hace goles en Manchester City, Icardi hace goles en Inter… Hasta Carlitos está empezando a tener el peso específico en Boca que puede esperarse de un jugador como él sin necesidad de operaciones mediáticas… Pero Lautaro genera algo que hacía mucho que no se veía en un fútbol argentino.
Todavía posee la frescura para, una vez terminado el partido que Racing le ganó 4-2 a Cruzeiro en Avellaneda, admitir que no había quedado conforme con su nivel. «No me gustó el partido que hice. Perdí pelotas fáciles», admitió insólitamente antes de llevarse la pelota con la que había perforado tres veces el arco de Rafael.
Si a pesar de su juventud tiene la lucidez para entender que, aunque todas las miradas estaban posadas en él por su faena goleadora, nadie había reparado en que el primer tanto del equipo brasileño nació de una pelota que perdió justamente el propio Martínez, quiere decir que es mucho más que un pibe que juega bien. Y la Selección no puede -ni debe- perdérselo.
https://youtu.be/Skn-Ytsw9s8
Con información de LP.
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