(Miaminews24).- Billy Graham, sacerdote evangélico del sur de Estados Unidos, talento pionero en mezclar religión y televisión, se convirtió en la mayor figura religiosa en la historia del país. Creció en una granja. Su idea del cielo era jugar al béisbol y cortejar a las chicas.
En cambio, se hizo famoso por convertirse en el párroco de los presidentes estadounidenses y en gran predicador internacional.
Durante más de 60 años, llevó con sus viajes el mensaje de Jesucristo a más de 84 millones de personas en casi 60 países diferentes.
Incluso a feligreses cuyos hogares se encontraban detrás del Telón de Acero. A estas personas que le vieron en estadios, hay que añadir los que le escucharon vía satélite, en total más de 210 millones de personas en 185 países diferentes.
Siempre Billy, nunca sacerdote Graham, humilde, pero con un enorme talento para los medios de comunicación, optó por un lenguaje llano y simple.
Prefirió siempre los grandes estadios antes que las iglesias, donde había más capacidad de aforo para que sus palabras llegasen al mayor número de personas.
Se convirtió en el capellán no oficial de la Casa Blanca. Siempre invitado a las ceremonias de la toma de posesión entre 1965 y 2005, ofreció guía espiritual a los presidentes.
Y, en ocasiones, consejo político a líderes republicanos y demócratas. Su cercanía a los diferentes inquilinos del despacho oval no estuvo exenta de polémica.
Se negó a criticar al presidente demócrata Lyndon B. Johnson por su gestión de la Guerra de Vietnam y defendió al presidente republicano Richard Nixon durante el escándalo del Watergate.
Con información de EM.
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