Un tiroteo a la semana en escuelas de Estados Unidos

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(Miaminews24).- Es una tradición. El elemento en común es el perpetrador: una persona con problemas psicológicos, que había dado muestras de un comportamiento inestable. Pero el escenario cambia.

En los últimos cuatro meses ha sido un concierto de música country, una iglesia, y, ahora, un instituto. Antes fue una discoteca (2016), otra iglesia (2015), un cine (2012), una escuela de primaria (2012), un templo sij (2012), y una universidad (2007 y 2014).

Siempre en lugares públicos. El desenlace suele ser el suicidio del asesino, aunque con algunas excepciones. La tradición de los asesinatos en masa en Estados Unidos.

El de Parkland, el jueves, se encuadra en ese grupo, con 17 muertos cuando Nik Cruz entró con un AR-15 en el instituto de Secundaria Marjorie Stoneman Douglas, cerca de Miami. Dentro de los asesinatos en masa, pertenece a la categoría de los que se perpetran en escuelas. No es un grupo pequeño.

En Estados Unidos hay muchos institutos que han puesto detectores de metales a la puerta, para que los niños no lleven la ametralladora a clase.

Las cifras exactas de los incidentes armados en los colegios estadounidenses son difíciles de determinar, porque desde 1995 el Congreso de ese país ha prohibido la creación de ningún registro nacional de muertes por arma de fuego. Pero el Archivo Contra la Violencia de las Armas de Fuego ha contabilizado 239 tiroteos en escuelas y universidades desde el 14 de diciembre de 2012.

Ése es el día en el que Adam Lanza asesinó a su madre, a seis adultos, y a 20 niños de entre seis y siete años antes de suicidarse en la Escuela Primaria de Newtown, en Massachusetts, a las afueras de la ciudad de Nueva York. Nunca pasa nada, y no va a pasar nada después de esta matanza.

El presidente de EEUU, Donald Trump, se limitó a aconsejar a los niños de EEUU que pidan ayuda a los adultos si se sienten «perdidos, solos, confundidos, o incluso asustados».

Es un tiroteo en una escuela cada siete días y 13 horas. Más de cuatro al mes, sin descontar festivos, días no lectivos, ni vacaciones. En 2018 puede que esos récords salten por los aires. En los primeros 23 días del año hubo 11 incidentes con armas de fuego. Solo el 23 de enero, un estudiante asesinó a dos compañeros e hirió a otros 15 en una escuela de Kentucky.

El criterio del Archivo Contra las Violencia de las Armas de Fuego es riguroso: solo cuentan incidentes que se han dado en terreno del centro académico durante horas lectivas o de actividades extracurriculares, y en los que haya habido muertos o heridos por bala. Si alguien se corta un cristal que salta por los aires como consecuencia de un balazo, no es contabilizado.

En las escuelas estadounidenses los ‘lockdown’, es decir, simulaciones en las que los estudiantes actúan como si se produjera un incendio o una matanza, son habituales. En Sandy Hook, algunos niños pensaron que cuando Lanza entró asesinando a la gente se trataba, precisamente, de un ensayo.

Un tiroteo a la semana no suena a tanto cuando se habla de un país en el que hay alrededor de 143.000 centros académicos, según las estadísticas del Gobierno. Aun así, es una cantidad considerable.

Aunque hay que tener en cuenta otro factor: en Estados Unidos hay, al menos, tantas armas como personas, y 22 millones de niños -exactamente, uno de cada tres- viven en una casa en la que hay armas de juego, según un estudio realizado en 2000 por el think tank RAND, uno de los más influyentes del país. Hasta ahora, la víctima más joven, aparte de las de Newtown, se llamaba Kayla Rolland, y tenía seis años cuando el 29 de febrero de 2000, Dedrick Darnell Owens, cuyos padres eran adictos al crack -una droga que se extrae de la coca y es mucho más devastadora-, cogió una pistola de su casa y se acercó a ella en un intercambio de clases en su escuela de Michigan. Owens, que había intentado besar a Rolland el día anterior, le dijo: «No me caes bien». Y le disparó a bocajarro en el pecho.

Fuente: El Mundo