(Miaminews24).- La palabra reconstrucción está alcanzando una dudosa reputación en esta zona. El último que quiere apartarse de ellas es Starlin Castro, quien parece haber sacado una página del libro de Giancarlo Stanton: ha pasado por ella y no quiere atravesar otra, y muchos como nuevo miembro de los Marlins.
De acuerdo con el prestigioso periodista Ken Rosenthal, el segunda base dominicano quiere evitar «ser parte de otro proceso de reconstrucción como el que viviera con los Cachorros de Chicago», algo que evidentemente no ha olvidado.
Para Castro debe ser doblemente doloroso el momento, pues su llegada a Miami se produce justo cuando su antiguo club, los Yankees de Nueva York, se aprestan a conquistar el techo de las Grandes Ligas.
Tras quedarse a un juego de llegar a la Serie Mundial, los mulos calentaron el invierno al ser partícipes de un canje que desembarcó a Stanton en La Gran Manzana y envió a La Pequeña Habana a dos prospectos y Castro.
En pocas palabras, al dominicano le cerraron las puertas de un futuro festín y posiblemente una nueva dinastía en el Bronx y lo mandaron a una especie de Siberia del béisbol, cuyos planes despiertan dudas y suspicacias.
Castro no está solo en el banco de los molestos. Se conoce que tanto como Christian Yelich y J.T. Realmuto, los dos peloteros más prominentes que permanecen del desgarrado núcleo joven, también le hicieron saber al equipo su malestar por las medidas iniciales del nuevo grupo de propietarios.
Castro, que inicialmente estaba contemplado para sustituir al también canjeado Dee Gordon, ganará $11 millones en el 2018 y $12 millones en el 2019, con una opción para el 2020. De modo que los peces terminarían pagando una suma similar a la acordada con su ex camarero que pasó a los Marineros de Seattle.
El dominicano ya suma cuatro selecciones al Juego de las Estrellas y en las últimas dos temporadas conectó para .283/.317/.442 con los Yankees, un equipo que mira con esperanza al futuro inmediato y no como los Marlins que contemplan el futuro a secas y al menos a una reconstrucción.
Fuente: Miami Herald