(Miaminews24).- Se barruntaba, se temía y, desgraciadamente para Andy Murray, se confirmó. El escocés, uno de los referentes del circuito en la última década, no participará en el Open de Australia que arranca el próximo día 15 debido a una lesión de cadera que le trae por el camino de la amarguradesde hace meses. Murray, de 30 años, no ha podido competir desde el pasado mes de julio, cuando cedió en los cuartos de Wimbledon y estaba ya muy lastrado por el citado problema.
La organización del grande australiano certificó este jueves la ausencia del británico, ganador de tres grandes –Wimbledon 2013 y 2016, y el US Open 2012– y defensor del número uno durante 41 semanas consecutivas, entre 2016 y 2017. “Por desgracia, no jugaré en Melbourne este año. Aún no estoy aún preparado para competir”, afirmó el tenista en un comunicado; “volveré a casa en breve para valorar todas las opciones, pero agradezco los mensajes de apoyo y espero estar pronto de vuelta en la pista”.
Recientemente, Murray disputó una exhibición en Abu Dabi como un primer paso hacia su reinserción en el tour, pero las sensaciones no fueron positivas. Perdió contra el castellonense Roberto Bautista (6-2) y no se le vio en ningún momento cómodo, exhibiendo problemas para desplazarse y un evidente anquilosamiento en todos sus movimientos. Luego, en teoría, debería haber jugado en Brisbane, pero la renuncia ya invitaba a pensar en que el contratiempo continuaba siendo mayor.
De tal grado que le forzó a detenerse la mitad del curso pasado. No estuvo presente en la gira veraniega sobre cemento ni en Nueva York, y después tampoco asistió al US Open ni la Copa de Maestros. Desde entonces, su descenso en el listado ha sido progresivo y actualmente figura en el puesto 16, muy lejos de donde debería un jugador de su magnitud, ganador de 45 títulos individuales y capaz de inmiscuirse en la hegemonía de Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic.
La disyuntiva: un tratamiento conservador o el quirófano
Sin embargo, el presente del escocés (1,91 y 84 kilos) es desesperante. Después del parón, del arduo trabajo en la rehabilitación y de haber completado la pretemporada en Miami, no se ve capaz de competir. Hoy día, su carrera deportiva se ha adentrado en un túnel del que no es sencillo salir. Por el momento regresará a Londres, donde reside, y meditará si pasa por el quirófano para reparar la cadera derecha o bien apuesta por seguir con un tratamiento conservador. En el caso de que adopte la primera decisión, su desaparición de julio hasta ahora se interpretará como un periodo de tiempo perdido. Además, el propio Murray reconocía hace solo tres días que con la cirugía, “las posibilidades de un resultado exitoso no son tan altas como me gustaría, por lo que se había convertido en una opción secundaria”.
Un campeón eminentemente físico
“Andy, te echamos de menos y esperamos verte pronto de vuelta. Que te mejores amigo”, le dedicaba Nadal, otro buen conocedor de los sinsabores de las lesiones, en una lidia permanente con el dolor. “Estoy muy triste por la situación que está atravesando Andy. Lo vi en Wimbledon luchando y obviamente, desde ahí no ha vuelto a ser el mismo… No sé qué va a hacer, porque no soy un experto en esas situaciones, pero le deseo mucha suerte para que esté bien cuanto antes”, agregó el bad boy, quien, no obstante, algo sí sabe del asunto, puesto que él también padeció problemas con la cadera.
“Es una lesión muy incómoda. Para un jugador que se mueve mucho en la pista le afecta más que a uno estático, y creo que Murray es de los que más se mueve jugando. Hasta que no se recupere al 100% no regresará, ya que si quiere volver a llegar a la cima de este deporte tiene que estar sano”, continuó Kyrgios, el 21 del mundo, aportando una de las claves: los éxitos del británico se han fraguado en buena medida, más allá de su incuestionable inteligencia táctica y su progresión técnica, a partir de un despliegue físico fuera de serie.
Por lo tanto, Murray se encuentra ahora mismo en la encrucijada. Debe decidir qué hacer, con el consiguiente peaje de su decisión, que no es otro que perder el tren de cabeza y continuar en la reserva mientras los jóvenes talentos van llegando y el curso del circuito sigue fluyendo. Esa es la realidad para el escocés, ahora en malos días.
Con información de Reuters.
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