(Miaminews24).- El huracán María partió en dos la vida diaria en Puerto Rico, pero no ha detenido los delitos y crímenes, convertidos en una plaga en la isla que ya llevaba largo tiempo azotada por problemas económicos y por la pobreza.
En el tranquilo barrio de Río Piedras, Jessica Rojas trabajaba esta semana en un restaurante Subway cuando dos jóvenes vestidos de negro irrumpieron violentamente por la puerta pidiendo dinero a gritos.
“¡Esto es un asalto!”, dijo uno de ellos
Rojas alertó a un policía que estaba fuera de servicio y trabajaba como guardia de seguridad y de inmediato se desató una balacera. Rojas se lanzó al suelo, mientras uno de los ladrones resultó gravemente herido y el otro escapó. Un hombre que estaba con su esposa en el local recibió un balazo.
“La cosa está muy mala”, dijo Rojas, de 42 años, que antes había vivido en Hollywood, Florida. “No es fácil vivir sin agua y sin luz. Me parece que todo eso está dándole a la gente motivos para robar. Y se está poniendo cada día peor. Necesitamos más policías”.
Más de un mes después que el huracán María devastara la isla, la abrumada fuerza policial de Puerto Rico (que apenas cuenta con 13,000 agentes) está pasándola negra para controlar los delitos, ahora trabajando más horas, enfrentada a delincuentes endurecidos y sin escrúpulos y con las calles sumidas en una oscuridad total.
“Ahora es más fácil entrar en una casa o en un negocio. No hay alarmas, ni sistemas de teléfonos. Todo está oscuro. Los maleantes están aprovechando la tremenda crisis que vive Puerto Rico”, dijo el agente Heriberto Soto, durante una patrulla nocturna donde debió atender llamadas por un robo con disparos, un desamparado robando el cobre de los cables eléctricos caidos y una persecución a alta velocidad de sospechosos armados.
Fuente: El Nuevo Herald
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