(Miaminews24).- Washington no está siendo lo que esperaban la hija predilecta del presidente Donald Trump, Ivanka, y su marido, Jared Kushner, cuando dejaron su espectacular ático del Upper East Side neoyorquino y su exclusivo círculo empresarial de Manhattan.
La pareja se instaló en la capital estadounidense tras la investidura de Trump en enero, pero la emoción inicial se convirtió pronto en decepción: se sienten rechazados por la elite política e incapaces de moderar al presidente.
La ciudad «deshincha su autoestima cada día», comentó un amigo neoyorquino de la pareja a la revista Vanity Fair, que esta semana publica un revelador artículo titulado «Exiliados en la Avenida Pensilvania: Cómo Jared e Ivanka fueron repelidos por la elite de Washington».
El exhaustivo relato se basa en conversaciones con otros asesores de la Casa Blanca, amigos personales del matrimonio y otras personas cercanas al clan Trump.
Su posición como los asesores más cercanos de un presidente con récord de impopularidad les está pasando factura no solo a la hora de encontrar su sitio en la capital, sino también entre sus amistades neoyorquinas.
Kushner, que viene de una prominente familia demócrata, llegó a hablar en una entrevista de «exfoliación» de aquellos que no apoyan que trabaje para el presidente Trump
Algunos de sus millonarios amigos progresistas de Manhattan se distanciaron de ellos desde su mudanza a Washington, pero otros confiaban en que la joven pareja cumpliera la promesa de ser «una fuerza moderadora» del explosivo presidente.
Sin embargo, incluso los propios Ivanka y Jared están frustrados por no haber podido evitar que Trump tome medidas como la salida del Acuerdo de París contra el cambio climático o la prohibición de que las personas transexuales sirvan en las Fuerzas Armadas.
La constatación definitiva de que la pareja no puede controlar al presidente fue, para muchos, su respuesta tras la violencia racista en Charlottesville (Virginia) el pasado 12 de agosto.
Trump recibió una ola de críticas, incluso desde su propio partido, por decir que hubo violencia «en muchos lados» y defender, días después, que en la concentración supremacista también había «muy buena gente»
Aunque Ivanka sí condenó en su Twitter «el racismo, la supremacía blanca y los neonazis», su incapacidad para hacer que su padre mantuviera una condena inequívoca a estos grupos representó para muchos en Washington «el fin del mito» de la pareja como fuerza cosmopolita y moderada.
A esto se suma la presión por la investigación sobre los posibles vínculos de la campaña de Trump con el Kremlin para favorecer al magnate, unas pesquisas por las que Kushner ya tuvo que comparecer ante el Congreso.
También duelen a la pareja las recurrentes críticas cada vez que Ivanka participa en una reunión de su padre con mandatarios extranjeros o que, como en la cumbre del G-20 en Alemania en julio, ocupa su asiento si se ausenta.
Ese tipo de gestos son los normales de un asesor de su categoría, pero suscitan críticas de nepotismo al tratarse de la hija del presidente.
Fuente: EFE
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