Encíclica papal pide revolución cultural para salvar planeta

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El papa Francisco pidió el jueves una audaz revolución cultural para corregir lo que describió como un sistema económico «estructuralmente perverso» donde los ricos explotan a los pobres y convierte la Tierra en un «inmenso montón de porquería».

 

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Francisco señaló que el cambio climático es una crisis moral que debe atenderse de manera urgente.

En un amplio manifiesto que espera tenga efecto en las negociaciones climáticas de la ONU, la política nacional y la vida cotidiana, Francisco explicó aspectos de la ciencia sobre el calentamiento global, un fenómeno que atribuyó a un modelo industrial injusto y basado en los combustibles fósiles que daña sobre todo a los pobres. En su documento citó las escrituras, a pontífices pasados y textos de obispos, y pidió a la gente de distinta confesión o aconfesional que experimente un despertar para salvar la creación divina para las futuras generaciones.

El texto critica a las grandes empresas y a los escépticos del cambio climático.

«No basta con equilibrar a medias la protección de la naturaleza con las ganancias financieras o la conservación del medio ambiente con el progreso», escribió. «Las medidas a medias simplemente retrasan el desastre inevitable. Simplificando, es una cuestión de redefinir nuestro concepto de progreso».

Científicos ambientalistas creen que el documento, la primera encíclica sobre el medio ambiente, podría tener un efecto drástico en el debate sobre el clima, al sumar la autoridad moral del muy popular Francisco a un asunto que durante años se ha debatido sólo en términos científicos, económicos y políticos.

«Este documento debe guiar al mundo hacia un acuerdo climático universal sólido y durable en París a fin de este año», dijo Christiana Figueres, la principal funcionaria climática de la ONU. «Aunado a la imperativa económica, la imperativa moral no deja dudas de que debemos atender el cambio climatológico ahora».

Los datos científicos respaldaron las preocupaciones de Francisco. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos dio a conocer el jueves que el mes pasado fue el mayo más caliente en el mundo en 136 años de registros. Además, los primeros cinco meses de 2015 conforman, por mucho, el año más caliente que se tiene documentado, con efectos sumamente reales: en India han muerto unas 2.200 personas a causa de la ola de calor.

La encíclica podría «cambiar la forma en la que la gente piensa en esto», indicó Veerabhadran Ramanathan, científico en la Institución Scripps de Oceanografía, que ha informado al papa sobre temas de clima.

«Ya no es política», señaló, indicando que a la gente suele resultarle difícil comprender conceptos científicos, pero responde a argumentos enmarcados en la moral y la ética.

El momento para publicar la encíclica tuvo una intensión: Los países de todo el mundo se reunirán en París a final del año para intentar llegar a un acuerdo para reducir los gases de efecto invernadero. Algunos expertos aseguran que podría ser la última oportunidad del planeta para evitar una nueva marca de calentamiento global: Un aumento de 1,1 grado Celsius (2 grados Fahrenheit) de la temperatura actual.

Ninguna encíclica ha generado tanta atención, incluso después de ser filtrada. En Twitter, la etiqueta #LaudatoSi era tendencia el jueves.

La encíclica se refiere a la deforestación de la Amazonía, el deshielo de los glaciares árticos y la muerte de arrecifes de coral, y critica a los «obstruccionistas» escépticos climáticos que «parecen más preocupados de enmascarar los problemas u ocultar sus síntomas». Y culpa a los políticos de atender más a los intereses de la industria del petróleo que a las escrituras o al sentido común.

También elogia el estilo sencillo por el que se le conoce, rechazando el aire acondicionado y las urbanizaciones cerradas en favor de coches compartidos, reciclaje y la cercanía con los pobres y marginados. El papa pide políticas valientes, radicales y a largo plazo para que el suministro eléctrico del mundo haga una transición de los combustibles fósiles a energías renovables, y señala que la compraventa de créditos de emisiones de dióxido de carbono no resolverá el problema, y es sólo «un ardid que permite mantener el consumo excesivo de algunos países y sectores».

«Nadie propone volver a la Edad de Piedra, pero sí debemos frenar y mirar a la realidad de forma diferente, apropiarnos del progreso positivo y sostenible que se ha hecho, pero también recuperar los valores y los grandes objetivos arrollados por nuestros desatados delirios de grandeza», escribió Francisco.