(Miaminews24).- Ayer fue uno de esos días que te enamoran cuando de hablar de moda se trata. Fueron doce horas de desfiles, uno tras otro… cada uno de ellos (con excepción de Jeremy Scott) más y más mágicos, superando uno a uno al anterior.
La mañana comenzó́ con “The Row”(de las gemelas Olsen, sí!! las niñas de “Full House”) seguido por María Cornejo. Ambas casas creativas presentaron colecciones alejadas de la tendencia del momento. The Row fue muy Zen. Muy estructural. El uso de colores blancos y negros predominó en ropa con sencillez en su “decor”, con una alusión al uso del delantal como vestido de noche combinándolo con pantalones muy finitos en su taller, la colección transmite paz. Por su parte María Cornejo, mostró una colección celestial, llena de colores blancos y vestidos que flotaban en la pasarela.
Luego vino Carolina Herrera!!!, la eterna emperatriz de la moda de New York, celebró su aniversario número treinta y cinco en el negocio, haciendo alarde de la mejor manera, de su indiscutible importancia, y lo hace re-inventado la personalidad de su marca. Con un glamur muy fresco presentó vestidos de lujo hechos en jean, hechos en seda, hechos en kakis, mezclados con brocados de flores (uno de los más sublimes a mi criterio) así́ como otros de patrones de rayas verticales y otros de guingán con corbatines de hombre. Innovo pero fue ella.
Aparece entonces Jeremy Scott, con una inspiración ochentosa bastante kitsch. Y a sabiendas que todo el mundo que tiene algún tipo de relación con la moda en la ciudad de New York estaba ahí, se puede decir que esta invitación/integración masiva hecha por la marca es de lo que se trata la nueva era en la moda … En lo personal siento que más que un desfile de moda fue un show, por cierto nada innovador, presentando un producto, nada innovador, hecho para el consumo de las víctimas de la moda y para nada dirigido a los grandes conocedores del rubro. Pues si bien aun si creo que los diseñadores deben innovar y evolucionar manteniéndose fieles a su historia…, ya lo de Jeremy Scott es aburrido y creo que su falta de innovación y lo repetitivas que han vuelto sus últimas colecciones (diferentes temas, misma ejecución) aunadas al ambiente que ofreció su show, podrían calificarse como algo poco exclusivo, nada especial.
Hablando de mantener la historia en la identidad de la colección debemos acotar que Oscar de la Renta hizo eso. Esta ultima colección, la final antes de la nueva administración creativa que será́ presidida por Fernando García y Laura Kim (Monse), mostró como cada pieza tenía una similitud a piezas mostradas en la antigüedad de la marca. La dirección creativa de este ultimo capitulo antes del cambio fue una re- interpretación de los archivos de esta gran casa de moda. No fue mala, no fue aburrida, sin duda dio un sentimiento de cierre/despedida a un momento que no fue tan bueno y le genera un lienzo en blanco totalmente virgen a sus nuevos creativos.
Por fin toca hablar del campeón de la noche y tal vez del campeón de esta semana de la moda. Tom Browne, conocido por sus shows irreverentes, avant garde, siempre un tanto sombríos, nos ha sorprendido con la antítesis de sus ideas pasadas, pero fiel a su identidad como un diseñador de pautas, de impacto y de tendencias. Recibiendo a sus invitados en un escenario que asemejaba a una piscina de algún hotel fabuloso en Palm Beach, durante el fin de los años cincuenta con el cliché de las surreales «Stepford Wives” que de seguro lo frecuentarían, Browne dejó a la industria boquiabierta. Las modelos que estaban ya presentes a la hora de empezar el show (por cierto y genial!!!, no había wifi para evitar ese efecto inmediato e invidente de las redes sociales) vestidas con abrigos voluminosos con aplicaciones de flores, estampados brillantes y sombrerillos tipo de bañadores de esa época, …, de repente y de manera ordenada, a la hora de empezar se formaron y comenzaron a quitar la ropa (no de una forma sensual, mas bien y en todo caso parecía una especia de formación militar por la coordinación) revelando vestidos al talle de colores blanco, negros y de colores pasteles (muy country club) con un estilo muy formal y muy “fresa”. Los trajes eran piezas enteras cuyos estampados eran los que diferenciaban las partes de un traje, una chaqueta con una falda, un tux pero no en piezas separas, todas estampas ilusorias unificadas en un solo vestido. Imaginasen un vestido blanco donde el diseñador pintó (creo el textil en este caso) en una dimensión exacta un traje en el. No habían piezas por separados, era un todo en uno. Esto se convirtió en la máxima representación de arte que la moda ha visto en un buen tiempo. Muy pop sí, muy divertido y muy intricado indudablemente en su elaboración. Si me preguntan si lo usaría le respuesta es sí!!.
El día finalizó con Proenza Schouler. Jack McCollough y Lazaro Hernandez declararon a la prensa que querían hacer algo similar a lo por lo cual la gente los ha aclamado con un sentimiento de frescura. En realidad ese es el deber ser de la moda, de lo contrario nadie compraría lo nuevo. Y resultó en un triunfo al lograrlo con tanta elegancia y con un trabajo que eleva la barra en la ejecución del atuendo. Desde tejidos de cuero muy finos entrelazados para crear vestido al talle, al uso de plumas de avestruz intercaladas, generando un efecto de tablero de dominó en el torso cayendo en deshiles de las mismas generando un efecto de falda y camisa (muy sport, muy fresco) siendo una sola pieza. Los diseñadores consiguieron el lujo, con técnicas dignas de la alta costura permitiendo imágenes frescas y comerciales con una ejecución digna, muy pensada y elaborada.
Por lo mencionado decimos que fue un día de ensueño. Lo malo no fue malo. Los clásicos fueron elegantes, innovadores o por lo mínimo elegantes. Quienes no tienden a seguir tendencias ofrecieron variedad, frescura y tranquilidad. Todos en shows especiales, pensados en generar experiencias, sentimientos y por ende recuerdos.
Por: Gabriela Ramos
Miaminews24