El precio de los viajes subió enormemente después de haber terminado el partido del Super Bowl el domingo por la noche —un viaje de ida a South Beach desde Miami Gardens llegó a costar $335 por un UberXL a las 11:30 p.m. — pero los fanáticos que salían del Hard Rock Stadium no se sentían molestos por ello.
Lo que sí les irritaba era la caminata, la confusión y la falta de vehículos para satisfacer la demanda.
Tras conocer que había dificultades con la información sobre dónde debían esperar por los taxis y servicios de viajes como Uber y Lyft, los fanáticos llenaron la calle 199 del noroeste —la larga arteria que corre de este a oeste del lado sur del estadio— y debieron esperar más de una hora para poder tomar el auto que los llevaría a la casa.
El servicio de viajes que prestó Uber luego que los Kansas City Chiefs derrotaran a los San Francisco 49ers en un juego épico recibió reseñas tan negativas que la compañía dio a conocer una declaración donde criticaba la organización del evento que hizo el Hard Rock Stadium.
Mientras se le pedía a los conductores que se encontraran con los fanáticos en un lote específico, el número 15, los agentes de la policía le dijeron a los confundidos visitantes que en su lugar caminaran unos 15 minutos hasta el estacionamiento de una tienda Walmart ubicada en la avenida 27 del noroeste donde, según dijeron, les sería más fácil poder hallar a los conductores.
A otros se les dijo que esperaran pacientemente en el lote. Casi dos horas después de haberse terminado el partido, los conductores de Uber y Lyft y los taxistas pudieron tener acceso a la calle 199 del NW, y estacionar junto a la acera.
Will Perry, fanático de Kansas City que vive en Dallas, dijo que era responsabilidad de la ciudad anfitriona del evento asegurar que los fanáticos tuvieran una forma conveniente de salir del estadio.
Perry, que alquiló un Airbnb en Doral, dijo que los fanáticos que asistieron al Super Bowl podían pagar $100 por un viaje de Uber, pero si al conductor le tomaba más de una hora en llegar, entonces eso sí era un problema.
“A la gente no le importa pagar el precio si puede encontrar cómo volver a la casa”, dijo Perry.
Perry compró y disfrutó un puro que le costó $50 y se acomodó su sombrero de vaquero mientras esperaba que la muchedumbre se dispersara y las calles quedaran limpias al tráfico.
“Cuando la gente salió del juego, la realidad la golpeó”, dijo.
“No se trata solo de llegar aquí, sino de salir”, agregó. “Si hubiera un buen sistema de trenes, la gente lo tomaría”.
El Metrorail no llega tan al norte como para darle servicio a Miami Gardens.
El Condado Miami-Dade asignó siete autobuses adicionales cerca del estadio y otros cuatro un poco más lejos, pero la mayoría de los fanáticos ignoraban que tenían una alternativa más barata que tomar un Uber o un taxi.
“Nuestro plan era hacer viajes extras en estas rutas después que el juego hubiese finalizado, para de este modo asegurar que todos los fanáticos y empleados del estadio que decidieran viajar en transporte público quedaran satisfechos”, dijo Alice Bravo, directora de Transporte y Trabajos Públicos del Condado Miami-Dade .
Al filo de las 2 a.m., la mayoría de los fanáticos ya habían encontrado el camino de regreso a la casa. O, por lo menos, un auto que los llevara a su destino.
Fuente: mimaidiario.com