Sadio Mané es quizá el jugador del tridente del Liverpool que menos protagonismo suele tener en los medios deportivos. Sin embargo, es tan bueno (o mejor en muchos casos) que Mohamed Salah o Roberto Firmino. El extremo está a un gran nivel y prueba de ello son los ocho goles y dos asistencias que lleva esta temporada en los once encuentros que ha disputado, por no mencionar la Champions League que levantó hace unos meses.
Pero el jugador del Liverpool, estrella mundial y humilde al mismo tiempo, ha confesado que no está interesado en los lujos propios de la vida de un futbolista y que lo que le importa es ayudar a la gente. El senegalés considera que no necesita tener muchos coches, relojes o aviones para ser feliz, consciente de sus orígenes, tal y como dijo en TeleDakar hace unos días:
«¿Para qué quiero diez Ferraris, veinte relojes con diamantes y dos aviones? ¿Qué haría eso por el mundo? Yo pasé hambre, trabajé en el campo, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy puedo ayudar a la gente. Prefiero construir escuelas y dar comida o ropa a la gente pobre».