El laborista, Jeremy Corbyn, anunció el día de hoy su ruptura de las negociaciones con el gobierno de la conservadora, Theresa May. La primera ministra y el político de izquierda, habían iniciado negociaciones hace seis semanas atrás para alcanzar un acuerdo sobre el Brexit, sin embargo esto culminó por »la creciente debilidad e inestabilidad”.
El líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, ha cerrado definitivamente la puerta a un acuerdo sobre el Brexit con el Gobierno conservador. En una carta remitida a Theresa May, que se ha hecho pública este viernes, Corbyn asegura que «las conversaciones han llegado todo lo lejos que podían llegar» pero que ha llegado el momento de poner punto final.
Pese a que en todo momento se han mantenido las formas, pocos apostaban por el éxito de este esfuerzo. May presentó a sus homólogos comunitarios esta baza como el factor de cambio que justificaba una nueva prórroga en la fecha del Brexit, pero había demasiados obstáculos, políticos, estratégicos y partidistas, como para que el diálogo entre conservadores y laboristas llegara a buen puerto.
«Ha quedado claro que, aunque en algunas áreas el compromiso ha sido posible, hemos sido incapaces de tender puentes en las brechas políticas más importantes que nos separan», ha escrito Corbyn. Los principales puntos de discrepancia tenían que ver con la posible unión aduanera con la UE —que los laboristas consideran condición sine qua non y es el principal enemigo a combatir por los euroescépticos conservadores— y con el referéndum confirmatorio de cualquier posible acuerdo que reclaman la mayoría de los afiliados y votantes laboristas.
Pero sobre todo, Corbyn ha preferido soltar lastre y alejarse de una May que debe soportar motines internos a diario y tiene ya sus días contados como primera ministra. «La cada vez mayor debilidad e inestabilidad del Gobierno supone que no podemos confiar en que aquello que hubiera sido acordado fuera algo seguro», ha explicado el líder laborista.
La oposición, sugiere Corbyn en su texto, parece dispuesta a colaborar en el siguiente paso al que May se comprometió en su día: someter ante el Parlamento las diferentes alternativas a su plan del Brexit —hasta cinco de ellas— para dilucidar hacia dónde debe encaminarse todo el proceso. Ya se hizo una primera vez, con los llamados «votos indicativos», y ninguno de ellos sacó una mayoría suficiente. Sin embargo, la propuesta del diputado conservador Kenneth Clarke, en la que abogaba por una unión aduanera con la UE, fue la que más cerca estuvo de ser aprobada. Solo le faltaron tres votos. El Gobierno debe especificar ahora cuándo y de qué modo llevará a cabo este mecanismo selectivo de descarte.
Lo que sí ha quedado claro es el propósito de May de llevar su propio plan del Brexit al Parlamento una cuarta vez a primeros de junio. Para sortear la prohibición del speaker (presidente de la Cámara), John Bercow, quien ya anticipó que no permitiría votar una y otra vez sobre el mismo texto, la primera ministra tiene intención de someter al voto de los diputados la ley que desarrolla el Acuerdo de Retirada. Al contener más detalles sobre el acuerdo en sí —en concreto, sobre el llamado backstop o salvaguarda irlandesa, el principal escollo para sacar adelante el plan— es todavía más complicado que May pueda lograr suficientes apoyos.
El pasado miércoles se comprometió ante la dirección del poderoso Comité 1922, el grupo que reúne a los diputados conservadores sin cargo en el Gobierno, a exponer la fecha de su dimisión una vez realizada esa votación, salga o no adelante su plan. El clima interno en el Partido Conservador es ya de contienda por el liderazgo. Boris Johnson, exalcalde de Londres y el euroescéptico con más popularidad en las encuestas, anunció finalmente este jueves su voluntad de competir por la jefatura de los tories, y por ende, por el puesto de primer ministro, porque nadie en el partido se plantea la posibilidad de adelantar las elecciones.
Fuente: The objective.