Las preocupaciones sobre el comportamiento de la economía nacional se acentuaron en la segunda quincena de enero, cuando la Banca de Italia y el Fondo Monetario Internacional redujeron de 1,0 a 0,6 por ciento sus respectivos estimados de aumento del PIB para 2019.
Posteriormente, la Comisión Europea (CE) disminuyó de 1,2 a 0,2 por ciento su estimado de aumento del PIB, debido a una desaceleración cíclica peor a la esperada en 2018, amplificada por la incertidumbre política global y nacional y las perspectivas de inversión sustancialmente menos favorables de las empresas.
En sus Previsiones Económicas de Invierno, el órgano regional advirtió además que la ralentización más acentuada en importantes socios comerciales, puede tener repercusiones negativas en la producción manufacturera italiana, al tiempo que vaticinó una ‘actividad económica anémica en la primera mitad de 2019’.
El ente regional aclaró que las perspectivas de crecimiento están sujetas a una alta incertidumbre porque ‘una economía global más débil de lo esperado y el impacto de una mayor incertidumbre política sobre la confianza y condiciones de financiamiento del sector privado, podrían llevar a una desaceleración más prolongada’.
Uno de las principales causas del retroceso de la economía italiana en los últimos meses es la sostenida caída de la producción industrial, la cual descendió 0,8 por ciento en noviembre de 2018 respecto a octubre y 5,5 por ciento comparado con noviembre de 2017, indicó el Istat.
Las perspectivas en ese sentido no son buenas y así lo confirmó el pronóstico más reciente del índice PMI (Purchasing Manager’s Index) publicado el 1 de febrero último por la firma británica IHS-Markit, según el cual la producción manufacturera italiana descendió en enero de este año a su peor nivel desde inicios de 2013.
De acuerdo con los resultados de la encuesta mensual realizada entre más de 26 mil empresas pertenecientes a las principales economías del mundo, el indicador que mide el nivel de actividad industrial sobre una referencia de 50 puntos, descendió de 49,2 en diciembre de 2018 a 47,8 en enero.
Entre las razones para el deterioro del sector industrial italiano, el informe menciona una fuerte reducción de las nuevas órdenes y una caída de la producción, acompañadas por una baja en los precios de venta, por primera vez desde octubre de 2016.
A los malos augurios sobre las perspectivas de la economía italiana se sumó el 14 de febrero último la agencia estadounidense calificadora de riesgos Moody’s Investors Service, cuya vicepresidente Kathrin Muehlbronner consideró probable un crecimiento del PIB de entre 0 y 5 por ciento.
Al intervenir en la conferencia ‘Tendencias crediticias’ organizada por Moody’s en la ciudad de Milán, Muehlbronner acotó, sin embargo, que el nivel de riesgo Baa3 con pronóstico estable, otorgado a Italia en octubre último, tiene una vigencia de 12 a 18 meses y por lo tanto se mantiene invariable.
La vicepresidenta del Grupo de Riesgos Soberanos añadió, según medios locales, que Moody’s Investors Service vislumbra un riesgo significativo de elecciones anticipadas, posiblemente después de los comicios para el parlamento europeo de mayo próximo, aunque aseveró que resulta difícil predecir cuál sería el nuevo gobierno.
En el mismo sentido se pronunció ocho días después Fitch, otra de las principales firmas especializadas en calificaciones de crédito, la cual mantuvo a Italia en el nivel BBB de alta de solvencia, aunque con pronóstico negativo debido a la elevada deuda del gobierno y la ausencia de un ajuste fiscal estructural.
Mencionó demás, ‘una deuda externa neta relativamente alta, la calidad de los activos del sector bancario aún débil, el crecimiento del PIB de tendencia muy baja, el riesgo de las políticas y la incertidumbre que surgen de la dinámica política actual, y los riesgos asociados a nuestras proyecciones de deuda pública’.
Como aspectos positivos, Fitch indicó que Italia posee una economía diversificada y de alto valor agregado, con un ingreso per cápita, indicadores de gobernanza y desarrollo humano mucho más fuertes que la media de sus pares.
La agencia calificadora mencionó además un endeudamiento moderado del sector privado y un sistema público de pensiones sostenible, entre otros.
La agencia calificadora prevé un incremento de 0,3 por ciento del PIB en 2019 y 0,6 en 2020, impulsado por el consumo privado apoyado por medidas fiscales y advierte que se llegaría así al promedio de 0,9 por ciento de crecimiento en un período de cinco años, comparado con la media de la clasificación BBB de 3,2 por ciento.
El informe recuerda que de esa manera el PIB de Italia sería aún 3,5 por ciento inferior al de 2007, previo al inicio de la crisis económica mundial, al tiempo que vaticina un aumento general del déficit fiscal de 2,3 en 2019 y 2,7 en 2020.
Por otra parte, estima un incremento de la deuda pública de 131,7 en 2018 a 132,3 por ciento del PIB en 2020, estimulada por un crecimiento nominal más bajo de la economía y augura que las tensiones políticas en la coalición de gobierno entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas añadirán incertidumbre a la política económica y fiscal.
Tal como hizo antes Moody’s, el texto considera probable una convocatoria a elecciones anticipadas en la segunda mitad de este año.
Para el ejecutivo encabezado por el primer ministro, Giuseppe Conte, las valoraciones de Fitch ‘confirman la solidez económica de nuestro país y, como era previsible, reflejan la ralentización económica transitoria que embiste a todo el continente europeo’.
Continuamos adelante con el camino trazado por el presupuesto para asegurar desarrollo y equidad social en Italia, prestando atención a los riesgos provenientes del contexto internacional, precisó un comunicado de la presidencia del Consejo de Ministros.
Al mismo tiempo, tanto Conte como el titular de Economía y Finanzas, Giovanni Tría, descartan, por ahora, la realización de reajustes en la estrategia presupuestaria aprobada por el parlamento en diciembre último, tras un complejo proceso de negociaciones entre el gobierno y la Comisión Europea (CE).
En su más reciente evaluación por países presentada en Bruselas el 27 de febrero, el organismo regional advirtió, por su parte, que resolver los desequilibrios macroeconómicos de Italia sigue siendo un asunto crucial.
La CE se refirió en particular, a la reducción de la elevada relación de la deuda pública italiana respecto al PIB, para lo cual sugirió ‘políticas fiscales y macroeconómicas orientadas hacia la estabilidad’.
Esas medidas, indica el informe, deben ir acompañadas por más y mejor dirigidas inversiones, así como reformas estructurales ambiciosas, para aumentar la baja productividad y el potencial de crecimiento.
Para la CE, esos esfuerzos son decisivos para la confianza de los mercados y añadió como prioridades: las reformas para asegurar finanzas públicas sanas, sistemas de justicia, administración pública, educacional y de empleo más eficientes, un ambiente empresarial amigable y un sector bancario más resiliente.
Según el informe, es de esperar que los desequilibrios de la economía italiana persistan en el corto plazo o incluso empeoren y alertó que la reducción de la relación entre la deuda y el PIB está afectada por los actuales planes fiscales, la débil recuperación económica y los altos costos del endeudamiento.
El texto recordó, además, que el alto nivel de deuda, calculado en un 131,2 por ciento del PIB en 2017 con posibilidades de llegar a 131,7 en 2018, es una fuente potencial de efectos negativos para la zona del euro, aunque hasta ahora el contagio de mayor volatilidad del mercado ha sido limitado.