El lunes por la tarde, el presidente de Students for Life envió una carta abierta al expresidente Donald Trump, el favorito definitivo para la nominación presidencial del Partido Republicano en 2024.
El tono era de disgusto y de regaño.
Students for Life detendría su campaña de 5 millones de dólares (4 millones de libras esterlinas) destinada a reunir a los votantes antiaborto en la carrera de 2024 hasta que Trump «aclarara» sus comentarios en una entrevista reciente en Meet the Press de NBC, que se había transmitido ese día. antes.
Trump atacó a su principal rival republicano, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, por la prohibición del aborto de seis semanas en su estado. La prohibición de seis semanas «es algo terrible y un error terrible», afirmó.
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Pero cuando la presentadora Kristen Welker lo presionó sobre su propia posición, Trump se agachó. ¿Apoyaría una prohibición federal de 15 semanas, considerada ampliamente el estándar mínimo por los grupos antiaborto? «No voy a decir que lo haría o no», respondió Trump.
La reacción fue rápida
Marjorie Dannenfelser, presidenta del influyente grupo antiaborto SBA Pro-Life America, emitió un comunicado diciendo que cualquier cosa posterior a una prohibición de 15 semanas «no tiene sentido». Y la presidenta de Students for Life, Kristan Hawkins, escribió su carta, amenazando con retirar de la campaña a los 1.000 voluntarios de su grupo.
«El voto provida está en juego», afirmó la señora Hawkins.
La tensión entre el lobby antiaborto y Trump es reveladora. Más de un año después de que los candidatos de Trump a la Corte Suprema ayudaran a que los activistas antiaborto lograran su tan ansiada victoria (anulando el caso Roe v Wade), los republicanos están luchando por encontrar una posición sobre el aborto que aplaque a su base sin alienar al público en general.
Durante décadas, la opinión popular sobre el aborto en Estados Unidos ha sido relativamente estable, y la mayoría de los estadounidenses apoya cierto acceso legal al procedimiento, aunque muchos están abiertos a restricciones en etapas posteriores del embarazo.
Pero entre los principales activistas antiaborto, la opinión predominante parecía ser que después de la caída de Roe v Wade, el público se adaptaría lentamente a la nueva realidad legal, volviéndose más abierto a las prohibiciones del aborto.
«La ley es la maestra», dijo Hawkins a la BBC a principios de este año.
Desde la caída de Roe v Wade en junio de 2022, ha resultado ser lo contrario, dijo Greer Donley, profesor de derecho en la Universidad de Pittsburgh. Después de años de estancamiento, las encuestas ahora muestran ligeros cambios: cada vez más estadounidenses expresan su apoyo al acceso al aborto. Y en los seis estados que han celebrado medidas electorales relacionadas con el aborto en el último año, el aborto ha ganado siempre.
«No creo que ellos [los republicanos] estuvieran preparados para la reacción del público… Tuvieron que hacer un giro completo de 180», dijo la señora Donley. «Los republicanos realmente están luchando por saber qué decir».
Hasta ahora, los distintos miembros del campo republicano han probado diferentes enfoques del problema, con distintos resultados.
«Su base, todavía, es predominantemente antiaborto. Pero en una elección general, tener esa es una opinión extremadamente impopular», dijo la señora Donley.
Nikki Haley, la ex embajadora de Estados Unidos ante la ONU que se autodenomina «pro-vida sin complejos», ha intentado moderar, para situarse a caballo entre estos dos campos. En el debate republicano de agosto, Haley dijo que los republicanos necesitaban «encontrar consenso», diciendo que era poco probable que cualquier prohibición federal fuera aprobada por el Congreso de Estados Unidos.
«Ella estaba tratando de ser la voz de la razón», dijo Mary Ziegler, profesora de derecho en la Universidad de California, Davis, y destacada experta en el debate sobre el aborto en Estados Unidos. Pero ese tipo de apelación puede tener un uso limitado para Haley, quien en las encuestas a nivel nacional alcanza cifras de un solo dígito.
El ex vicepresidente Mike Pence, posiblemente el defensor antiaborto más acérrimo en las primarias republicanas en este momento, ha ido en sentido contrario. En ese mismo debate, Pence criticó a Haley por no mostrar «liderazgo» en materia de aborto.
Prometió apoyar una prohibición federal de 15 semanas.
«Mike Pence está intentando ser el candidato más antiaborto», afirmó Ziegler.
Pero desde la perspectiva de un activista antiaborto, incluso la posición de Pence puede resultar un escaso consuelo.
Aproximadamente el 93% de todos los abortos en el país ocurren a las 13 semanas de embarazo o antes , lo que significa que la posición más antiaborto en el campo presidencial republicano solo cubre una pequeña fracción de tales interrupciones.
Y ahora, incluso con su liderazgo dominante en el campo republicano, Trump parece estar atrapado entre su base republicana y el electorado en general, uno al que planea ganarse en las elecciones generales del próximo año.
«Me sentaré con ambas partes», dijo Trump en Meet the Press, prometiendo -improbablemente- encontrar «la paz en ese tema por primera vez en 52 años».
«La tesis general de Trump parece ser que ganará la nominación republicana sin importar lo que diga o haga», dijo Ziegler. Y esa cobertura sobre el aborto «es claramente un mensaje electoral general, no un mensaje primario».
La siguiente pregunta, dijo Ziegler, es qué hará realmente Trump si regresa a la Casa Blanca y ya no necesita cortejar al público en general. «Porque entonces, por supuesto, no podrá volver a ser elegido… y eso podría llevarlo a hacer algo más extremo».
Con información de | BBC NEWS
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