Todo el mundo sueña con tener un perro que haga caso a la primera, pero lo que muy pocos saben es que enseñar obediencia a tu perro es muy sencillo, la razón de que no te haga caso es otra muy diferente.
Consejos para que un perro haga caso
El papel de la amistad
Los perros no son máquinas. Son seres vivos con sentimientos. Y son una especie diferente a la nuestra con su propia base instintiva.
Su instinto gregario, como animal social, le permite establecer lazos de amistad con otros individuos. Lo fascinante es que esto, sumado a su habilidad por entender y anticipar nuestras intenciones, le ha llevado a ser capaz de convertirse en nuestro mejor amigo.
Y lo mismo nos ocurre a nosotros
La química de esta relación, se encuentra en una hormona llamada oxitocina. Esta hormona es la responsable de fortalecer los lazos afectivos entre individuos y además actúa como un buffer ante el estrés, haciéndonos sentir bien.
Esta hormona, se segrega en perros y humanos cuando están juntos, y nos hace indiscutiblemente querernos y disfrutar de la compañía mutua.
El condicionamiento operante
El amor y el estado de bienestar son importante en el aprendizaje. Se ha demostrado que los niños que se sienten queridos por sus maestros, aprenden mejor.
Sin embargo, no es lo único que cuenta a la hora de enseñar conductas a un perro para que haga caso. Los perros, como las personas y otros animales, son perfectamente capaces de relacionar causas con consecuencias.
Así como una rata asocia que si pulsa un botón caerá comida. Igualmente, un perro aprende qué si se sienta, recibirá un trozo de salchicha.
Con el mismo mecanismo, aprenden a evitar
Una paloma evitará pasar por un circuito en el que recibe una descarga, al igual que un perro dejará de alejarse si al hacerlo se le aplica un calambrazo.
Sin embargo, este método de entrenamiento a través de la evitación y el dolor aunque consiga mejorar la obediencia, alterna el estado de bienestar de los perros muy negativamente.
El adiestramiento cognitivo
Con estos valores y gracias al boom en estudios sobre cognición animal de las últimas décadas, se ha puesto de moda, una forma de entrenar a los perros y otros animales basada en sus habilidades cognitivas en lugar de en su capacidad para asociar causas y consecuencias.
El adiestramiento cognitivo se da cuando el perro comprende lo que está haciendo. Va un paso más allá de la asociación de eventos o de la causa-consecuencia.
Si el perro se lo pasa bien, el cerebro aprende mejor
En el adiestramiento cognitivo, el perro no actúa solo por conseguir metas egoístas como un trozo de comida. Se activa en él la motivación intrínseca. Esto es la satisfacción personal, la superación y el afecto por su maestro a guía.
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Esto funciona también en las personas. Por ejemplo, hay personas que van a trabajar porque han aprendido que así cobrarán a final de mes. Otras lo hacen porque les gusta su trabajo, son felices cuando lo hacen y disfrutan mejorando sus competencias.
También saben que cobrarán a final de mes, pero está no es su única recompensa. La motivación intrínseca y la satisfacción personal están dentro de la ecuación.
El papel de las emociones
Las conductas se mantienen y vuelven mucho más consistentes cuando no dependen únicamente de refuerzos externos. Por esto, siempre serás mejor en un trabajo que te encienda y apasione.
Y, para colmo, si el ambiente de trabajo es bueno y te sientes reconocido y querido, rendirás mejor.
Esto también le ocurre a tu perro
La relación contigo como maestro, así como el ambiente van a influenciar en su aprendizaje. Un entorno libre de miedos y estrés facilitará el aprendizaje y también la obediencia.
Una especie diferente
Nuestras ciudades son un reto para nuestros perros. Ruidos, vehículos, y demasiadas personas y perros con los que lidiar día a día. Comprender esto y adaptarte con paciencia a sus emociones marcará la diferencia a la hora de entrenarlo.
Una correcta socialización
Si has adoptado o acogido un cachorro, tienes una enorme labor por delante, pues lo que aprenda en sus primeros meses va a influenciar en gran parte su desarrollo.
La etapa más crítica para introducir a un perro a que haga caso en el ambiente en lo que será su entorno, es la comprendida entre los 2 y 4 meses.
En este periodo si le presentamos los estímulos, contextos y situaciones con los que tendrá que lidiar en su día a día, así como los animales de otras especies con los que tendrá que convivir, será fácil que lo acepte con agrado y tranquilidad.
No se trata de obediencia
Que tu perro aprenda a sentarse o venir cuando le llamas tan solo te llevará unas cuantas repeticiones. Qué funcione en diferentes situaciones dependerá de cómo le enseñes a gestionar sus emociones de manera adecuada. Aprendizaje que será conveniente iniciar con tiempo, paciencia y empatía.
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