La receta de una píldora para el dolor por el daño en un nervio revivió la adicción latente de Gwendolyn Barton el año pasado, despertando temores de volver a fumar crack de cocaína.
La mujer había consumido esa droga, y otras, durante unos 20 años antes de dejar el hábito en 2008. Pero las cosas eran diferentes en ese entonces. Ahora, con 62 años, sabía que necesitaba buscar tratamiento antes de que fuera demasiado tarde.
«Si consumiera hoy, estaría muerta», dijo.
El poderoso opioide fentanilo a menudo se mezcla con cocaína, convirtiendo el estimulante en un asesino mucho más grande que la droga del pasado. Las sobredosis relacionadas con la cocaína cobraron la vida de casi 14.000 estadounidenses en 2017, un aumento del 34% en sólo un año, según muestran las últimas cifras federales. Y se espera que crezcan aún más a medida que la popularidad de la cocaína resurja.
Barton, quien es afroamericana, sabe que debe ser cautelosa. Las muertes están aumentando más rápido entre los afroamericanos, que tienen más probabilidades de usar cocaína que los blancos no hispanos, y de sufrir sobredosis fatales a una tasa 80% más alta.
Pero el flagelo está creciendo en silencio, eclipsado por la enorme epidemia de opioides que mata a decenas de miles cada año, la gran mayoría de ellos blancos.
Más de 30 estados han registrado aumentos en las tasas de mortalidad por cocaína desde 2010, con Ohio a la cabeza. Las sobredosis de crack y cocaína en polvo mataron a 14 de cada 100.000 habitantes de Ohio de todas las razas en 2017, siete veces más que en 2010, según el Centro de Asistencia de Datos de Acceso a la Salud estatal de la Universidad de Minnesota.
Colin Planalp, investigador principal del centro, explicó que las muertes han aumentado abruptamente en áreas rurales y urbanas en todo Estados Unidos desde 2000, y el alza está directamente relacionada con la crisis nacional de opioides.
La mayoría de las veces, el fentanilo es el culpable, ya que representa un peligro particular para consumidores de cocaína de larga data, que pueden ser mayores, estar más enfermos y no encontrarse acostumbrados a los efectos de los opioides.
«Afecta todo tu sistema, como una bola de nieve», dijo Katherine Engel, directora de enfermería del Centro de Tratamiento de Adicciones en Cincinnati. «Eres virgen de opioides, por así decirlo».
Tom Synan, jefe de policía en Newtown, en las afueras de Cincinnati, dijo que el riesgo se extiende a los consumidores de cocaína que también han usado opioides más viejos como la heroína, porque el fentanilo es 50 veces más potente.
«En los años 70, un ‘speedball’ era una mezcla de cocaína y heroína. Yo llamo a esto ‘speedball 2.0’. El fentanilo lo ha empeorado mucho», dijo.
En mayo, en el condado de Hamilton, en Cincinnati, las sobredosis de cocaína mataron a seis personas en un lapso de 10 días.
Mayor oferta, nuevos peligros
La crisis está creciendo a medida que más personas consumen cocaína.
Una encuesta federal mostró que alrededor de 2 millones de estadounidenses usaron la droga de manera regular en 2018, en comparación con 1.4 millones en 2011. Uno de cada 100 afroamericanos usó el estimulante consistentemente el año pasado, una tasa 40% más alta que entre los blancos no hispanos.
El suministro ayuda a impulsar el uso. Un informe de 2018 de la Administración de Control de Drogas (DEA) reveló que la producción récord de cocaína en Colombia, la principal fuente de cocaína incautada en Estados Unidos, ha ampliado el mercado de la misma y ha bajado los precios. La agencia espera que la tendencia continúe.
Synan agregó que el suministro disminuyó y fluctuó con los años y que la cocaína nunca desapareció. Lo que es diferente ahora, dijo, es la adición intencional y no intencional de fentanilo.
Según expertos de las fuerzas del orden, a veces los traficantes añaden cocaína al opioide sintético de bajo costo para enganchar a las personas. Otras veces, se mezcla a través del manejo descuidado o el embalaje en algún punto del proceso.
«La razón por la que lo están colocando es porque es barato», dijo Thomas Fallon, comandante de la Fuerza de Tarea de la Coalición de Heroína del condado de Hamilton. «Además, no son expertos en química. No siempre saben lo que están haciendo».
Aún así, los consumidores de cocaína desde hace mucho tiempo a menudo confían en sus traficantes. Según los profesionales del tratamiento y la policía, son menos propensos que los consumidores de heroína o píldoras a llevar la naloxona para revertir una sobredosis de opioides, porque no se consideran usuarios de opioides y no creen que lo necesiten.
Mientras que algunos usuarios sufren una sobredosis y mueren a causa de la cocaína mezclada con fentanilo, otros ansían usarla y tener un «poderoso viaje».
«En lugar de ser un elemento de disuasión, para algunos es un incentivo», dijo Evonne Stephenson, enfermera practicante del Programa de Alcance para el Abuso de Drogas y Alcoholismo en Minorías Urbanas de Cincinnati. «Todos piensan que son invencibles».
Pero en realidad, el consumo de drogas los hace más vulnerables a problemas graves de salud o muerte, especialmente a medida que envejecen. De hecho, el mayor aumento en los decesos por sobredosis relacionadas con la cocaína en todo el país fue entre las personas de 45 a 54 años.
William Stoops, profesor de la Universidad de Kentucky que estudia la adicción a drogas y alcohol, dijo que el uso prolongado de cocaína causa problemas cardiovasculares, lo que aumenta el riesgo de morir por una sobredosis incluso antes que se agregue fentanilo a la mezcla.
Barton compara el consumo de cocaína en estos días con un juego de ruleta rusa.
«Una persona pudiera estar súper drogada una vez», dijo. «Y la próxima vez podría morir».
Desafíos pendientes
Los esfuerzos para reducir estas muertes enfrentan varios obstáculos.
El resentimiento latente entre los afroamericanos en torno a la criminalización de la adicción a la cocaína en los años 80 y 90 alimenta la desconfianza constante de las fuerzas del orden y los esfuerzos de salud pública.
En aquel entonces, poseer 5 gramos de crack, que muchos asociaban con afroamericanos de bajos ingresos, tenía la misma sentencia de prisión que poseer 500 gramos de cocaína en polvo, que se relacionaba con blancos no hispanos de clase media o ricos.
La forma en que las personas piensan y abordan el uso de drogas ha sido «influenciada por quién creemos que las usa», dijo Jeffrey Coots, quien dirige la iniciativa «Del castigo a la salud pública» del Colegio de Justicia Criminal John Jay en Nueva York.
Y aunque los afroamericanos también usan opioides, hoy en día las drogas generalmente están asociadas con los usuarios blancos no hispanos.
«Se piensa que a nadie le importó hasta que un grupo de blancos comenzaron a morir», manifestó Stephenson, una enfermera practicante de Cincinnati. «Eso es muy trágico».
Synan dijo haber escuchado este sentimiento. La gente pregunta: «¿Por qué te importa ahora si no te importaba entonces?», manifestó. «Entonces tienes que superar eso. Ya sea real o percibido, no importa, porque sigue siendo un problema».
Synan señal´ó que entiende las preocupaciones y reconoció que la sociedad ve más los opioides a través de un lente médico. Pero agregó que eso se debe en parte a la evolución de la comprensión de la adicción y al gran número de muertes por sobredosis en los últimos años, que requieren medidas urgentes.
Sin dudas, las sobredosis de opioides matan a más estadounidenses: 47.600 en 2017, incluidos 5.513 afroamericanos. Las sobredosis de cocaína mataron a 3.554 afroamericanos, aunque las categorías se superponen porque los decesos pueden involucrar más de una droga.
Otro desafío: Hay menos elementos en el arsenal de tratamiento para la adicción a la cocaína. Si bien los medicamentos como Suboxone y metadona tratan a las personas adictas a los opioides, no existen fármacos aprobados por el gobierno federal para tratar los problemas de cocaína, a pesar que investigadores han estado probando medicamentos prometedores desde hace casi 15 años.
Los funcionarios de salud pública dicen que se están centrando más en la adicción a la cocaína a la luz de la amenaza de actuales sobredosis mortales, y están tratando de abordar el problema más amplio de la adicción en general.
«Lo que sin duda nos gustaría ver más es intervenciones a nivel comunitario que se dirijan a los impulsores del uso de drogas en primer lugar, viéndolo como el síntoma de un problema», dijo Coots.
En Ohio, la Coalición de Heroína del condado de Hamilton, que planea cambiar su nombre para enfocar en todas las adicciones, se ha comunicado con los afroamericanos a través de iglesias, foros públicos y líderes comunitarios. Intenta difundir mensajes sobre la prevención, los peligros de la cocaína actual, dónde obtener ayuda y la necesidad de que cada consumidor de drogas lleve naloxona.
El grupo también tiene un «equipo de respuesta rápida» que incluye policías, trabajadores de emergencias y especialistas en adicciones que hacen un seguimiento de las víctimas de sobredosis, y van a sus hogares para tratar de acercarlos al tratamiento.
Ese tratamiento debe ser «culturalmente competente», dijo Stephenson, lo que significa que los proveedores respetan la diversidad y los factores culturales que pueden afectar la salud. Estos son objetivos clave del Programa de Alcance para el Abuso de Drogas y Alcoholismo en Minorías Urbanas, donde trabaja.
Barton dijo que el tratamiento que recibe a través de este programa la ayuda a mantenerse alejada de las drogas y productiva. Trabaja como cocinera en las cercanías de Covington, Kentucky, y también trata de ayudar a amigos que aún luchan en las calles.
Últimamente, ha estado especialmente preocupada por un amigo, un consumidor de cocaína que ha sufrido sobredosis en repetidas ocasiones y terminó en el hospital.
Ella le suplica que tenga cuidado, con una advertencia grave:
«Un día, simplemente no vas a volver».
Fuente:LosAngelesTimes