La ola de manifestaciones pacíficas y violentas que llevaron a este país sudamericano a enfrentar la mayor crisis social en las últimas tres décadas, ha dejado desastrosas consecuencias en su «milagrosa» economía.
El jueves 14 de noviembre, antes de que se anunciara el acuerdo político para crear una nueva Constitución, el dólar en Chile marcó un récord y superó la barrera de los 800 pesos, el valor más alto en la historia del país.
Esto significó un alza cercana al 12% desde que comenzaron las protestas a mediados de octubre.
Desde entonces, la moneda ha experimentado altos y bajos, pero siempre manteniendo un valor muy por encima de lo acostumbrado, lo que afecta principalmente a las importaciones de bienes de primera necesidad (como el petróleo) y, por lo tanto, al precio final de muchísimas cosas.
«Esto tiene un impacto directo en la economía ya que se encarecerá el precio de muchos bienes de consumo importados», le dice a BBC Mundo Diego Mora, ejecutivo senior de la consultora XTB.
Los manifestantes, que no marchan con banderas de partidos políticos, tienen una larga y variada lista de demandas sociales que incluyen desde un aumento de las pensiones y del salario mínimo, hasta cambios profundos en los sistemas de salud y educación.
A la luz de los últimos acontecimientos en ciudades como Santiago o Valparaíso —donde han continuado incesantemente las protestas—, ninguna de las medidas anunciadas por el gobierno de Sebastián Piñera para hacer frente a la crisis parece calmar la furia de la calle.
En este escenario de incertidumbre, la economía es una de las más afectadas. Y, además del dólar, hay otros números que mantienen en alerta a las autoridades económicas chilenas.
Uno de ellos, es el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
Al respecto, tanto el ministerio de Hacienda como el Banco Central han recortado el rango de sus expectativas.
Para 2019, el gobierno señaló que habrá una disminución del crecimiento del PIB de entre 2,4%-2,9% hasta un 1,8%-2,2%, mientras que para 2020 se corrigió la estimación desde un aumento del 3-3,5% a uno entre 2%-2,5%.
El Banco Central, en tanto, publicó la Encuesta de Expectativas Económicas (un sondeo mensual que se realiza a un grupo de expertos) con resultados poco alentadores y en concordancia con las proyecciones del ministerio de Hacienda.
Antes del estallido social, el organismo que vela por la estabilidad de la moneda había hecho una estimación de crecimiento del PIB para 2019 de 2,5%, mientras que ahora solo llegó a 1,9%.
Pérdida de empleo
El bajo crecimiento, en tanto, puede traer consecuencias devastadoras para el empleo, siendo este uno de los factores que más preocupa a las autoridades chilenas.
La paralización del comercio, de los servicios, del turismo y de todo lo que tenga que ver con la «entretención» —como el rubro gastronómico—, ha supuesto un golpe económico inesperado para pequeñas y medianas empresas que no tienen una gran suma de dinero para financiarse en momentos de crisis.
El país, dicen algunos, está literalmente funcionando «a medias».
Muchas empresas han comenzado a despedir a parte de sus empleados y hoy se teme que se podrían perder hasta 300.000 empleos para fines de año.
Incluso, el presidente de la Asociación de Emprendedores de Latinoamérica, Juan Pablo Swett, ha dicho que, si las protestas no se detienen, podrían estar en juego hasta 500.000 puestos de trabajo.
Frente a este panorama, el fantasma de la recesión económica empieza a ganar terreno entre los analistas.
Diego Mora asegura que, en efecto, «hay nerviosismo ante una posible recesión económica». El analista financiero agrega que, si se cumplen dos trimestres consecutivos de caída del PIB, en marzo el país podría entrar al terreno recesivo.
Una idea que ni el ministro de Hacienda, Ignacio Briones, ha descartado.
«No quiero engañarlos, atravesamos un momento económico delicado, la actividad económica ha tenido un frenazo constatable (…). Aquí no hay que ser doctor en economía para entenderlo: cuando un país opera a media máquina, uno no puede esperar que la producción, las ventas, los salarios, los ingresos operen con normalidad», dijo Briones el jueves 14 de noviembre.
Paralización económica
En conversación con BBC Mundo, José De Gregorio, profesor del Departamento de Economía de la Universidad de Chile, asegura que el país sudamericano está viviendo una fuerte paralización económica.
«La economía chilena está en una situación extremadamente compleja, tenemos una paralización bastante masiva de la actividad. La violencia en las calles no solo ha afectado a grandes empresas, a supermercados, sino que también a toda la cadena que circula entorno a ello. Y eso está significando una caída en el empleo muy importante», explica.
En ese sentido, el también expresidente del Banco Central y exministro de Economía agrega que no es descartable que Chile llegue a sus niveles de desempleo más altos desde la década del 80, alcanzando los dos dígitos (hoy está entorno al 7%).
«La fuerte caída de la actividad económica sumada a una recuperación lenta nos pone en un escenario muy complicado, en el cual podemos terminar en alguna recesión y podríamos pasar un año completo con crecimiento negativo», explica.
A esto hay que agregar la sombra de incertidumbre que se ha instalado desde el estallido de la crisis, lo que puede traer severas consecuencias en la inversión extranjera y doméstica.
Según un reporte realizado por el centro de estudios Clapes, ligado a la Universidad Católica de Chile, el nivel de incertidumbre económica llegó a su segundo mayor registro histórico (220 puntos), lo que significa un aumento del 94% en comparación con el mismo mes el año pasado.
«La incertidumbre hace que la gente espere, que la gente deje de hacer lo que quería hacer. Y eso paraliza muchos proyectos», afirma De Gregorio.
Así, como un efecto dominó, los distintos factores de la economía del llamado «oasis» de Latinoamérica parecen estar fracturándose.
Y, hasta que las protestas no se detengan, no comenzará su lenta recuperación.
Fuente: BBC