Cuatro renuncias inesperadas, un asilo político y la crisis de gobernabilidad más grave que ha vivido Bolivia en una década fueron necesarias para que Jeanine Áñez terminara ocupando la presidencia de ese país.
Esta abogada y militante del hasta ahora opositor partido Plan Progreso para Bolivia Convergencia Nacional asumió el cargo este martes en una breve ceremonia y con la misión declarada de crear un gobierno de «transición» que convoque a unas nuevas elecciones en el menor plazo posible.
Su ascenso al frente del Ejecutivo fue consecuencia de la renuncia de Evo Morales a la presidencia; de Álvaro García Linera, a la vicepresidencia, así como de la presidenta del Senado, Adriana Salvatierra.
Esto hizo que Añez, quien era vicepresidenta del Senado, asumiera la presidencia de esa cámara y automáticamente se convirtiera en la sucesora constitucional de Evo Morales.
Un pronunciamiento del Tribunal Constitucional a favor de la «inmediatez» de la sucesión constitucional terminó de dar la bendición al trámite pese a que la asistencia a la ceremonia en el Legislativo no contaba con quorum suficiente por la ausencia de los diputados del Movimiento al Socialismo (MAS), afectos a Evo Morales.
Áñez se juramentó en una sesión relámpago, en la que dijo: «Voy a trabajar este corto tiempo porque los bolivianos merecen vivir en libertad, merecen vivir en democracia y que nunca más se les robe el voto», dijo luego en un breve discurso desde el balcón del Palacio Presidencial, donde subrayó su compromiso de «devolverle la democracia» a Bolivia.
Oriunda de Beni, en el centronorte del país, Áñez llegó a la política nacional boliviana en 2006, cuando fue electa como representante de ese departamento en la Asamblea Constituyente que aprobó la Constitución vigente desde 2009.
Durante ese proceso, fue miembro de la Comisión de Organización y Estructura del País y trabajó en la parte de Poder Judicial.
Una vez aprobada la nueva Carta Magna, Áñez fue electa como senadora por su región por la desaparecida y opositora alianza Plan Progreso y Convergencia Nacional.
Durante ese período, se opuso al proyecto de Morales de construir una carretera por el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis), que finalmente resultó paralizado por la dura protesta de un grupo de indígenas.
En su segundo período, iniciado en 2015 destacó por su rechazo a un posible cuarto mandato de Morales y por su trabajo a favor de la prevención de los feminicidios y de la violencia contra la mujer.
Licenciada en Derecho y con diplomados en Gestión Pública y Gestión Social; Derechos Humanos, y en Educación Superior, Áñez tiene dos hijos de 29 y 24 años y, según reseña la prensa colombiana, está casada con un político oriundo de ese país, Héctor Hincapié, quien fue candidato al Senado de Colombia en 2018 por el Partido Conservador.
A sus 52 años, Áñez se ha convertido en la 66ª presidenta de Bolivia y en la segunda mujer en ocupar ese cargo en la historia.
Su antecesora fue Lidia Gueiler Tejada, quien dirigió el país entre 1979 y 1980, cuando fue derrocada por un golpe militar.
Cuatro décadas más tarde, Áñez debe enfrentar un escenario distinto pero no menos convulso.
Una de sus tareas más urgentes será nombrar un equipo de ministros que la acompañen durante el tiempo en que se mantenga en la Presidencia de Bolivia, algo que incluye con probabilidad designar nuevas autoridades de la Policía y las Fuerzas Armadas.
Sin embargo, lo más importante, según la nueva presidenta, es establecer un gobierno «de transición» que convoque a unos nuevos comicios en el menor tiempo posible con nuevas autoridades electorales.
Fuente:BBC