Dion Waiters está pasando la travesía del desierto después de numerosos desencuentros con los Heat, el equipo que le tiene en plantilla ahora mismo.
Actualmente cumple una sanción de diez partidos impuesta por la propia franquicia después de que pusiera en peligro su integridad y en alerta a sus compañeros al sufrir un desmayo y un ataque de pánico tras ingerir unas chucherías rellenas de cannabis.
El historial de Waiters no es menudo. En esta misma pretemporada tuvo un encontronazo con Erik Spoelstra, el entrenador, que se amplificó con unas críticas en redes sociales de las que tuvo que dar explicaciones tras la reprimenda de Pat Riley, el presidente.
Durante las anteriores campañas ha tenido problemas con LeBron James, al que acusaba de no integrarle en el equipo cuando éste volvió a Cleveland, y otros rivales que han querido desafiar este carácter indomable forjado en Filadelfia.
Las lesiones han lastrado sus días hasta ahora, cuando una vez recuperado ha sido él mismo el que ha ido a la contra. En 2017 renovó con Miami por cuatro campañas y en las dos pasadas fueron sus problemas físicos los que le impidieron cobrar uno de los extras que contempla su contrato: el que le darán si juega 70 partidos en un año.
En la temporada actual ya ha perdido ese tren por culpa de su indisciplina, tanto con el cuerpo técnico en primer término como por el extraño caso de las gominolas en un segundo. El bonus es de 1,2 millones de dólares.
Es difícil calcular el valor porque en un contrato de NBA cuentan todos los encuentros pero no sabe cuántos se juegan entre fase regular y fase final, pero contando sólo la regular season Waiters pierde 1.475.600 dólares brutospor no jugar -la sanción de los Heat es de empleo y sueldo- a los que hay que sumar ese bonus (en total, 2’6 millones). Todo un dislate.