Joven noruega apodada la salvavidas de Instagram

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Advertencia: este artículo contiene detalles gráficos de violencia.

Mirando las publicaciones de Instagram en su teléfono, Ingebjørg Blindheim, de 22 años, explica por qué recibió el apodo de «salvavidas».

«Veo a muchas personas que quieren morir», explica la joven noruega. «No puedo ver a alguien decir que se va a suicidar e ignorarlo».

Ayudar a usuarios suicidas de Instagram no es un papel que Blindheim hubiera elegido. Ella no trabaja para la red social y nadie le paga por lo que hace.

Tampoco está formalmente cualificada para ofrecer ayuda, ya que no recibió capacitación en salud mental.

Pero ella se siente obligada a actuar, porque a menudo es ella la última opción que tienen los que publican su desesperación en internet para encontrar ayuda.

«Siento que cuando no estoy mirando el teléfono, algunas personas pueden dañarse a sí mismas y nadie las verá», dice.

Ante ello, revisa Instagram constantemente, identifica a quienes están por suicidarse y alertaa la policía y llama a una ambulancia.

Blindheim reconoce tener insomnio.

Y sabe que estar todo el día pendiente de su teléfono puede enojar a su familia y amigos, pero le preocupa que sin su vigilancia alguien pueda morir.

«Puede ocurrir algo malo, porque ha pasado antes», dice ella.

Como un detective

Blindheim actualmente sigue a alrededor de 450 cuentas privadas de Instagram, que para poder seguirlas se requiere de la aprobación de sus propietarios.

La mayoría pertenecen a mujeres jóvenes que publican posts sobre sus sentimientos más oscuros, aunque también hay hombres.

Es un mundo secreto de pensamientos privados, imágenes y confesiones, regido por una regla no escrita de no revelar lo que está pasando.

Cuando Blindheim llama a la policía, tiene cuidado de no revelar demasiado sobre la comunidad por temor a enojar a sus miembros.

A veces se siente como una detective, que rebusca para recopilar tanta información como pueda sobre un usuario anónimo.

La reacción de los profesionales frente a lo que hace es mixta. A veces le agradecen por actuar, otras veces no le creen.

A principios de este año, cuenta Blindheim que intentó que la policía interviniera en un caso en el que una joven aseguró que iba a quitarse la vida.

Dice que los oficiales dijeron que la mujer ya había amenazado con hacerlo 16 veces antes y no le creyeron.

Pero al día siguiente, recuerda, la llamaron para decirle que la joven había cumplido su amenaza.

«Les rogué que la vigilaran para ver si estaba bien, y no se lo tomaron en serio», dice Blindheim.

Experiencia personal

La noruega conoce el poder de compartir sentimientos en internet desde su propia experiencia personal.

Cuando era una adolescente, luchando con un trastorno alimentario, comenzó a seguir cuentas de Twitter donde otros hablaban abiertamente de su anorexia o tendencia a autolesionarse.

«Vi que recibían mucha atención de personas que los entendían y se preocupaban por ellos. Y yo quería lo mismo, porque no sentía que perteneciera a mi grupo de amigos», describe.

Este apoyo es lo que los usuarios consideran el lado positivo de las comunidades en internet.

Blindheim dice que pueden ser un lugar para sentirse escuchado y comprendido cuando otros, especialmente los adultos y profesionales de la salud, a veces pueden parecer despectivos o críticos.

Pero estas redes de Instagram son cualquier cosa menos espacios seguros. Todo lo bueno que algunas personas encuentren en ellos es opacado por lo malo, añade.

Hay una recompensa por publicar pensamientos e imágenes negativas: cuanto más oscuro es el sentimiento o más profundo es el corte, más «me gusta» y atención recibes, afirma.

Pueden fomentar un sentido de competencia y actuar como un manual de instrucciones sobre cómo hacerse daño o incluso suicidarse.

«Creo que estas comunidades empeoran la situación, porque dan ideas sobre cómo puedes suicidarte, cómo puedes morirte de hambre o deshacerte de los alimentos, y cómo puedes ocultar tu enfermedad a las personas», enumera Blindheim.

Después de publicar fotos de su propio cuerpo demacrado en Twitter, un terapeuta la contactó y le advirtió que las imágenes alentaban a otros a hacer lo mismo.

Ella dice que las persona autodestructivas que conocía pasaron de Twitter a Instagram, ya que es más fácil ocultar lo que publicas a las personas que no quieres que vean el contenido.

Hace cuatro años, Blindheim y su mejor amiga de 15 años estaban siendo tratadas como pacientes hospitalizadas por sus problemas de salud mental.

Ambas fueron dadas de alta al mismo tiempo.

Blindheim confiaba en que mejoraría, pero su amiga amenazó con quitarse la vida si la enviaban de regreso a casa.

La adolescente publicó una foto de las vías del tren, lo que hizo que Blindheim la llamara y le rogara que se mantuviera a salvo.

Su amiga le aseguró que lo haría, pero horas después Blindheim recibió noticias de su muerte.

«Por eso estoy haciendo las cosas que hago».

«Me prometí a mí misma que después de perder a mi mejor amiga, haría todo lo posible para evitar que la gente tuviera que sentir lo que yo sentí cuando sucedió«.

La investigadora

Mientras la joven monitorea su red de Instagram en todo Noruega desde su casa en Bergen, en la capital, Oslo, una periodista de investigación también ha estado siguiendo este mundo opaco y perturbador.

Annemarte Moland trabaja para la emisora estatal NRK.

Ella se encontró por primera vez con la comunidad en internet hace un año cuando viajó a un pequeño pueblo noruego para investigar una historia sobre tres adolescentes que se habían suicidado.

Una de las chicas tenía una cuenta privada de Instagram, en la que había compartido pensamientos de suicidio y autolesión.

«La policía me dijo que tenía 100 seguidores en todo el país, pero no hicieron nada más», cuenta Moland.

«Pensé: esto es extraño. ¿100 seguidores? ¿Quiénes son estas personas?»

Después de que se publicó la historia, Molandfue contactada por una joven que le dijo que había al menos otras 10 chicas en la misma red de Instagram que también se habían quitado la vida.

Al darse cuenta de que había una historia mucho más grande detrás, la periodista intentó ponerse en contacto con la red secreta.

Al principio, creó un perfil falso utilizando imágenes oscuras pero no violentas para conectarse con otras chicas.

Moland se sorprendió de lo rápido que Instagram le recomendó docenas de perfiles para que siguiera, que compartían material relacionado con la autolesión y suicidio.

«Perdí a mi hija»

La periodista trató de confirmar los suicidios que le habían contado, rastrear y llamar a los miembros de la familia.

Esto la llevó a Heidi, cuya hija, Andrine, se había suicidado dos años antes, justo antes de cumplir 18 años.

Cuando Heidi le contó que todavía tenía el teléfono móvil de su hija, pero que no lo había tocado desde su muerte, Moland se dio cuenta de que podría haber encontrado un camino en la red.

«Heidi dijo: ‘Siempre supe que hay algo en el teléfono que no quiero ver'», dice, relatando la historia.

En ese momento, Moland estaba en su oficina en Oslo y Heidi en su casa en la ciudad de Tromso, en el extremo norte de Noruega.

La periodista le aconsejó que no encendiera el teléfono sola, pero Heidi se sintió obligada a hacerlo.

Sabía que su hija había tenido una vida secreta en Instagram, porque algunos de sus amigos de internet la habían contacto tras su muerte.

Pero no estaba preparada para las imágenes gráficas que Andrine había publicado.

«Heidi me volvió a llamar y me dijo que Andrine se había suicidado en internet«, dice Moland. «Había documentado cada segundo de su suicidio».

Poco después, Heidi viajó a Oslo para revisar las cuentas de Instagram de Andrine junto con Moland.

«Encontré fotos, videos, mensajes de texto. Algunos eran muy divertidos. En algunos fue tan bueno verla viva porque estaba muy alegre y mostró tanto esa parte de ella como el lado triste», describe Heidi.

Pero otras publicaciones fueron desgarradoras de ver, como una que no muestra nada más que una pantalla negra con el sonido del llanto de Andrine.

Heidi encontró fotos de autolesiones graves y videos en los que Andrine dijo que no podía soportarlo más y que quería morir.

Las publicaciones más difíciles de ver fueron las que documentaron las últimas horas antes del suicidio de Andrine.

«Era casi como si estuviera gritando su muerte», apunta Heidi.

Desde el teléfono de Andrine, Moland comenzó a crear una imagen de cuántos otros jóvenes había dentro de su oscura red de Instagram.

Red suicida

Andrine tenía alrededor de 130 seguidores, algo típico para una cuenta noruega, según dice Moland.

Al observar a los seguidores de los seguidores de Andrine, el periodista pudo identificar 26.000 cuentas en total.

Desde aquí, eliminó todas las cuentas que eran públicas, reduciendo el número a 5.000.

Luego redujo aún más su búsqueda al enfocarse solo en cuentas que usaban imágenes depresivas, palabras o emojis.

La periodista dice que encontró más de 1.000 cuentas oscuras similares, todas a dos pasos del perfil de Andrine.

Incluían mujeres jóvenes y adolescentes de al menos 20 países diferentes, incluidos Dinamarca, Reino Unido, Alemania, Australia y Estados Unidos.

Al analizar esto, Moland y sus colegas pudieron identificar patrones.

La mayoría de las cuentas estaban en manos de jóvenes de una edad promedio de 19 años.

Y la mayoría tenía algún tipo de problema de salud mental, que iba desde sentirse un poco desanimada hasta depresión y ansiedad severas. Muchas habían sido hospitalizadas.

Un gráfico que NRK creó muestra la red que se extiende por todo el mundo como una telaraña oscura, con Andrine en el centro.

Al igual que Blindheim, Moland pudo ver su atractivo.

Mezcladas con publicaciones sobre autolesiones y muerte, las chicas se comportan como adolescentes comunes, compartiendo fotos de ropa nueva o videos de ellas mismas bailando.

«Hay mucho apoyo y atención», asegura Moland.

«Todas tienen en común que no creen que puedan obtener ayuda en ningún otro lado. Entonces se reúnen para tratar de ayudarse y apoyarse mutuamente en sus días más oscuros».

Pero la periodista también pudo ver el peligro de la red. Ella notó cómo el material más oscuro o suicida recibió la mayor atención.

Los seguidores publicaban emojis y frases de corazón como «mantente fuerte» o «espera».

Debido a que la red era tan privada, no había voces externas que moderaran el contenido o brindaran asesoramiento útil o profesional.

Después de pasar tiempo dentro, la periodista comenzó a sentir que las chicas se estaban alentando inadvertidamente a ir más lejos.

«Sentí que se habían estado presionando cada vez más. Pero cuando llegan al límite, todas dicen, ‘Oh no, no lo hagas. Mantente con vida'», cuenta.

Heidi cree que este tipo de comportamiento grupal habría tenido un efecto significativo en Andrine.

«Creo que la comunidad lo significó todo para ella. Terminó muy mal porque otras personas la alentaron muy fácilmente desde que era chica», dice.

A través de la investigación que se extendió por un año, Moland pudo confirmar que al menos 15 chicas noruegas de la red que NRK mapeó se suicidaron.

«Están jugando con sus vidas», dice sobre la comunidad en general.

«Si alguien se hace un corte recibe muchos corazones y ‘me gusta’. ¿Cómo puede gustarte la foto de alguien cuando se corta el brazo?»

La respuesta de Instagram

Desde febrero de este año, Instagram prohibió todas las imágenes gráficas de autolesiones y restringió videos e imágenes que muestran temas suicidas.

La decisión se tomó tras la muerte de la adolescente británica, Molly Russell, quien se quitó la vida en 2017 después de ver contenido gráfico en la plataforma.

El mes pasado, la compañía con sede en Estados Unidos extendió esta prohibición para incluir memes y dibujos que promueven el suicidio o muestran métodos de suicidio y autolesiones.

Pero Moland siente que estas salvaguardas no van lo suficientemente lejos.

Aunque hay menos contenido relacionado con ello en Instagram desde que entró en vigencia la prohibición, dice que los miembros de la red encontraron formas de evitar las trabas de la plataforma.

«Todavía está en Instagram, pero es más oscuro. Es como si fuera menos gráfico pero aún más suicida», advierte.

«Cuando las jóvenes ahora publican sus intentos de suicidio, lo hacen con una imagen ilustrativa de su vida cotidiana, tal vez una imagen de ellas acostadas en su cama y dirán en el texto: ‘Este es mi último día, no quiero vivir más».

A la periodista también le preocupa que la red social continúe recomendando usuarios que publican contenido dañino a otros usuarios, algo que Instagram dijo en febrero que dejaría de hacer.

«Hemos visto a chicas tratando de suicidarse y el mismo día siendo recomendadas a otras chicas suicidas. Así es como la red sigue creciendo», dice Moland.

Instagram respondió diciendo que reconoce que la salud mental es un problema complejo y que debe adoptar un enfoque equilibrado.

«Creemos fundamentalmente que hay un lugar en Instagram para venir y expresarse, incluso si estás teniendo un momento realmente difícil», dice Tara Hopkins, directora de políticas públicas de Instagram para Europa, Medio Oriente y África.

«Pero tenemos que encontrar el equilibrio adecuado entre asegurarnos de que haya espacio para la expresión, y mantener a las personas protegidas de ver lo que podría ser realmente perjudicial o perturbador«, afirma.

Hopkins dice que Instagram está constantemente en contacto con expertos en salud y ONG Samaritans, quienes aconsejaron a la compañía que eliminar todas las referencias al suicidio y la autolesión podría estigmatizar aún más la salud mental.

Al mismo tiempo, dice que el sitio utiliza una combinación de moderadores humanos y aprendizaje automático para identificar y eliminar material dañino antes de que se reporte.

Hopkins dice que es vital que los usuarios sigan reportando contenido perturbador para que la compañía pueda aprender de las quejas.

En respuesta a la preocupación de Moland de que Instagram continúa recomendando cuentas peligrosas, Hopkins dice que una vez que se identifica una, no se aconsejará a otros usuarios para que la sigan.

«Honestamente, nuestro trabajo nunca se termina, porque hemos optado por un enfoque matizado y creo que es algo muy equilibrado», analiza Hopkins.

«Estamos profundamente comprometidos desde arriba hacia abajo en Instagram para hacer esto bien y para asegurarnos de tener ese equilibrio correcto».

«Instagram le quitó la vida a mi hija»

Pero Heidi y algunos otros padres creen que sus hijas no estarían muertas si no hubieran usado Instagram.

«Cuando vi lo que se publicó y lo activa que era Andrine en esa comunidad de Instagram, y escuché lo que habían dicho las otras chicas, me di cuenta de que Instagram básicamente le quitó la vida a mi hija. Eso es lo que siento», afirma.

«Todas las otras chicas en la red social eran como su audiencia. Tenía a alguien a quien mostrarle todo. Así que siento que si no hubiera tenido Instagram, habría buscado más ayuda en la vida real».

Para Blindheim hay un problema más amplio que abordar.

Ella dice que eliminar cuentas de Instagram trasladaría el problema a otras redes sociales.

«Simplemente van a encontrar nuevas comunidades o nuevos sitios web o algo así. Creo que el sistema de atención médica debe ser mejor para que las personas no sientan que tienen que publicar cosas. Podrían hablar con un terapeuta o un familiar en lugar de publicar este tipo de cosas.»

NRK publicó su investigación revelando la existencia de la red, y en el proceso llamó la atención sobre el trabajo de Blindheim.

El ministro de Salud de Noruega le dijo a NRK que no sabía que existía la red de suicidios, y afirmó que se necesita una nueva estrategia de prevención.

También dijo que había pedido a las unidades psiquiátricas de niños y adolescentes que consultaran a los jóvenes sobre cómo mejorar la confianza en los servicios.

Blindheim quiere poder dejar atrás la carga que ella misma asumió.

A ella le gustaría seguir adelante con su vida y cumplir su ambición de estudiar para ser enfermera de cáncer.

Heidi, por su parte, espera que la publicidad sobre la investigación ayude a salvar vidas.

«No hablé con Andrine sobre Instagram porque temía que ella se enojara y se autolesionara. Pero lamento no haberlo hecho. Así que a otra madre le diría que no cometa el mismo error».

«Habla con tu hija, habla sobre esto».

*Investigación y entrevistas de Catrin Nye y Edward Main para el programa Victoria Derbyshire y BBC Trending. Texto: Joanna Jolly. Investigación original de NRK realizada por Annemarte Moland, Ruben Solvang, Even Kjolleberg y Ståle Hansen.

Fuente: BBC