Asesinato de un indígena por parte de madereros desangra a la Amazonía

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Paulo Paulino, ‘guardián del bosque’, se encontraba de caza, cuando madereros ilegales lo mataron de un disparo e hirieron a su compañero. Su muerte vuelve a evidenciar que los pueblos originarios están solos ante el aumento de estas invasiones.

El significado de ‘riqueza natural’ varía según quién la mire. A ojos de los ‘guardianes del bosque’, los árboles de la Amazonía brasileña resguardan su hogar, son oxígeno y fuente de alimentos. A ojos de los madereros ilegales son dinero, dinero y dinero; una riqueza natural que tiene su peso en billetes.

Con ese afán, cinco madereros rondaban el pulmón tropical, cuando decidieron emboscar a dos miembros de la tribu indígena Guajajara, que protegen el bosque. El ataque se transformó en un enfrentamiento violento entre ambas miradas, lo que inevitablemente derivó en el asesinato de uno de los guardianes, que recibió un disparo en la cara.

La muerte de Paulo Paulino, joven de 26 años, padre y ‘lobo’ Guajajara, como se les llama, además de las heridas en brazo y espalda por arma de fuego al líder indígena Laércio Souza Silva, han sacudido la preocupación de que la Amazonía se desangra, a costa de los pueblos originarios. Es la idea de que son ellos, solo ellos por su cuenta, quienes se enfrentan a las invasiones ilegales que buscan esas riquezas. Y justo Brasil, en su parte amazónica, cuenta con el 60% de la superficie total de estas.

“A veces tengo miedo, pero tenemos que levantar la cabeza y actuar. Está ocurriendo tanta destrucción de la naturaleza, que se talan y quitan árboles buenos (…) Estamos aquí luchando. Estamos protegiendo nuestra tierra y la vida en ella, los animales, los pájaros… Tenemos que preservar esta vida por el futuro de nuestros hijos”, había dicho Paulo Paulino en septiembre a Reuters.

Maranhao, también hogar de madereros y compradores de tierra

Esta vez, el ataque tuvo lugar en la reserva Araribóia, en el estado de Maranhao. Un lugar homologado en 1990, que cuenta con 413.000 hectáreas y es casa para cerca de 6.000 indígenas de las etnias Awá-Guajá, Guajajara (o Tenetehar), y algunos Awá aislados de forma voluntaria.

Paulo Paulino y Souza Silva salieron a cazar en esta zona, cuando los madereros los sorprendieron y les exigieron rendirse y entregar sus arcos y flechas, según describe EFE. El encuentro, con armas de fuego en medio que mataron a Paulo Paulino, siguió con Souza Silva huyendo hasta su aldea para pedir ayuda.

Sin embargo, este episodio no es nuevo. Maranhao es uno de los nueve estados amazónicos de Brasil que sufre ataques constantes desde hace años, tanto por parte de madereros como de compradores ilegales de tierra, llamados ‘grileiros’. Unas invasiones que, según el Consejo Indigenista Misionero, han aumentado en un 44% en los primeros nueve meses del año (respecto al mismo periodo de 2018), lo que supone 160 casos en un total de 153 tierras de 19 estados. Tiempo que coincide con la llegada al Gobierno de Jair Bolsonaro, quien se ha declarado a favor de esta explotación de los recursos naturales.

“Las tierras indígenas vienen sufriendo a lo largo de los últimos años constantes invasiones a pesar de las denuncias realizadas por los indígenas. Son muchos los problemas y muchos los indígenas que están siendo amenazados por defender su territorio”, afirmó a la agencia de noticias EFE Gilderlan Rodrigues, coordinador del Consejo Indigenista de Maranhao.

Grupos ambientales y de DD.HH. denuncian la impunidad de los ataques

Esto es lo que precisamente denuncian las organizaciones de derechos humanos y medioambientales: ha habido un aumento de las invasiones, pero no del castigo en torno a este tipo de delitos. La propia Greenpeace exigió que “sean tomadas acciones inmediatas para evitar más conflictos y muertes en la región” que, como señalaba el Consejo Indigenista, no son puntuales.

En 2007, en los alrededores de la aldea de Paulo Paulino y Souza Silva, fue asesinado el indígena Tomé Guajajara; mientras que, en 2008, un grupo de madereros invadió otra aldea de la zona a tiros. En esa línea, Human Rights Watch (HRW) reportó que solo en 2015 en Maranhao hubo 16 asesinatos por conflicto de tierras, de las cuales ocho, según los indígenas, fueron represalias de madereros. Pero aquí la cuestión: ni uno solo de estos episodios ha terminado ante la justicia, pese a que, en algunos casos, detrás hay redes de mafias de extracción ilegal de madera, de acuerdo con HRW.

El ministro de Justicia, Sergio Moro, se refirió al ataque y se comprometió en que la Policía Federal “investigará el asesinato”: “No ahorraremos esfuerzos para llevar ante la justicia a los responsables de este grave crimen”. Pero no agregó más información. En la línea del Gobierno de Maranhao, que dijo que “acompaña la situación” y que mandará varios equipos con el fin de “esclarecer el caso y proteger a los amenazados”.

La cuestión es cómo frenar estas muertes e invasiones contra las riquezas naturales, cuando la retórica del Gobierno es anti-medio ambiente, critica el Consejo Indigenista. Y así lo afirmó Bolsonaro, quien no cree que la Amazonía sea “patrimonio de la humanidad”, cuando llegó al poder: “ni un centímetro cuadrado más para las tierras indígenas”.

“El Gobierno de Bolsonaro tiene sangre indígena en sus manos (…) El aumento de la violencia en los territorios indígenas es el resultado directo de sus discursos de odio y los pasos dados contra nuestro pueblo”, sentencia la líder Sonia Guajajara de APIB, la Organización de los Pueblos Indígenas de Brasil, quien explicó a Reuters que su cuerpo aún yace donde fue asesinado.

Fuente: france24.com