A un año de las elecciones en Estados Unidos, es crucial para los partidos entender quiénes son y qué quieren los hispanos, esa «etnia» creada por practicidad burocrática que reúne a 60 millones de personas de diversos orígenes con la capacidad de decidir el futuro del país.
A grandes rasgos: la mayoría de los hispanos en Estados Unidos son mexicanos (60%) y viven sobre todo en Texas y California. Los puertorriqueños -que son ciudadanos estadounidenses- dominan Nueva York seguidos por los dominicanos y comparten Florida con los cubanos. Los demás son minoritarios.
Lo que amalgama a todas estas personas que vienen de una veintena de países de distintas culturas es el idioma español. Y, recientemente, también los une su antipatía hacia el presidente Donald Trump, que perciben como recíproca.
El resto, para decirlo en términos hispanos, es un «arroz con mango». Un «desmadre», un «jaleo» o un «quilombo».
Pero más allá de los regionalismos lingüísticos, el sentido de identidad del «hispano» se construye al llegar a Estados Unidos, cuando latinoamericanos y españoles descubren que su nacionalidad no los hace únicos y que, para los «gringos», son todos iguales.
«Para ellos no hay diferencia entre un mexicano y un argentino, por más europeo que se crea el argentino», dice Eduardo Gamarra, profesor de ciencias políticas de la Universidad Internacional de Florida.
«Lo que hace a este país es un proceso de sociabilización muy fuerte», explica el académico, poniendo como ejemplo Miami, donde conviven cubanos, venezolanos, puertorriqueños, mexicanos y colombianos que pierden su unicidad al llegar al país.
Es el caso de los cubanos de Florida, «que ahora son tratados igual que los mexicanos y están siendo deportados», y los venezolanos, «que pensaban que tenían una relación especial con Estados Unidos» y ahora descubren que no tendrán beneficios migratorios, dice el experto.
Así, la hispanidad -o el golpe de realidad- comienza en los puestos fronterizos.
«Todos hablamos el mismo idioma. Tenemos la misma religión. Tenemos herencia mestiza, le guste a la gente o no», dice Matt Barreto, profesor de ciencias políticas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) y cofundador de la encuestadora Latino Decisions.
«Se ha creado una identidad que la gente llama ‘hispano’ o ‘latino’ y que se piensa que es real», prosigue.
– Un nuevo sentido de unidad –
El término «hispano» nació en 1970, cuando apareció por primera vez en un censo nacional, y se solidificó en los años 1980, cuando la oficina del censo comenzó a utilizarlo oficialmente.
Fue un concepto creado para simplificarle la vida a los encuestadores. Hoy en día, se la simplifica también a los publicistas, los políticos y los grupos de presión.
Si en las encuestas se tomaran en cuenta la veintena de países de donde provienen los hispanoparlantes, «sería más difícil hacer lobby e intentar ganar influencias», dice Barreto.
Esto a nivel práctico. Pero también en lo individual, la categorización fortalece a la comunidad. Por ejemplo, «hemos visto un importante aumento del sentido de unidad porque existe la percepción de que Trump está atacando a todos los latinos», añade.
El presidente ha dicho que los mexicanos son violadores que deben pagar por el muro en la frontera, calificó de animales y pandilleros a los hondureños y salvadoreños que venían en caravana y sugirió que los puertorriqueños que sufrieron dos huracanes seguidos eran perezosos.
Total: tres de cada cuatro hispanos (72%) tenían una opinión desfavorable de Trump en abril de este año, según Latino Decisions.
«La pregunta es si esto se convertirá en una participación electoral masiva», dice Barreto.
Para las elecciones presidenciales de noviembre de 2020, los hispanos serán por primera vez el mayor grupo étnico del electorado al representar 13% de los votantes, de acuerdo al instituto Pew.
En otras palabras, son un lobby fuerte, pero al mismo tiempo tan diverso que dificulta las cosas a los candidatos que necesitan conquistarlos.
«No son un monolito, a pesar de lo que los políticos tienden a pensarlo», dice Sharon Navarro, profesora del departamento de ciencias políticas de la Universidad de Texas en San Antonio.
«¿Que los latinos se sienten atacados por la retórica de Trump sobre migración? Sí, en general, pero también hay matices culturales en cada grupo», añade.
Por ejemplo, los directores de campaña ya saben que el voto de Florida es crucial porque es un estado pendular que suele determinar quién va a la Casa Blanca. Pero no todos están conscientes de que su población hispana es distinta a la del resto de Estados Unidos.
«Si estás buscando el voto latino en este país, tienes que saber que Florida es muy complejo. (…) Y si piensas que ganar Florida es sólo enfocar a los cubanos, lo tienes difícil», advierte Gamarra.
Fuente: AFP.com