Hace tres años, Luis Moya inauguró Hammer & Nails, un club de fetichismo sexual en Miami que tenía una mazmorra, jaulas, esposas y un equipo de descargas eléctricas para aquellos clientes amantes del servilismo.
El viernes, se pudo ver a Moya esposado en un ambiente muy distinto al de su club: en una sala de corte, vestido con el mono anaranjado de los presos, y frente a la familia de Ana Rosa Moreno, con quien, en determinado momento, compartió su casa, y a quien, tras estrangularla, lanzó a la calle su cadáver.
“El simple hecho de que ya no puedo llamar a Ana Rosa por teléfono ni mandarle un texto para decirle que la quiero, me parte el corazón”, dijo en el tribunal Wendy Moreno, hermana de la víctima.
Moreno calificó a Moya como “un ser monstruoso que decidió matar a mi hermana por puro egoísmo”.
Moya, de 52 años, no ofreció ninguna disculpa, no pidió perdón y no dijo nada cuando una jueza de Distrito del Condado Miami-Dade lo sentenció a 45 años de cárcel por homicidio en segundo grado.
“A su edad, señor Moya, 45 años tras las rejas equivale a una sentencia de cadena perpetua”, le dijo la jueza Marisa Tinkler Méndez al acusado.
En junio, un jurado halló culpable a Moya. Los fiscales del Condado Miami-Dade Suzanne Von Paulus y Stewart Hedrick solicitaron una sentencia de cadena perpetua, argumentando que Ana Rosa Moreno murió de la “forma más espantosa que puede morir un ser humano”.
Por su parte, los abogados defensores de Moya dijeron que el acusado era un padre de familia que había tenido una serie de diferentes negocios durante largos años, entre ellos una granja para criar tilapias, y una compañía de paseos en bote. Todavía podría contribuir a la sociedad, argumentaron los abogados Lauren Dawson y Alex Saiz.
“Condenar al señor Moya a una sentencia de cadena perpetua es darle una pesada carga a los contribuyentes”, dijo Dawson.
El estilo de vida y el trabajo de Moya no agradó al jurado.
En 2016, Moya inauguró el club de fetichismo sexual en Wynwood. En un reportaje que publicó New Times ese año, Moya elogió el club como un lugar seguro para personas que disfrutan el “BDSM”, un acrónimo para servidumbre, esclavismo y sadomasoquismo.
“La gente cree que el BDSM tiene que ocasionarle dolor todo el tiempo, pero no tiene nada que ver con eso”, le dijo Moya al periódico. “La mayoría del BDSM tiene que ver con tener control sobre los sentimientos y creencias de los demás y hacerlos sentir estupendamente. Somos humanos, y el sexo es parte de la vida de todos los humanos”.
Durante el juicio, los miembros del jurado escucharon testimonios donde se afirmaba que Moya estranguló a Moreno, que trabajaba en un concesionario de autos, y vivió un tiempo con él en su casa de Kendall. Moya la había cautivado mintiéndole, y le dijo que tenía 37 años, y que era un acaudalado empresario brasileño. En el juicio, los fiscales dijeron que Moya se enfureció con Moreno después que ella decidió mudarse de la casa.
El cuerpo sin vida de Moreno se descubrió tirado en la calle en la cuadra 2900 de la avenida 1 del suroeste en las primeras horas del 15 de diciembre de 2018. En un inicio, la policía creyó que se trataba de una sobredosis de drogas, hasta que una autopsia reveló que había sido estrangulada.
Moya le admitió a detectives de homicidio de la policía de Miami que Moreno regresó a su casa esa noche. Dijo que Moreno le pidió dinero, y que luego le dijo que la llevara hasta The Roads, un vecindario de Miami. En un principio, Moya admitió haberla llevado hasta allí, pero luego dijo que la mujer se bajó de su automóvil, se subió en el auto de un hombre y desapareció de su vista.
Sin embargo, los fiscales le mostraron al jurado un video de vigilancia donde aparece Moya en el momento en que se deshace del cadáver de Moreno, y después se aleja en el Honda Accord de la víctima. Cuando la policía le enseñó el video, Moya cambió su historia y negó que el auto que aparece en las imágenes es el que conducía.
La Fiscalía también presentó documentos de peaje donde se indica que Moya condujo de Kendall a Miami, mensajes de texto donde se percibe la ira que sentía contra Moreno, y las búsquedas en Google para poder desconectar el GPS del auto de Moreno antes de lanzar a la calle el cadáver. Moya nunca admitió haber estrangulado a la mujer.
El asesinato devastó a la familia Moreno. Ana Rosa tenía pensado asistir al Miami Dade College (MDC), y posteriormente ingresar en las fuerzas armadas. La hermana dijo que la joven incluso soñaba con convertirse un día en agente de policía, y la describió como un espíritu independiente.
“Tenía la risa más contagiosa que cualquiera pudiera nunca imaginar”, dijo Wendy Moreno.
La familia declaró que estaba satisfecha con la sentencia de 45 años de prisión que se le impuso a Moya.
“Ella veía algo bueno en todo el mundo, incluso cuando alguien no lo merecía”, dijo Wendy Moreno. “Es realmente algo muy trágico que alguien en el que ella confió la matara del modo que lo hizo”.
Fuente: elnuevoherald.com