Si en América Latina se hiciera un concurso de popularidad sobre organismos internacionales es poco probable que el Fondo Monetario Internacional (FMI) resultara ganador.
Los programas de auxilio económico de la organización, que esta semana celebra en Washington su reunión anual de otoño, han dejado durante las últimas décadas un recuerdo amargo en varios países de la región.
¿La razón? Los controvertidos programas de ajuste estructural de la economía (reducción del déficit fiscal, eliminación de subsidios, devaluación de la moneda, etc.) exigidos por el FMI como condición para entregar sus préstamos.
Así, estas medidas concebidas para paliar severas crisis económicas han encendido multitudinarias protestas y, en algunos casos, han derivado en inestabilidad política.
El más reciente de estos casos se vivió estos días en Ecuador, donde la eliminación del subsidio a los combustibles por parte del gobierno -tras haber alcanzado un acuerdo con el FMI- ocasionó una ola de violentas manifestaciones que llevaron al presidente Lenín Moreno a declarar el estado de excepción e, incluso, a mudar la sede del Ejecutivo de Quito a Guayaquil.
Fuente BBC