Los servicios de seguridad franceses tratan de tirar del ovillo, lo máximo posible, para descubrir posibles complicidades en el ataque perpetrado el pasado 3 de octubre en la prefectura de policía de París.
Cinco personas fueron detenidas ayer para ser interrogadas sobre este caso, entre ellas un imán radical de la mezquita que frecuentaba el autor del atentado, Mickaël Harpon, informático de la misma prefectura, francés originario de la isla de Martinica, en las Antillas, que se había convertido al islam.
Los arrestos de individuos del entorno de Harpon se produjeron en Gonesse, Sarcelles y Le Thillay, localidades de la periferia norte parisina. La operación fue llevada a cabo por agentes de la Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) y otros cuerpos de la lucha antiterrorista.
Entre los detenidos figuraba Ahmed Hilali, un controvertido imán salafista de la mezquita de Gonesse que estaba fichado por la policía francesa, desde el 2015, por sus actitudes extremistas. Hilali, de 35 años y origen marroquí, fue expulsado de la mezquita, el pasado viernes, por los propios responsables del templo. Hilali ya había sido objeto de un procedimiento, en el 2015, para que abandonara Francia, pero finalmente logró obtener otro permiso de residencia.
Causa extrañeza que el Estado Islámico no se haya atribuido todavía el múltiple apuñalamiento
Desde un primer momento, los investigadores del ataque del día 3, en el que murieron acuchillados tres agentes de policía y una funcionaria –además del propio Harpon, abatido por los disparos de otro policía–, se preguntaron si se trató de la acción de un hombre solo, fanatizado, o bien lo hizo siguiendo órdenes y contaba con una red de apoyo.
La esposa de Harpon, aquejada de sordera, como él, y nacida en Marruecos, fue sometida a un largo interrogatorio, al término del cual recuperó la libertad sin cargos. Según ella, el marido nunca le anunció que fuera a atacar a sus compañeros en la prefectura. Sí describió la crisis que tuvo él la noche anterior al ataque, cuando, muy agitado, gritó “Alá es grande”, en árabe, en varias ocasiones, extremo que fue confirmado por algunos vecinos.
Causa cierta extrañeza que el Estado Islámico, siempre rápido a reivindicar atentados, no lo ha haya hecho hasta ahora, en sus órganos de propaganda, en relación con el de la prefectura, aunque se trató de la clásica acción que el grupo terrorista anima a cometer, contra servidores del Estado y usando cuchillos como armas.
Después del atentado, en el homenaje que se rindió a las víctimas, el presidente Emmanuel Macron pidió a toda la sociedad que incrementara la vigilancia y denunciara comportamientos sospechosos.
Uno de los escenarios más delicados son las propias fuerzas del orden. El ministro del Interior, Christophe Castaner, reconoció que se habían producido graves fallos de comunicación interna que impidieron actuar contra Harpon a pesar de conocerse su militancia islámica y sus comentarios congratulándose del atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo , en el 2015.
Como medida preventiva, dos funcionarios policiales fueron suspendidos –y desposeídos de sus armas reglamentarias– el jueves pasado debido a su conducta islámica integrista.
Fuente: lavanguardia.com