En Florida se abrió caso de acoso sexual de ex reclusa.

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Jordyn Gilley-Nixon no tiene nada que perder.

Está discapacitada, desempleada y no tiene hijos pequeños. Ya no es una reclusa en la Institución Correccional de Lowell, donde dijo que había estado demasiado asustada para presentar quejas por temor a represalias.

Ahora, Gilley-Nixon, de 39 años, ha señalado a varios hombres en Lowell que, según ella, la acosaron sexualmente, la manosearon y le hicieron insinuaciones cuando estaba encarcelada. Su vídeo de YouTube, que obtuvo más de 15,000 visitas en menos de una semana, provocó una investigación con el inspector general del departamento.

La FDC, en un comunicado emitido a través de una portavoz, confirmó que el asunto está bajo investigación.

“Este vídeo se ha enviado a la Oficina del Inspector General de la FDC para que se haga una investigación exhaustiva de las denuncias. El Departamento de Correcciones de la Florida toma en serio todas las acusaciones de abuso o maltrato a los reclusos y los anima a todos y al personal a denunciar de inmediato conductas inapropiadas o ilegales”, dice el comunicado. “El departamento cuenta con un sólido proceso de quejas para reclusos, junto con TIPS, una línea anónima que se comunica directamente con la OIG, para garantizar que los reclusos tengan todas las oportunidades de denunciar conductas indebidas sin temor a represalias”.

“La Oficina del Inspector General de la FDC garantiza que todos los informes de mala conducta se investiguen a fondo. Cualquier empleado que haya actuado de manera inapropiada o ilegal se enfrenta a medidas disciplinarias que pueden incluir el despido y el arresto. El FDC tiene cero tolerancia para el personal que actúa de manera inapropiada y contraria a nuestros valores fundamentales: respeto, integridad, valentía, servicio desinteresado y compasión”.

A pesar de la declaración, el departamento, y en particular Lowell, ha sido fuente de innumerables quejas sobre acoso sexual que involucra a los guardias encargados de las reclusas. La situación ha persistido a través de varios alcaides y secretarios del departamento.

Justamente el mes pasado, cuando un periodista entrevistaba a una reclusa que alegaba acoso sexual por parte de los agentes de Lowell, —después de que un guardia de otra prisión de Florida la violara y la dejara embarazada—, el departamento insistió en la presencia del personal en la habitación, lo que provocó que la reclusa se limitara en sus respuestas.

Gilley-Nixon publicó el video como parte del movimiento de protesta frente al ataque contra Cheryl Weimar por parte de cuatro guardias, que dejó a Weimar paralizada. La demanda alega que el 21 de agosto los guardias arrastraron a Weimar, quien tiene antecedentes de enfermedad mental, “como una muñeca de trapo” hasta que estuvieron lejos de las cámaras, golpeándola casi hasta la muerte. Un abogado está demandando al Departamento de Correcciones de la Florida en su nombre.

“No es solo la historia de Cheryl”, dijo Gilley-Nixon. “La historia de Cheryl es horrible. Es absolutamente repugnante que eso pueda suceder y continúe sucediendo, pero ha estado sucediendo durante años”.

Lowell es el objetivo de una investigación en curso por parte del Departamento de Justicia de los Estados Unidos por maltrato de presos. Una serie del Miami Herald del 2015 sobre Lowell, la segunda prisión para mujeres más grande de los Estados Unidos, detallaba cómo los guardias obligaban a las reclusas a cambiar favores sexuales por artículos como papel higiénico o tampones.

Gilley-Nixon relató que los agentes descargaban todo su peso corporal contra ella, la besaban y le tocaban lo genitales mientras estaban excitados sexualmente. Dijo también que un oficial de correcciones que tenía fetichismo por los pies le exigió ver sus pies descalzos.

En prisión, era conocida como Jordyn Cahill e ingresó arrestada como adicta a los opiáceos, acusada de robo con un arma mortal. Dijo que en prisión se esforzó por cambiar su vida, convirtiéndose en asistente legal certificada.

Aunque ha estado en otras cárceles, dijo que sufrió abusos solo en Lowell y solo por parte de los hombres.

“Estos son oficiales varones, y es un sistema que favorece privilegios masculinos”, dijo.

Prevé reunirse con algún funcionario de la Oficina del Inspector General el martes para ver fotos y quejas presentadas contra algunos de los hombres que Gilley-Nixon mencionó en su video.

Desde que se publicó su video, Gilley-Nixon ha pedido a las reclusas actuales y anteriores y a sus familiares que compartan sus historias con la Oficina del Inspector General. En las primeras 24 horas después de que su video fue publicado en YouTube, dijo que siete personas la llamaron para compartir relatos, —incluido un familiar preocupado por una mujer joven que se sometió a un examen pélvico de 30 minutos de duración, dijo.

En general, Gilley-Nixon dijo que tenía una buena relación con los oficiales debido a su trabajo en la prisión. Gilley-Nixon trabajó en el edificio de educación en su propia oficina, dijo, donde los oficiales pasaban. Pero dijo que tener una buena relación también la convirtió en blanco fácil. En su video, detalla cómo un oficial le escribió un informe disciplinario y le pidió una cita al dorso del informe.

Cuando fue liberada en 2013, Gilley-Nixon dijo que varios de los oficiales se comunicaron con ella. Uno recordó un beso que compartieron; Gilley-Nixon dijo que se vio obligada a hacerlo, y que fue uno de sus peores recuerdos.

Desde su liberación, ha salido a veces con Blake Avis, un funcionario de la correccional, contemporáneo a su encarcelamiento, durante cinco años después de su liberación. Dijo que él nunca actuó de manera inapropiada con ella cuando estuvo recluida.

Desde que salió el video, Gilley-Nixon dijo que ha tenido noticias de la ex esposa de Avis y su nuevo esposo, quienes trabajan para FDC. La han llamado mentirosa; pero dijo que los comentarios sobre el video han sido en su mayoría positivos.

“No le temo a nada, pero no todos están en la misma posición”, dijo. “La gente quiere ver un cambio, y por ello está invitando a la gente a hablar, que es lo que continuaré haciendo”.

Por El Nuevo Herald