La organización yihadista lleva a cabo el primer ataque con reses cargadas de explosivos en territorio iraquí, una nueva táctica para suplir la falta de reclutas
Hace unos días los vecinos de Al Islah, en la provincia iraquí de Diyala, sufrieron el atentado más particular que se recuerda en los alrededores: dos vacas con sendos cinturones de explosivos adheridos a su cuerpo saltaron por los aires en las inmediaciones de un puesto de control. La detonación por control remoto no causó víctimas pero se ha convertido en una exhibición de las nuevas tácticas que han comenzado a emplear las huestes del autodenominado Estado Islámico.
«El ataque es una prueba de debilidad y desesperación del Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico]. No tienen capacidad de urdir ataques directos contra las fuerzas de seguridad», confirma a EL MUNDO Yehia Rasul, portavoz del ejército iraquí. Según Rasul, el ataque se saldó sin heridos. Las reses se hallaban cerca de un puesto de control militar a unos 70 kilómetros al noreste de Bagdad cuando los soldados abrieron fuego.
La explosión, la primera de este tipo registrada en el país en los últimos años, se produjo en las inmediaciones de la ciudad, causando algunos desperfectos en las viviendas más próximas. Poco después, las autoridades lanzaron un operación para tratar de dar caza a las células durmientes del grupo que dirige Abu Bakr al Bagdadi y que llegó a controlar vastas zonas de Irak y la vecina Siria.
«Fue un ataque frustrado. Creemos que las células se esconden en zonas desérticas, en regiones de orografía difícil y montañosa. Estamos haciendo grandes avances, con ataques casi diarios contra sus escondrijos y sus arsenales», señala Rasul, confiado en que el uso de «animales bomba» es una evidencia de que el IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés) ha perdido su capacidad de reclutar y no quiere sacrificar a su reducida mano de obra.
BURROS, VACAS Y PERROS CARGADOS DE EXPLOSIVOS
El empleo de animales como artefactos explosivos improvisados no resulta una novedad entre los yihadistas. Ya en la década que sucedió a la invasión estadounidense de Irak, la rama local de Al Qaeda -embrión de lo que luego sería el IS- sorprendió a las fuerzas de seguridad con el uso de animales, desde vacas a perros. Entre 2005 y 2007, el grupo recurrió a la táctica para hostigar a las milicias suníes establecidas por EEUU para derrotar a la organización en la provincia occidental de Al Anbar.
Los «burros bomba» también se convirtieron hace una década en un arma de los extremistas en Afganistán y Pakistán en ataques contra fuerzas de la OTAN. «En realidad, es un método muy antiguo. El grupo está roto, derrotado y desperdigado por varias regiones del país», agrega Rasul. «Tenemos, además, informaciones ciertas de que se están produciendo divisiones y discrepancias dentro de la organización».
La localidad iraquí que ha sido escenario del ataque es una plaza estratégica en la provincia de Diyala, una zona disputada por kurdos y el Gobierno central iraquí en la que conviven suníes, chiíes y kurdos y en la que se han registrado ataques, secuestros y acciones del IS. Recientemente, las fuerzas de seguridad aseguraron haber erradicado la actividad yihadista en el área. Una afirmación que la embestida pone ahora en duda.
A pesar de su baja intensidad, el empleo de estos medios no convencionales ratifica la alarma sobre el rearme de la organización en sus confines de origen, Siria e Irak, a caballo de los que fue proclamado el hoy extinto califato. El ataque con «vacas suicidas» es un recordatorio a los vecinos de la zona y un intento de propagar el mismo terror que sembraron hace un lustro.
Una advertencia más tras un verano marcado por los incendios de los campos de cultivo. A través de su semanario Al Naba, el IS ha reivindicado el 10 por ciento de los fuegos registrados en el norte de Irak en represalia contra aquellos que se negaron a aceptar las extorsiones.
«El IS está intentado aplicar, de nuevo, impuestos como medio de refinanciarse», explica a este diario Hisham al Hashimi, un destacado asesor de seguridad del Gobierno iraquí. Una sucesión de errores siembra su rearme. «El principal fallo que está alimentando el regreso es que las fuerzas de seguridad y el ejército han decidido no buscar la cooperación de la población», esboza el experto, que sitúa la presencia más destacada de yihadistas en la porosa zona fronteriza entre Siria e Irak. Otra de las evidencias de su reciente expansión es el incremento registrado en los últimos meses de los bombardeos de la coalición internacional liderada por EEUU.