Robert Mugabe, quien gobernó Zimbabue durante casi cuatro décadas, murió este viernes a los 95 años.
El exmandatario atravesaba problemas de salud que derivaron en su fallecimiento, informó la familia a la BBC.
Mugabe fue derrocado mediante un golpe militar en noviembre de 2017, el cual puso fin a su liderazgo de 37 años.
Al ser uno de los impulsores de la independencia de Zimbabue, muchos lo consideraron un héroe que puso fin al gobierno de la minoría blanca en la nación africana.
Pero su imagen fue mutando con los años, para convertirse en la caricatura de un gobernante de mano dura africano, que destruyó todo un país con el fin de mantenerse en el cargo.
Ascenso y ocaso
Fueron las fuerzas de seguridad, las mismas que habían sido fundamentales para intimidar a su oposición y mantenerlo en el gobierno, las que lo echaron del poder en un golpe militar.
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En 2017 el Ejército decidió poner fin a su mandato, que había comenzado en 1980, después de haber liderado durante la década de los 70 la guerrilla contra el poder blanco en la antigua colonia británica de Rodesia, en el sur de África
«Algunos dicen que es viejo. Voy a conseguir una silla de ruedas especial para él. Puede dirigir (el país) desde esa silla», había declarado un año antes su esposa, Grace Mugabe.
El partido de Mugabe, el ZANU-PF, ya lo había designado como candidato presidencial para las elecciones de 2018, lo cual iba a perpetuar su ya prolongado mandato.
Mugabe se convirtió en los 70 en un héroe revolucionario que luchó contra el gobierno de minoría blanca y buscó la libertad de la población mayoritariamente negra en el país antes conocido como Rodesia.
En 1980 se convirtió en primer ministro de la nación ya independizada de Reino Unido y rebautizada como Zimbabue. Siete años después, pasó a ser el presidente.
«Contra el capitalismo y el colonialismo»
Mugabe llegó al poder bajo la premisa de combatir el capitalismo y el colonialismo, y expropió las granjas que pertenecían a los blancos.
Durante sus años de mandato atacó a los críticos acusándolos deser «traidores» y estar «vendidos» a las potencias occidentales, en especial a Reino Unido, al que culpó en numerosas ocasiones de ser el causante de los graves problemas económicos del país. Derechos de autor de la imagen
Tras su primera derrota electoral en un referendo en 2000, Mugabe activó a su milicia personal —veteranos de la guerrilla—, que se valió de la violencia y el asesinato como estrategia electoral. Y siguió en el poder.
En las elecciones presidenciales de 2008 parecía que iba a llegar su final político, largamente vaticinado pero nunca concretado.
«Si uno pierde una elección y es rechazado por el pueblo, es el momento de dejar la política», dijo tras la primera vuelta.
Al saber que tendría que enfrentar en una segunda vuelta a su rival político, Morgan Tsvangirai, cambió de opinión y dijo que «solo Dios» podría apartarlo del sillón presidencial.
En medio de una ola de violencia por parte de los partidarios de Mugabe, su rival desistió y tras un acuerdo con el gobernante aceptó convertirse en primer ministro bajo su mando.
«Caricatura de dictador»
Todos los recursos del Estado —fuerzas de seguridad e instituciones públicas— fueron ampliamente controlados por miembros del partido gobernante. Y fueron usados al servicio de Mugabe, a quien los críticos acusaban de «dictador».
Uno de ellos, el arzobispo sudafricano Desmond Tutu, señaló que Mugabe se había convertido en «una caricatura del arquetípico dictador africano».
En la campaña para las elecciones de 2002, el líder vistió camisas de colores llamativos con su propio rostro estampado.
El hombre que luchó por «una persona, un voto» cuando era joven, introdujo un requerimiento que exigía a los votantes que probaran su residencia con facturas, algo improbable en el caso de los más jóvenes, muy afectados por el desempleo.
El 31 de julio de 2013 Mugabe fue reelegido con el 61% de los votos.
Los observadores independientes reportaron irregularidades en los comicios, que el gobierno negó.
Los logros
Uno de sus logros durante sus casi cuatro décadas de mandato fue la expansión de la educación.
Zimbabue tiene uno de los niveles más altos de alfabetismo en toda África.
El profesor de ciencias políticas de la Universidad de Zimbabue, fundador del Instituto de Opinión Pública del país, Masipula Sithole, dijo en una ocasión que al promover la educación el presidente estaba «cavando su propia tumba».
Mugabe presumía que sólo dejaría el poder cuando completara la «revolución»; es decir, la redistribución de la tierra en propiedad de los blancos y la elección de su sucesor o sucesora, puesto que podría asumir su esposa Grace Mugabe, quien fuera su secretaria y 41 años más joven que él.
«Es un país de hombres negros y por eso es un hombre negro el que debe decidir de quién es la tierra y de quién no», dijo el mandatario en 2005.
«Nuestro rey»
Uno de las figuras políticas más leales a Mugabe, Didymus Mutasa, quien desempeñó varios cargos en su gobierno, llegó a decirle a la BBC que en la cultura de Zimbabue los reyes solo son reemplazados cuando mueren.
«Y Mugabe es nuestro rey», aseguró.
Mugabe era una devoto católico que, con 73 años, tuvo su tercer hijo.
Su fe no le impidió concebir dos hijos con Grace mientras su popular primera esposa, Sally, moría de cáncer.
«Me siento tan joven y con tanta energía como un niño de nueve años», dijo en 2014 al celebrar por todo lo alto su cumpleaños número 90.
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Por BBC
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