Disidente de las FARC anunció retoma de armas en Colombia

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Colombia amaneció este jueves con la confirmación de uno de sus peores temores. Iván Márquez, quien fuera el jefe negociador de las FARC en los diálogos con el Gobierno y se encuentra en paradero desconocido desde hace un año, reapareció de madrugada en un video junto con otros excomandantes de la extinta guerrilla para anunciar “una nueva etapa en la lucha armada”. El mensaje acrecienta las preocupaciones en torno a la frágil implementación de los acuerdos de paz.

“Nunca fuimos vencidos ni derrotados ideológicamente. Por eso la lucha continúa. La historia registrará en sus páginas que fuimos obligados a retomar las armas”, afirma Márquez en el vídeo en el que aparece al lado de una veintena de hombres armados con fusiles. Lo acompañan otros dos importantes líderes de las otrora Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que se habían apartado de sus compromisos con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP): Seuxis Paucias Hernández, alias Jesús Santrich, requerido por la justicia señalado por narcotráfico, y Hernán Darío Velázquez, El Paisa, que lideró una de las estructuras más cruentas de la insurgencia.

“Anunciamos al mundo que ha comenzado la segunda Marquetalia [el emblemático lugar donde nacieron las FARC hace más de medio siglo] bajo el amparo del derecho universal que asiste a todos los pueblos del mundo de levantarse en armas contra la opresión”, proclama Márquez en la grabación de 32 minutos, con fecha 29 de agosto de 2019. Asegura que hablan desde algún punto del río Inírida, en la región amazónica del sureste del país, cerca de las fronteras con Venezuela y Brasil. Sin embargo, diversos observadores e información de inteligencia apuntan a que el grupo de excomandantes disidentes se encuentran en territorio venezolano

Márquez aparece en el vídeo vestido de verde militar y con una pistola en la cintura. Asegura que la decisión de volver a las armas “es la continuación de la lucha guerrillera en respuesta a la traición del Estado al acuerdo de paz de La Habana” y que buscarán alianzas con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la última guerrilla activa en Colombia con fuerte presencia en la frontera con Venezuela. Aunque el presidente Iván Duque, con poco más de un año en el poder, ha reiterado le necesidad de hacer correcciones a lo pactado –una promesa de campaña–, también ha reiterado el compromiso del Gobierno para acompañar a los más de 10.000 excombatientes en proceso de reincorporación que hacen su tránsito a la vida civil.

“La paz es un logro histórico que no tiene marcha atrás”, aseguró Humberto de la Calle, el jefe negociador del Gobierno de Juan Manuel Santos durante los diálogos, al tiempo que llamó a la comunidad internacional a redoblar su acompañamiento y vigilancia del proceso. El Gobierno de Duque, heredero político del expresidente Álvaro Uribe, el más férreo crítico de la negociación, “debe asumir con decisión y con criterio de Estado el liderazgo del proceso de paz, y dejar de actuar con criterio de partido como lo ha hecho hasta la fecha”, reclamó De la Calle.

La que fuera la mayor guerrilla del continente, desarmada y convertida en partido político, ya se sienta en el Congreso de Colombia, con diez escaños garantizados como parte del acuerdo de paz. Pero el paradero desconocido de Márquez, Santrich y El Paisa, líderes que abandonaron los espacios de reincorporación alegando inseguridad física y jurídica, ya había encendido las alarmas sobre el futuro de los excombatientes. Los mayores temores apuntan a que esos líderes alimenten el fuego de las disidencias que ya operan en distintas regiones, como parece confirmar el video. Sin embargo, no está claro que el grupo de excomandantes esté articulado con otras disidencias como la que encabeza Gentil Duarte, o que estos grupos tengan alguna cadena de mando.

Esos temores ya se habían visto avivados por los pronunciamientos desde la clandestinidad de Márquez, quien había calificado en un par de ocasiones el desarme como un “grave error”, pues alegaba que los fusiles eran la única forma que tenían de garantizar que el Estado cumpla lo pactado. También por el rocambolesco caso de Jesús Santrich, quien estuvo un año en la cárcel, pedido en extradición por Estados Unidos, y salió libre por orden de la justicia transicional antes de convertirse formalmente en un prófugo de la justicia.

Márquez, quien llegó a ser el ‘número dos’ de la guerrilla, sostenía de tiempo atrás un pulso con el jefe máximo de los rebeldes durante los diálogos, Rodrigo Londoño, Timochenko, ahora presidente de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, el partido surgido de los acuerdos que heredó las siglas de la guerrilla. “Siento vergüenza con toda la gente que nos acompañó desde afuera. Quiero reiterarle a Colombia, a Cuba, Noruega [los países acompañantes], a Naciones Unidas, a toda la comunidad [internacional] que nuestro compromiso se mantiene por encima de las dificultades”, dijo Londoño, en una de las primeras reacciones del partido FARC, a la W Radio. “Creo que somos más y mejores los que estamos en el proceso y no vamos a desfallecer”, aseguró.

«Es una gran equivocación la decisión que han tomado. Hay una desconexión con la realidad que vive actualmente el país», lo complementó Iván Gallo, conocido como Carlos Antonio Lozada, senador de la FARC. «Si bien es cierto que hay una serie de argumentos que se expresan ahí sobre incumplimientos, la vía armada no tiene cabida en Colombia».

Márquez asegura en el video que la nueva insurgencia, que toma el nombre y símbolos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, no tiene como objetivo soldados ni policías «respetuosos de los intereses populares», sino que será «esa oligarquía excluyente y corrupta, mafiosa y violenta que cree que puede seguir atrancando la puerta del futuro de un país». Afirma que el Estado conocerá «una nueva modalidad operativa (…) Solo responderemos a la ofensiva».

También promete un «desmarque total de las retenciones con fines económicos», en una aparente referencia a los secuestros, aunque buscarán «el diálogo con empresarios, ganaderos, comerciantes y la gente pudiente del país, para buscar por esa vía su contribución al progreso de las comunidades rurales y urbanas». Márquez reclama que desde la firma del acuerdo a finales de 2016 no se han detenido los asesinatos de líderes sociales y de exguerrilleros.

En seguida añade: «Todo esto, la trampa, la traición y la perfidia, la modificación unilateral del texto del acuerdo, el incumplimiento de los compromisos por parte del Estado, los montajes judiciales y la inseguridad jurídica, nos obligaron a regresar al monte». Al final del manifiesto, Santrich interviene para lanzar la arenga «Vivan las FARC-EP», que el resto de guerrilleros responde con un «¡Viva!».

La víspera, la Fundación Paz y Reconciliación, Pares, había advertido que las disidencias operan en 85 municipios, están agrupados en 23 estructuras y cuentan con 1.800 guerrilleros además de 300 nuevos reclutas. Según los investigadores, la creación de una nueva guerrilla es uno de los escenarios más delicados de cara al futuro. «Lo más probable es que Iván Márquez, Jesús Santrich y los 11 comandantes que se han retirado del acuerdo de paz en el último año hayan entrado en contacto con algunos grupos disidentes, lo cual reforzaría la posibilidad de crear una nueva estructura con ambiciones políticas”, señala el informe.

Fuente: El País