Tras la sorpresiva renuncia del secretario de Hacienda de México esta semana, se desató una tormenta política en el país en medio de la discusión sobre el rumbo de la economía.
El escenario no es el mejor de todos, dado que la economía mexicana se contrajo 0,2% en el primer trimestre de este año, disparando las alarmas sobre una eventual recesión. «Estamos aún muy, muy lejos» de una recesión, dijo esta semana el nuevo secretario de Hacienda, Arturo Herrera, quien reemplazó en el cargo a Carlos Urzúa.
Urzúa publicó este martes una dura carta en la que expresó su desacuerdo con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) por tomar decisiones de política pública «sin suficiente sustento».
«Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuidando los diversos efectos que ésta pueda tener y libre de todo extremismo, sea éste de derecha o de izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco».
En medio de esta polémica, el propio AMLO aseguró este viernes que no ve una amenaza de recesión. «¿Por qué no dicen que el peso es la moneda que más se ha fortalecido en el mundo con relación al dólar en este tiempo?, ¿Por qué no dicen que hay menos inflación que antes?», aseguró el mandatario.
La idea de que es posible que la economía de México sufra una contracción ha ido tomando cada vez más fuerza, luego que uno de los miembros de la Junta del Banco de México (banco central), dijera que los indicadores actuales «ya sugieren la posibilidad de una ligera recesión«. A la misma conclusión llegó un informe de los bancos Bank of America y Merril-Lynch, que asegura que «México se encuentra en una recesión técnica«, es decir, que se han registrado dos trimestres seguidos de contracción del crecimiento.
Intentando apaciguar los temores, el gobierno ratificó que mantiene su meta de alcanzar un crecimiento promedio de 4% durante su gestión y un superávit primario de 1% para este año (refiriéndose a que el Estado tendrá más ingresos que gastos).
En medio de la discusión, las voces disidentes no se han hecho esperar. «Se han apagado» los principales motores del crecimiento, como la inversión pública y privada, el consumo y las exportaciones, advirtió el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.
Esta tormenta política ocurre justo cuando hay varios factores que generan incertidumbre, como la desaceleración económica a nivel internacional, las dudas sobre la ratificación del nuevo acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, o los problemas al interior Petróleos Mexicanos (Pemex).
«Tenemos unaeconomía estancada», le dice a BBC Mundo Jonathan Head, subgobernador del Banco Central de México (Banxico). Si bien el consumo de los hogares se ha desacelerado y la inversión privada se mantiene sin mayores cambios, el país no está al borde de una recesión, apunta. «Una recesión clásica es mucho más profunda. Se define como una contracción generalizada de la actividad económica que se extiende a los mercados laborales y cuya duración es de por los menos seis meses».
«Eso no es lo que está pasando en el país», dice Head, argumentando que difícilmente se puede hablar de una recesión, si la producción manufacturera va al alza, no ha subido sustancialmente el desempleo y los salarios medios han registrado aumentos «no observados en mucho tiempo». «Existen indicadores mixtos«, agrega, con exportaciones lentas en el último trimestre, volatilidad en la industria de la construcción, que se suman a una caída continua en la producción de petróleo, junto a una política de austeridad del gobierno de AMLO.
Más allá del debate político y el clima de incertidumbre que existe en México por el futuro económico, es necesario hacer un análisis exhaustivo correspondiente al estado económico de México para evaluar con precisión el estado real del país.
Fuente: BBC Mundo