BASF, la mayor empresa química del mundo, reduce sus expectativas de beneficios de forma drástica. Esto es, según Henrik Böhme, una señal de alarma para la economía alemana.
La advertencia sobre beneficios es uno de los términos económicos más engañosos. Porque no advierte de un beneficio que una empresa podría obtener, sino del hecho de que obtendrá menos o ningún beneficio. Una advertencia de beneficios llegó a principios de semana de la empresa química alemana BASF. No es una empresa cualquiera, es la empresa química más grande del mundo, con 122.000 empleados a nivel global. Si una empresa de este tipo reduce sus previsiones para el ejercicio en curso de manera tan drástica, esperando una caída de los beneficios de hasta un 30 por ciento, entonces todas las luces rojas de alarma deberían encenderse.
Una compañía química como esa es la primera en sentir cuando les va mal a los otros. Una compañía química tiene clientes en muchas, incluso en casi todas las industrias. En la industria del automóvil, por ejemplo, a la que suministran lacas y plásticos. En este sector, según la advertencia de BASF, la reducción del crecimiento a nivel mundial fue particularmente pronunciada. Otro factor son los conflictos comerciales en el mundo. Los optimistas que piensan que con el próximo tuit de Donald Trump ya se arreglarán las cosas, tienen que aceptar la realidad. El daño ya es enorme y no se vislumbra una solución. No hay nada a lo que las empresas teman más que la incertidumbre.
También se puede provocar una recesión con palabras, claro. Pero ya no es solo BASF. Las malas noticias de la economía alemana son cada vez más numerosas, prácticamente todos los días surgen nuevos problemas. Los pedidos de la industria alemana siguen disminuyendo. El estado de ánimo en las empresas se está volviendo negativo. El Instituto de Investigación Económica Ifo, de Múnich, que regularmente toma el pulso a las empresas, tuvo que difundir recientemente esta mala noticia. La industria manufacturera orientada a la exportación (que genera una cuarta parte del valor añadido alemán) está en retroceso, según los investigadores. Las empresas alemanas de ingeniería mecánica, el segundo gran pilar de la economía alemana, junto con los fabricantes de automóviles, esperan que la producción caiga un dos por ciento en este año.
Incluso antes de BASF, otras empresas alemanas lanzaron advertencias: Siemens registró una «inesperada caída en los pedidos”, mientras que los analistas esperan pronto una advertencia de beneficios de la empresa Thyssenkrupp. Al mismo tiempo, se acumulan los informes sobre despidos planeados: BASF quiere reducir 6.000 puestos de trabajo. El competidor Bayer ya ha recortado unos 12.000 puestos de trabajo hace algún tiempo. Parece ser que los mejores años de Siemens, Thysenkrupp y Volkswagen ya han pasado. Cada uno se prepara para la tremenda tormenta que se aproxima.
Pero aquí viene la buena noticia después de tantas malas: el mercado laboral alemán se encuentra en una situación tan sólida que podrá hacer frente a los aprietos actuales. La reducción de las jornadas laborales ha aumentado considerablemente en las últimas semanas. Esto significa que muchas empresas solo despedirán a los empleados si no les queda otra opción. Muchos intentan utilizar el mecanismo de las jornadas reducidas para mantener a los trabajadores cualificados por los que tienen que luchar tanto. Y muchos trabajadores cualificados, en caso de ser despedidos, encontrarían sin problemas trabajo en otro lugar.
Por cierto, las jornadas reducidas ayudaron a la economía alemana a recuperarse rápidamente después de la grave recesión de 2009. La economía global está todavía lejos de una caída de esa magnitud. Después de años con una economía alemana parcialmente sobrecalentada, ahora se está produciendo una fase de normalización. Esto incluye ciclos de subidas y bajadas. Las malas noticias de verdad suenan diferentes.
Fuente: Deutsche Welle