America-CV Station Group, una empresa a las que pertenece América TeVé, uno de los principales canales de la televisión hispana en Miami, se declaró el martes en quiebra debido a que no puede hacer frente a sus deudas y necesita reestructurarse o vender algunas de sus propiedades, según muestran documentos judiciales.
America-CV Station Group tuvo que iniciar el proceso de insolvencia al acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Bancarrota, que permite a las empresas continuar operando mientras reestructuran sus deudas. El conglomerado televisivo presentó la solicitud en el Tribunal de Bancarrotas del Distrito Sur de la Florida.
Para los televidentes, el proceso de quiebra no cambia mucho la situación, porque la programación no se verá alterada por el momento.
Con sede en Hialeah, la empresa estima que debe a unos 50 acreedores sumas que, en su total oscilan entre $1 millón y $10 millones, según la declaración. En activos, reportó entre $10 millones y $50 millones. América TeVé sirve a una audiencia compuesta principalmente por nuevos emigrantes cubanos.
El Capítulo 11 le permitirá ganar un poco de tiempo para ver cómo responde a sus acreedores en Miami, Nueva York y Puerto Rico. La principal deuda, de más de medio millón de dólares, la tienen con sus abogados del bufete miamense Dorta & Ortega.
La decisión de la quiebra fue tomada por Caribevision Holdings, Inc., el único accionista de America-CV con derecho a voto, tras las recomendaciones de los asesores de la compañía, dice la declaración firmada por Carlos Vasallo, presidente ejecutivo de América TeVé.
La declaración de quiebra se presentó un día antes de iniciarse un juicio en el tribunal del Onceno Circuito del Condado Miami-Dade por una demanda que presentó contra la empresa el fundador del canal, Omar Romay, por incumplimiento del contrato de un acuerdo al que habían llegado hace más de tres años, cuando entregó, por orden de un fallo judicial, el control de América TeVé y su canal hemano Teveo, a los socios demandantes.
El juicio ha sido suspendido debido a la bancarrota.
Fuente: El Nuevo Herald