El exjefe de Estado de Brasil, Michel Temer, fue acusado nuevamente por sobornos y organizaciones delictivas que desviarón casi 500 millones de dólares de recursos públicos por 40 años. Finalmente, se entregó a las autoridades este jueves y permanecerá en prisión por actos de corrupción.
Temer, que el 1 de enero le entregó la banda presidencial a Jair Bolsonaro, llegó a pasar cuatro días en la cárcel el pasado mes de marzo tras la orden de un juez federal, pero consiguió la libertad gracias a un hábeas corpus concedido por un magistrado de segunda instancia.
El caso, sin embargo, fue analizado la víspera por el Tribunal Regional de la Segunda Región (TRF-2) y el órgano colegiado determinó por dos votos a uno su reingreso en prisión de forma preventiva, aunque su defensa ya ha solicitado un nuevo hábeas corpus ante el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), de tercera instancia.
El pedido de libertad será juzgado el próximo martes por el TSJ, según confirmó el abogado de Temer, Eduardo Carnelós, quien calificó la prisión de su cliente de «ilegal, injusta y cruel».
El exjefe de Estado, quien asumió el poder en 2016, durante el proceso de destitución de Dilma Rousseff, ha sido acusado por la Fiscalía de beneficiarse de sobornos recibidos por diversas empresas y de dirigir una organización delictiva que desvió cerca de 500 millones de dólares de recursos públicos durante 40 años.
En este caso, las investigaciones señalan que Temer lideró el grupo que negoció sobornos por más de un millón de reales (unos 253.000 dólares) durante las obras de la central nuclear de Angra 3, situada en el estado de Río de Janeiro.
La investigación está vinculada a la Lava Jato, la mayor operación de combate a la corrupción en la historia de Brasil y que ha mandado a prisión a algunos de los políticos más importantes e influyentes del país, como el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), quien el pasado abril cumplió un año entre rejas tras ser condenado en segunda instancia por corrupción pasiva y lavado de dinero.
Al igual que Lula, Temer, el segundo expresidente de la historia de Brasil detenido por corrupción, niega vehemente todas las acusaciones y argumenta ser víctima de una persecución política.
El cerco judicial contra el dirigente del partido del Movimiento Democrático Brasileño (centroderecha) se ha intensificado desde que el exmandatario dejó el poder, el pasado 1 de enero, momento en el que perdió el fuero privilegiado.
Los numerosos procesos contra Temer, paralizados por el Congreso mientras estuvo en la jefatura del Estado, han sido reabiertos y el expresidente ya ha sido enjuiciado por seis de ellos, mientras que es investigado en otros cuatro.
El miércoles, tras conocerse la decisión del TRF-2, Temer subrayó que la decisión judicial que determinó su reingreso en prisión estaba «totalmente equivocada» desde el punto de vista jurídico y prometió que se entregaría a las autoridades este mismo jueves «con total tranquilidad».
El exjefe de Estado se presentó en la sede de la Policía Federal de Sao Paulo sobre las 15.00 hora local (18.00 GMT), dos horas antes del plazo máximo otorgado por jueza Caroline Figueiredo, titular de la Sala Séptima Criminal de Río de Janeiro.
El tribunal que revocó el hábeas corpus que favorecía al expresidente también determinó el reingreso en la cárcel del coronel de la reserva de la Policía Joao Baptista Lima Filho, amigo personal del exgobernante y apuntado como principal testaferro de la trama corrupta supuestamente liderada por Temer, según sostiene la Fiscalía.
A pedido de la defensa, la Justicia autorizó que tanto Temer como el coronel Lima permanezcan arrestados en Sao Paulo, donde ambos tienen fijado su domicilio, aunque la policía todavía busca una acomodación para el exmandatario, según explicó Carnelós.
El abogado de Temer precisó que todavía no se sabe el lugar exacto donde cumplirá la orden de prisión debido a las exigencias requeridas por el hecho de ser expresidente, pero, de momento, la Policía Federal de Sao Paulo ha adaptado una sala para que pueda pasar la primera noche bajo arresto.
Fuente: Diario las Américas.