Estados Unidos y Corea del Sur se disponen a anunciar la suspensión de las dos principales y masivas maniobras militares que suelen organizar cada año en primavera en lo que semeja ser un guiño de la administración del presidente Donald Trump hacia Pyongyang, en un intento por mantener la dinámica de negociación con la nación asiática tras su reunión con Kim Jong Un en Hanoi.
La noticia, filtrada por funcionarios norteamericanos a los medios de su país, se sustenta en la animadversión del mandatario hacia unos ejercicios que ya descalificó durante la rueda de prensa que ofreció en la capital vietnamita al concluir la cumbre.
Trump dijo que ese despliegue militar -considerado vital por los generales de su ejército pero percibidos como una provocación por Pyongyang- costaban «millones de dólares».
«Les dije a los generales: mirad, sabéis, las maniobras son divertidas y agradables, y ellos organizan esos juegos de guerra. No estoy diciendo que no sean necesarias. En algunos niveles si lo son y en otros no», manifestó en un tono destinado a provocar la controversia en el seno de los uniformados.
El jefe de Estado ya suspendió de forma unilateral las maniobras de verano en junio del año pasado tras su encuentro con Kim Jong Un en Singapur.
El líder norcoreano tenía previsto abandonar este sábado Vietnam, donde permaneció en visita oficial tras concluir su encuentro con el norteamericano. El periplo incide en la progresiva normalización de un país que durante años se vio aislado en el escenario internacional, como han indicado numerosos analistas.
«Tenemos que mejorar las relaciones a través de contactos activos entre los dos partidos (gobernantes) y entre los dos países», aseguró Kim Jong Un, que se reunió con el presidente y primer ministro de Vietnam.
La mayoría de los expertos han matizado la significación del inesperado resultado con el que concluyeron las discusiones de Vietnam, que según esta corriente de opinión supone un contratiempo pero no el fin del diálogo bilateral.
Como escribía el experto Andrei Lankov en la página especializada NK News, pese al marasmo en el que se encuentra atascado el proceso de negociación «Donald Trump no ha retornada al estilo belicoso de 2017».
Lankok, sin embargo, opinaba que «llevará semanas o incluso meses ver si las negociaciones continúan o no».
Los analistas no consiguen anticipar un giro significativo a esta crisis en el futuro más inmediato toda vez que ambas partes parecen firmes en sus posiciones.
Pese a la permanencia de las sanciones internacionales, Washington no puede regresar a la llamada «política de máxima presión» ya que la misma posición de Trump respecto a Kim Jong Un -al que no ha dudado en decir que «ama»- ha propiciado que países como China, Rusia, el propio Vietnam o Corea del Sur apoyen una aproximación más flexible a la hora de relacionarse con Pyongyang.
«Trump ha transformado efectivamente la presión máxima en presión mínima», argumentó Danny Russel, ex Secretario de Estado Adjunto para Asuntos del Pacífico y del Este de Asia de EEUU, en NK News.
Para Kelsey Davenport, directora de Política de No Proliferación en la Asociación de Control de Armamento, la única alternativa es comprender que «las negociaciones intensas de los equipos de trabajo son necesarias para cerrar las brechas y un mejor foro para eliminar los detalles sin el intenso escrutinio que acompaña a una cumbre de jefes de estado. Si ambos dan la orden a sus negociadores de que se reúnan de nuevo tan pronto como sea posible, eso enviaría una señal significativa de que siguen comprometidos a alcanzar un resultado diplomático».
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