La cumbre del papa Francisco para prevenir la pederastia clerical nunca iba a alcanzar las expectativas que tenían los grupos de víctimas, la prensa y los católicos comunes indignados ante un escándalo que ha dañado a tantos y comprometido en gran nivel la autoridad moral de la Iglesia.
De hecho, no se anunció una ley revolucionaria para castigar a los obispos que encubrieron los abusos. No se difundieron archivos ni se respaldó la elaboración de informes globales que exigieran que los sacerdotes violadores sean reportados a la policía. En su discurso de clausura de la cumbre el domingo, el pontífice incluso mencionó la constante queja de la jerarquía por la injusta cobertura mediática.
Pero algo ha cambiado.
Al invitar a los líderes de las conferencias de obispos y órdenes religiosas de todo el mundo a un tutorial de cuatro días para prevenir el abuso sexual, Francisco dejó claro que todos son responsables de proteger a los niños y deben sancionar a los sacerdotes que abusen de ellos, o correrían el riesgo de ellos mismos ser sancionados.
“En la ira justificada de la gente, la Iglesia ve el reflejo de la ira de Dios, traicionado e insultado por estas deshonestas personas consagradas”, dijo Francisco.
Y pese a lo fuerte de las palabras del papa, en realidad fue un puñado de mujeres invitadas a la cumbre las que dieron el mensaje más fuerte. Eso también habla mucho sobre el futuro de una institución en donde las mujeres oficialmente están vetadas de puestos jerárquicos, pero cada vez levantan más sus voces y se alejan cuando no son escuchadas.
La hermana nigeriana Veronica Openibo, superiora de su orden religiosa, avergonzó a los hombres en la sala por décadas de silencio ante las “atrocidades” cometidas por sus sacerdotes y advirtió que serían juzgados por su falta de acción en el futuro.
“Esta tormenta no pasará”, dijo.
Valentina Alazraki, desde hace mucho corresponsal en el Vaticano para Televisa México, desafió a los hombres en el poder por no decidir si se pondrán del lado de las víctimas o de los sacerdotes abusivos.
“Hemos elegido de qué lado estar”, dijo Alazraki en la cumbre y advirtió que, al menos que la jerarquía se ponga del lado de las víctimas, “los periodistas, que queremos el bien común, seremos sus peores enemigos”.
Se espera que en los próximos días el Vaticano publique una nueva ley de protección infantil para el Estado de Ciudad del Vaticano. A pesar de haber instruido a las conferencias de obispos globales a redactar dicha política en 2011, la sede de la Iglesia católica global todavía no cuenta con ella.