(miaminews24).-Miguel Díaz-Canel cumple este sábado sus primeros 100 días al frente de Cuba, en los que ha tenido que gestionar un difícil equilibrio entre mantener las esencias políticas de los hermanos Castro y avanzar en las reformas económicas con un estilo propio que le haga ganar popularidad.
«El relevo de Raúl Castro por Díaz-Canel en la silla presidencial ha ubicado a este último en una situación que le exige más prisa y menos pausa que su antecesor», aseguró a dpa el académico cubano Arturo López-Levy, profesor de Estudios Internacionales en el Gustavus Adolphus College de Estados Unidos.
Ingeniero electrónico de 58 años, Díaz-Canel en su primer mes al frente de la Presidencia tuvo que enfrentar su primera gran crisis cuando el 18 de mayo un avión se estrelló cerca del aeropuerto de La Habana, poco después de despegar, dejando 112 personas muertas.
En menos de una hora Díaz-Canel ya se encontraba en el lugar del siniestro caminando entre los restos de la aeronave y mezclándose con los bomberos y los equipos de rescate, mientras la televisión informaba en directo de lo sucedido.
Esa imagen del gobernante y la inmediatez con la que los medios cubanos informaron del accidente, algo poco habitual, causó una buena impresión entre la población tan acostumbrada al secretismo en este tipo de sucesos.
Los días posteriores, Díaz-Canel se mantuvo al frente de la respuesta gubernamental a la tragedia. Visitó a los familiares de los pasajeros fallecidos que llegaron a La Habana y mantuvo reuniones con el equipo de forenses que identificaban los restos.
Las vidas no se podían ya recuperar pero al menos el gobernante intentó que los familiares se sintieran acompañados por el Estado, en una imagen que a muchos les recordó a Fidel Castro en épocas de los temibles huracanes.
Díaz-Canel sabe que no cuenta con el fuerte liderazgo al que los hermanos Castro acostumbraron a los cubanos y uno de sus méritos es el de ser uno de los pocos «sobrevivientes» políticos de su generación, según reconoció el propio Raúl Castro en su discurso de despedida como presidente ante el Parlamento.
Las discusiones de su Consejo de Ministros son publicadas apenas un par de días después, cuando antes en el mejor de los casos podían pasar hasta semanas para conocerlas, y ha movido a los ministros por las provincias para evaluar directamente sus sectores.
El propio Díaz-Canel ha visitado varias ciudades donde ha roto el protocolo y ha preguntado a la población sobre el estado del transporte, los precios en los agromercados o la merienda en las escuelas.
En un país donde se le dá tanta importancia al simbolismo, Díaz-Canel ganó puntos en credibilidad entre la población, que le ha visto cercano y preocupado, distanciándose de esa imagen de gris funcionario que alcanzó la Presidencia después de ascender discretamente los escalones del poder cubano.
«Hay un intento serio por acercarse a la gente y conocer sus problemas», asegura a dpa el académico y exembajador cubano Carlos Alzugaray, quien destaca de Díaz-Canel el uso de «un lenguaje más fresco y menos ideologizado».
Pero uno de los cambios que más comentarios ha generado en las calles cubanas es la visualización que le ha dado a su esposa Lis Cuesta en los actos oficiales. La televisión cubana incluso la llegó a llamar Primera Dama, cuando apareció junto a la esposa del dictador venezolano, Nicolás Maduro, en un acto en el emblemático Palacio de la Revolución de La Habana.
Alzugaray considera que Díaz-Canel ha puesto a su esposa a «jugar un cierto rol político, lo cual es una ruptura con la práctica anterior», que durante décadas ocultó la vida privada de los dirigentes del país socialista.
Díaz-Canel anunció que estará presente en la red social Twitter como otro pequeño cambio en su estilo de gobernar, pero siempre insistiendo en todos sus discursos en que a él lo eligieron presidente para mantener la línea política de Fidel y Raúl Castro.
«Que Díaz-Canel representa la continuidad de lo logrado por la Revolución lo damos todos por sentado», señala Alzugaray, que en cambio alerta respecto de que «insistir tanto en continuidad puede dar la imagen de continuismo y muchos cubanos percibimos que hay cosas que deben cambiar».
Por su parte, López-Levy apunta que Díaz-Canel intenta «vender políticas más asociadas al rigor y al control que al entusiasmo y la espontaneidad».
Sin voluntad de realizar cambios políticos en el sistema unipartidista, Díaz-Canel se ha centrado en poder continuar con las reformas económicas iniciadas en el mandato de Raúl Castro (2008-2018) y para ello impulsó cambiar el actual texto constitucional.
El parlamento aprobó el pasado domingo el proyecto de nueva Constitución que ahora tendrá que ir a referéndum y que reconocerá las empresas privadas y el papel del mercado en la economía nacional.
Con una oposición fragmentada y sin peso político en la sociedad, Díaz-Canel se ha puesto como su mayor reto mejorar de una vez la maltrecha economía cubana que en el primer semestre del año apenas creció un 1,1 por ciento respecto al mismo período anterior.
Fuente: DLA