(Miaminews24).-Gary Lindsey, un hombre de 35 años de Orlando, se atrincheró en un apartamento por casi 24 horas con cuatro niños de 1, 6, 10 y 11 años, dos de él y dos de su novia. Pese a los esfuerzos de la Policía de negociar con él, el hombre acabó matando a tiros a cada uno de los pequeños y luego se suicidó.
La tragedia, que enlutó a Orlando a comienzos de junio, no es un caso aislado, sino el incidente más reciente de una tendencia que parece propagarse por todo el país.
Un estudio reciente llamado La Ruleta Americana, del Violence Policy Center (VPC), una organización sin fines de lucro que estudia la violencia en Estados Unidos, concluyó que 663 personas murieron en Estados Unidos durante los primeros seis meses del 2017, unos 11 casos por semana, en incidentes calificados como “asesinatos-suicidios”.
De esa cifra, la VPC desglosó que 367 personas fueron asesinadas y 296 se suicidaron.
El reporte dice que no existe una base de datos nacional para rastrear los casos de asesinato-suicidio, pero cita estudios médicos que estiman que en Estados Unidos se producen entre 1,000 y 1,500 incidentes de este tipo cada año.
El estudio, basado en el seguimiento de reportes noticiosos, sale a la luz tras reportes recientes de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de que la tasa de suicidios ha ido en aumento en casi todos los estados del país en años recientes hasta convertirse en la décima causa de muerte en Estados Unidos.
Florida es el tercer estado del país con mayor número de casos de asesinatos-suicidios y de fallecidos por esos incidentes, solo superada por Texas, con 37 casos y 84 muertos y California, con 29 casos y 66 fallecidos, según el estudio.
En la primera mitad del 2017, se registraron 25 incidentes en el “estado del sol”, que dejaron un saldo de 61 muertos.
Jeremy Pettit, experto en depresión, ansiedad y comportamientos suicidas de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), dijo a el Nuevo Herald que los asesinatos-suicidios son un problema de salud pública y de la sociedad. Sin embargo, hay pocas investigaciones sobre el tema, dijo.
“Hasta que no garanticemos que la salud mental y la prevención del suicidio sean una prioridad a nivel local, estatal y nacional, las tasas de suicidio y de asesinatos-suicidios probablemente seguirán aumentando como lo han hecho en los últimos 15 años”, dijo el investigador.
¿Por qué alguien hace algo así?
Pettit indicó que existen muchos motivos por los que alguien se suicida tras matar a otra persona, pero agregó que en la mayoría de los casos, la decisión de quitarse la vida precede a la del asesinato.
Citando al psicólogo estadounidense Thomas Joiner, Pettit explicó que el asesinato y el suicidio provienen de creencias distorsionadas sobre la misericordia, la justicia, el deber y otras virtudes. “Por ejemplo, un hombre que ha decidido poner fin a su vida puede creer que ha sido terriblemente maltratado por otros y, por su propia visión distorsionada de la justicia, decide matar a los que le han hecho mal antes de acabar con su propia vida”, dijo.
Otro caso puede ser el de una mujer que decide terminar con su vida y asume la idea de asesinar a sus hijos como un acto misericordioso para evitarles dolor y sufrimiento, dijo Pettit. Tal fue el caso de Stephanie Hoover, de un pequeño pueblo de Dakota del Sur, que mató a su esposo e hijo antes de quitarse la vida.
En una carta escrita a mano, Hoover explicó que decidió matar a su marido porque “no puede encargarse solo de los niños y mucho menos mantenerlos. Perderían la casa y no tendrían nada”, y a su hijo porque “está mejor en el cielo con su mamá, en donde lo puedo cuidar y estar en paz”.
Sobre el alto número de casos en la Florida, el investigador cree que se debe a la población del estado, el tercero en el número de habitantes según el censo de Estados Unidos. “No conozco ninguna evidencia que indique que la tasa de asesinatos-suicidios sea particularmente elevada en la Florida, en comparación con otras partes del país”.
¿Quiénes fueron las víctimas y los asesinos?
El estudio de VPC detalla que nueve de cada 10 asesinos fueron hombres que utilizaron armas de fuego para cometer sus delitos. En el 65 por ciento de los casos, se trataba de una pareja de la víctima.
En contraste, las víctimas fueron mujeres en el 69 por ciento de los casos. Solo el 27 por ciento de los incidentes fueron hombres y el 6 por ciento fueron niños. Cuatro de cada 10 víctimas eran menores de 18 años.
Ocho de cada 10 incidentes ocurrió en el hogar.
“Los asesinatos-suicidios ocurren a diario en todo nuestro país y cobran la vida de cónyuges, parejas, hijos y compañeros de trabajo”, resumió la directora legislativa de VPC, Kristen Rand, en un comunicado de prensa.
¿Qué se puede hacer?
Ante el aumento de casos de suicidios y asesinatos-suicidios, se recomienda estar pendiente de las principales señales de advertencia:
▪ Cambios de humor dramáticos.
▪ Declaraciones que indican sentirse desesperado, atrapado o incapaz de escapar de un problema.
▪ Agitación, ira o agresión.
▪ Aumento en el consumo de alcohol u otras sustancias.
▪ Alejamiento de amigos y familiares.
Pettit, que ha escrito más de 100 documentos académicos sobre el tema, sugiere que cuando alguno de estos signos esté presente, especialmente en personas con antecedentes de violencia hacia sí mismos o hacia otros, es el momento de preocuparse y tomar medidas.
Primero, tómese el tiempo de preguntarle a la persona si está bien o si puede ayudarla. Luego, escúchela, propone Pettit. “Resista la tentación de saltar y ‘resolver’ los problemas o minimizar la angustia que experimentan las personas. Hágales saber que te importan, que no están solos y que hay ayuda disponible”.
Después es recomendable conectarlos con una línea de ayuda, como el número nacional 1-800-273-8255, o con especialistas de salud mental locales.
Si cree que la persona necesita ayuda inmediata, puede llamar al 911 o llevarla al departamento de emergencias del hospital más cercano.
Por su parte, el VPC recomienda que se establezca una base de datos nacional para rastrear los casos de asesinato-suicidio.
También que se promulguen leyes más estrictas para prevenir la violencia doméstica y restringir el acceso a las armas a quienes tengan mayor riesgo de cometer un asesinato-suicidio, como personas con historial de violencia doméstica o que hayan amenazado previamente con suicidarse.