Tayron Guerrero, la recta más rápida de las Grandes Ligas

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(Miaminews24).- El colombiano registró un lanzamiento de 101,8 mph con los Marlins de Miami. Un terreno de tierra y pasto quemado por el sol, con divisiones imaginarias y dos porterías hechas con piedras, les servía a los niños de Bocachica, un pueblo ubicado en una esquina de la isla de Tierra Bomba (al oeste de Cartagena), para practicar fútbol. Entre ellos se destacaba un joven moreno de largos brazos y piernas, que corría sin cesar: Tayron Guerrero. Jugaba de lo que lo pusieran; el fútbol era su pasión. El béisbol estaba en un segundo plano porque constantemente lo amargaba pensar que podía ser golpeado por una bola pesada de cuero. Siempre se imaginó sus costuras marcadas en su piel y eso lo atormentó. Fue un miedo difícil de quitar, pero cuando lo hizo, el béisbol se convirtió en su deporte predilecto.

Por su perfil espigado se acomodó a la perfección. Jugó de primera base y en los jardines. Disfrutaba en cualquier posición dentro del terreno porque le gustaba batear. Tanto fue su amor por el juego que tenía que hacer largas caminatas por terrenos infestados de serpientes hasta un embarcadero en el que tomaba una lancha para ir a Cartagena. La única vía de comunicación con el continente es mediante un ferry y Guerrero lo tomaba todas las mañanas para llegar temprano a la capital de Bolívar a jugar béisbol. Gracias a su estatura, lo probaron como lanzador y de inmediato empezó a lanzar llamas con su brazo derecho.

Antonio Seca fue quien lo descubrió y el que tuvo que ver cómo la franquicia de Tampa Bay jugaba con las ilusiones de Guerrero. “La próxima vez que volvamos, lo firmamos”, fue la disculpa habitual del equipo que hace parte de la Liga Americana, pero nunca sucedió nada. Así que habló con Marcial del Valle para ver si encontraban una solución. Tayron Guerrero tenía 17 años y su ilusión era clara: estar en Grandes Ligas. Recién se había graduado como bachiller del colegio Liceo Departamental de Bocachica. Ese era el momento perfecto para dar el paso deseado. Del Valle lo vio y quedó impactado. Sin dudarlo habló con sus jefes, quienes lo pusieron a lanzar. El radar llegó a las 85 millas. No fue impactante para el equipo.

Aún tenían que trabajar en la mecánica del joven, pero por su físico llamó la atención: pasaba de largo los 1,90 metros. Era inmenso. San Diego sabía que tenía un diamante en bruto y debía pulirlo, así que le impuso un trabajo de dos meses en su movimiento hacia el plato para ver si la velocidad de su recta aumentaba, y así fue. Lanzó 88 millas y eso fue suficiente para que lo firmaran. Comenzó ese largo recorrido hacia las Grandes Ligas en República Dominicana. Se estrenó en la clase rookie en 2010 y tuvo una buena temporada: terminó con efectividad (o ERA) de 3,42, con récord de 3-2. Con los años fue mejorando. Creció hasta los 2,07 metros de estatura y su recta se fue optimizando con el paso del tiempo. Llegó a lanzar 102 millas por hora. Candela pura para los bateadores.

En 2016 tuvo su primer sorbo en las Grandes Ligas. Sin embargo, sólo jugó un encuentro. Después, los Padres de San Diego lo cambiaron a los Miami Marlins, donde tuvo una destacada actuación en Ligas Menores. En 2017 fue llamado para hacer parte del equipo de Futuras Estrellas, que es en el que se reúnen los mejores jóvenes, y para esta campaña se ganó un puesto dentro del roster de la novena de la Florida, en la que se destaca dentro de una nómina joven, que está en reconstrucción. Ha lanzado 16,1 entradas, tiene 30 ponches (la mayor cantidad entre los relevistas del equipo), ha permitido 15 imparables y en el último partido del mes de abril rompió los radares con una recta de 101,8 millas por hora (163 km/h), la más rápida en la temporada de las Grandes Ligas. Apenas está comenzando y dará mucho de qué hablar en el futuro.

Con información de EE.

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