Despiden a Joaquín Oliver, una de las víctimas de la masacre en Parkland

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(Miaminews24).- El dolor colmó la funeraria The Gardens of Boca Raton: había muerto trágicamente un adolescente.

El chico, un venezolano de 17 años, era el amor y la esperanza de sus padres, familiares y amigos ahí convocados el sábado por la tarde.

Todos lloraban con el mismo desconsuelo bajo las tenues luces de la capilla, haciendo fila y en silencio, acompañando a Manuel y Patricia Oliver en el dolor de rendir honras fúnebres a su hijo.

Joaquín Oliver fue una de las 17 víctimas del tercer ataque más mortífero en un recinto escolar en Estados Unidos, perpetrado el miércoles en la secundaria Marjory Stoneman Douglas, en la localidad de Parkland.

“Es algo totalmente injusto e inexplicable”, dijo Javier Marín, amigo cercano de los padres. “Son una familia bellísima sufriendo una mezcla de dolor y rabia. Piden privacidad en estos momentos; lo único que me ha dicho Manuel es que está listo para ‘comenzar una misión en nombre de Oliver’ ”.

Durante toda la tarde entraron y salieron miles de personas a la capilla, especialmente compañeros de su escuela, tras una larga espera de varias horas para poder abrazar a los padres y decir un último adiós a “Guac”, como lo llamaban, cuyo cuerpo reposaba en una urna abierta, vestido con un jersey deportivo y una gorra negra.

El joven, amante de los deportes, fue recordado en el velorio por sus virtudes: era carismático, amable, y gracioso, relataron sus amigos.

“Cuando entraba en un salón su buena energía se hacía sentir”, comentó Nico Grados, compañero de 12 grado. Como él, cientos de chicos acudieron vestidos con camisetas de equipos deportivos, a nivel profesional y escolar.

Algunos cubrieron los nombres de jugadores famosos estampados, y sobrepusieron con pintura las letras “Guac”, en señal de tributo.

Giovanna Prado, venezolana de 17 años y alumna del 11no grado en Marjory Stoneman Douglas, estaba arropada con la bandera tricolor de su país de origen. “Es muy doloroso”, dijo en voz muy baja, casi murmurando. “A él le gustaba disfrutar la vida. Nunca se molestaba, siempre le brillaba la sonrisa”.

Las lágrimas inundaban los rostros de los jóvenes, como si todavía sintieran el miedo que vivieron durante la masacre. Se abrazaban unos a otros, con pañuelos de papel pegados a los labios.

En la entrada de la capilla, los asistentes se detenían ante una enorme fotografía de Oliver abrazando a su perro. Fan del cantante Frank Ocean, el adolescente se había pintado mechones amarillos en el cabello en honor a “Blonde”, el segundo álbum de estudio del intérprete estadounidense.

La muerte lo alcanzó demasiado temprano. “Todo el mundo lo quería mucho; tenía todo el futuro por delante”, dijo Marcela Perilla, amiga de la madre, al hacerse eco del temor que sienten algunos padres como ella al enviar a sus hijos a la escuela a raíz de la reciente matanza.

“Mi hijo de 18 años no ha hecho más que gritar de la rabia, desilusionado, frustrado porque nada de esto le parece justo”, agregó. Patricia, la madre de Oliver, “está devastada. Todas las madres con hijos en las escuelas pudimos ser ella”.

Oliver y su familia se mudaron de Venezuela a Estados Unidos hace 14 años, llevando la patria en el corazón. El adolescente conservó vivas sus raíces venezolanas: vestía la camiseta de la selección nacional de fútbol, conocida como la “Vinotinto”, la misma que llevaba puesta su madre durante el funeral. El lugar donde estaba el féretro estaba rodeado de rosas blancas. Había un televisor de plasma que proyectaban fotografías de la familia y una bandera de Estados Unidos.

“Ellos vinieron de Venezuela e hicieron un gran esfuerzo por vivir el “sueño americano”, y lo estaban viviendo”, señaló Marín, amigo de la familia desde Venezuela. “Y mira en qué se transformó ese sueño: en la pesadilla americana”.

Fuente: Miami Herald

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