(Miaminews24).- En 2011, cuando el gobernador Rick Scott llegó a Tallahassee a dirigir los destinos de un estado agobiado por la crisis inmobiliaria y por la caída en picada de la valorización de las propiedades, llegó montado en la cresta de la ola del Tea Party, un movimiento dentro del partido republicano, con una agresiva política antiinmigrante y una crítica radical al “gasto” en seguridad social, el medicare y medicaid y el llamado Obamacare.
Scott hizo parte de esa tendencia y con esa propuesta el GOP barrió a los demócratas no sólo de Senado y Cámara federales, sino de varias gobernaciones, entre ellas la de la Florida.
Ahora, siete años después, con una economía muy distinta, con unas reservas de más de 5.000 millones de dólares, Scott propone un presupuesto con la mirada puesta en su próxima empresa política: llegar al senado federal a nombre del Partido Republicano y, sobre todo, de su amigo y aliado, el presidente Trump.
Para el año fiscal 2011-2012 Scott firmó un presupuesto de 69.900 millones de dólares. Para 2017-2018, la propuesta del gobernador es de 87.400 millones. La diferencia es cerca de 18 mil millones.
Y tendrá que pasar por el cedazo de un congreso estatal de mayoría republicana, que no ha estado dispuesta en estos años a ampliar el medicare para extender la cobertura médica del Obamacare, ni a fortalecer el sistema de escuelas públicas.
La proximidad de unos comicios muy reñidos, en que tendrá que enfrentar la reelección del demócrata Bill Nelson, ha producido un viraje de Scott hacia una posición más moderada, y más en este momento cuando cientos de residentes de Puerto Rico llegan al Estado del Sol en busca de servicios y de un futuro para sus hijos en vista de la ruina y destrucción de la llamada Isla del Encanto.
De acuerdo con algunos análisis, la migración de puertorriqueños al centro de Florida, al área de Orlando, podría generar un cambio importante en el mapa político del estado, acostumbrado a votar de manera indistinta republicano o demócrata.
Pero eso podría cambiar en 2018: muchos de quienes están llegando de un país azotado por el huracán María y por el déficit fiscal, piensan que la administración de Trump no sólo los trató como ciudadanos de tercera categoría, sino está a punto de firmar una reforma tributaria que castigará a las empresas estadounidenses afincadas en la isla.
No sobra recordar que Puerto Rico es un estado asociado, que sus residentes son estadounidenses y que, por lo tanto, al imponerles cargas tributarias a esas compañías –como si estuvieran en territorio extranjero- harán más difícil la recuperación económica de la isla.
Banderas demócratas
Scott, en su presupuesto, busca aumentar el presupuesto para educación, la protección del medio ambiente, vivienda asequible, salud mental y, por supuesto, el manejo de la epidemia de opiáceos que golpea a casi todo el país.
Por otra parte será muy alta la factura que deje la reconstrucción de las diferentes zonas devastadas por el paso del huracán Irma, el pasado mes de septiembre.
A pesar de que Scott ha hablado de la recuperación del Estado y de la creación 1.448.300 empleos en seis años y medio, lo concreto es que 36 de los 67 condados tienen menos puestos de trabajo de cuando llegó Scott a la gobernación, en 2011, de acuerdo con The Tampa Bay Times. “Algunos de esos condados también han perdido población, signo de una seria decadencia económica en un estado de alto crecimiento económico”, según lo afirmó el mismo medio de comunicación.
Fuente: Sergio Otálora/ Diario las Américas