(Miaminews24).- Con los senadores y congresistas republicanos decididos a brindar al presidente de Estados Unidos, Donal Trump, su primera victoria legislativa de gran calado, el entusiasmo bursátil entre los inversores ha sido más bien cortoplacista. Y es que la esperadísima reforma fiscal, la más importante desde que la Administración de Ronald Reagan hiciera lo propio allá por 1986, cuenta con matices, claroscuros y, sobre todo, todavía debe conciliarse en el Capitolio, donde los planes de ambas Cámaras difieren en determinados casos tanto en el fondo como en la forma.
Diferencias que, a priori, no tienen previsto descarrilar el hecho de que el impuesto de sociedades a este lado del Atlántico acabe por rebajarse desde el 35% actual hasta el 20%. Niveles, eso sí, que aún podrían experimentar cambios, como ya adelantó el pasado fin de semana el propio inquilino de la Casa Blanca, quien abrió la puerta al 22%. Sin embargo, la propuesta orquestada por los senadores republicanos y aprobada el sábado, esconde matices incómodos para las multinacionales estadounidenses.
Entre ellos, por ejemplo, destaca que la implementación de esta rebaja no llegaría hasta 2019, mientras sus colegas en la Cámara de Representantes buscan su activación inmediata. También apuestan por incluir un impuesto mínimo global del 10% para la mayor parte de compañías. Esencialmente, de esta forma, las multinacionales que paguen menos de un 10% en impuestos en jurisdicciones fiscales extranjeras tendrán que abonar la diferencia al fisco de Estados Unidos, frenando así el atractivo de paraísos fiscales o países como Irlanda y Luxemburgo.
Además, mantiene el conocido como Impuesto Mínimo Alternativo (AMT) del 20%, una medida que los congresistas republicanos buscan eliminar, pero cuya inclusión en el plan del Senado obliga a cubrir una brecha de 40.000 millones de dólares en la próxima década si al final desapareciera.
Este gravamen implica un método paralelo para las compañías estadounidenses a la hora de tributar y está diseñado para limitar las probabilidades de las empresas de reducir su fiscalización a través de deducciones e incentivos impositivos, como los destinados a investigación y desarrollo, especialmente populares entre las grandes tecnológicas. Las entidades deben calcular su tributación empleando ambos modelos y pagar el que cuente con un gravamen más alto. Este hecho se presenta como un punto de fricción importante a la hora de conciliar ambas propuestas ya que puede obligar a los congresistas y senadores a tener que limitar su rebaja del impuesto de sociedades si se quisiera eliminar el AMT.
Pero uno de los grandes objetivos de esta reforma tiene como meta fiscalizar parte de los casi 2.5 billones de dólares en beneficios que las multinacionales patrias, especialmente las grandes tecnológicas como Apple, Alphabet o Microsoft, mantienen fuera del alcance del Tío Sam. En estos menesteres también existen diferencias, bastante tímidas, entre el proyecto de ley del Congreso, aprobado el 16 de noviembre, y el del Senado.
«El plan de la Cámara de Representantes promulga un gravamen estimado para la repatriación de beneficios en el extranjero del 14% para el efectivo y otros activos equivalentes y del 7 para las ganancias reinvertidas durante un período de ocho años», señala Abigail Kinneman, analista económica de Wells Fargo Securities. «El proyecto de ley del Senado cuenta con tasas algo distintas, del 14.5% para efectivo y del 7.5 para los beneficios reinvertidos y otros activos líquidos», añade.
Caja que iría de vuelta
Con estas cifras en mente, y a expensas todavía de posibles cambios antes de que la propuesta final sea rubricada por Trump, los expertos comienzan a hacer sus cábalas a la hora de calcular el dinero potencial que las compañías estadounidenses podrían repatriar de vuelta a Estados Unidos. Al respecto es importante diseccionar la cifra total aproximada de 2.5 billones de dólares que tantos titulares ha acaparado durante los últimos tiempos. Dicha cantidad, acumulada por los componentes de S&P 500 fuera de las fronteras del país, está compuesta por aproximadamente 922,000 millones de dólares en efectivo y 1,6 billones de dólares en otros activos o beneficios reinvertidos, según los datos cotejados por Goldman Sachs.
Dicho esto, la concentración de estos beneficios es sorprendente, ya que las 10 compañías, entre las que destacan las grandes tecnológicas, con más efectivo fuera del alcance del fisco estadounidense acumulan un 75% de la caja total, alrededor de 675,000 millones de dólares. Si incluimos las diez empresas siguientes, esta veintena de entidades acapara el 85% del dinero de las multinacionales de Estados Uidos en el extranjero. Al desglosar estos números también descubrimos que el sector tecnológico, con Apple a la cabeza, se lleva la palma con un total de 633,000 millones de dólares del total de 920,000 millones. Le sigue el de salud, con cerca de 151,000 millones de dólares, mientras que los seis sectores siguientes suman un total de menos de 20,000 millones.
«Estimamos que 540,000 millones de dólares en efectivo aparcado en el extranjero y sin fiscalizar permanecerá en las subsidiarias extranjeras de estas firmas a finales de 2018», recalca Ryan Hammond, analista de Goldman Sachs.
En un ejercicio más bien teórico, esta entidad, teniendo en cuenta los incentivos fiscales que en 2004 fomentaron durante un periodo de seis meses repatriar el 25% de sus beneficios totales en el extranjero y un gravamen actual para el efectivo del 8.75% frente el 14 o el 14,5% que plantean ahora los legisladores, considera que en 2018 las empresas de Estados Unidos pueden repatriar hasta 250,000 millones de dólares. «A pesar de la reducción del impuesto de repatriación, las empresas probablemente seguirán gastando gran parte de su efectivo en el extranjero para financiar y expandir sus operaciones internacionales», explica Hammond.
De hecho, es importante destacar como una tasa del 14.5% sobre el efectivo y de hasta el 7.5% para los beneficios reinvertidos podría reducir aún más los incentivos de estas multinacionales para repatriar beneficios. Según los cálculos realizados por elEconomista, las multinacionales tendrían acceso a un total de 786,600 millones de dólares en efectivo una vez se aplique una tasa impositiva del 14.5%. En el caso específico de la tecnología, la caja quedaría en los 541,215 millones. Paralelamente, las arcas públicas tendrían el potencial de recaudar hasta 133,400 millones de dólares en impuestos sobre el efectivo y de 120,000 millones de dólares sobre el resto de activos. Pero para ello hay que asumir que las multinacionales someterán todos sus beneficios en el extranjero a las tasas impositivas que planea el Capitolio.
Desde JP Morgan, John Normand, estratega global de divisas, advierte que no se debe comparar la repatriación emprendida en 2004, bajo los incentivos temporales implantados por la Administración Bush, con el plan actual. «La motivación y la dinámica de la propuesta de política actual son muy diferentes», incide, aludiendo que, incluso, aunque el fisco de Estados Unidos grave los beneficios en el extranjero de muchas de estas compañías, las empresas no tienen por qué hacer regresar de nuevo el dinero a Estados Unidos.
«Nuestras estimaciones potenciales de un flujo de ingresos derivado de una posible repatriación es de aproximadamente 460,000 millones de dólares», aclara este experto aludiendo al caso más optimista y apuntando que la cifra dista de los 2.5 billones. Además, señala que gran parte de los beneficios en el extranjero están denominados en dólares por lo que el impacto en el mercado de las divisas debería ser relativamente modesto.
La tasa efectiva es más baja
Shripad J. Joshi, analista de S&P Global Ratings, destaca, además, que las empresas con ganancias significativas en el extranjero -en especial aquellas del sector tecnológico y sanitario- son más proclives a ver pocos cambios en sus tasas de impuestos efectivas desde sus ya bajos impuestos a la renta. «Estas compañías usan la ley actual para reducir sus obligaciones fiscales por debajo de la tasa reglamentaria del 35%. Por lo tanto, creemos que es mejor comparar tasas tributarias efectivas que tasas reglamentarias. Además, la tasa impositiva efectiva tiende a ser más importante para las decisiones empresariales de una compañía», añade Joshi.
En su análisis, el experto, junto a su compañero Leonard A. Grimando, concluyeron que las tasas efectivas para grandes firmas tecnológicas y sanitarias o farmacéuticas son significativamente inferiores al 35%, mientras que son más cercanas a esa cifra en las compañías de transporte y gran distribución.
Bajo la ley en vigor, «las empresas generalmente pueden posponer el pago de impuestos en Estados Unidos por sus beneficios fuera del país hasta que deciden repatriarlos», sostiene Joshi. Como ejemplo cita a Apple, cuyo beneficio antes de impuestos en el último año fiscal fue de unos 64,000 millones de dólares, pero no pagó el 35% en impuestos en Estados Unidos por esa cantidad. «Alrededor de 44,000 eran ganancias en el extranjero, lo cual resulta en un beneficio tributario para la compañía a causa de las tasas de impuestos extranjeras que son inferiores al 35% estadounidense. La tasa de impuestos efectiva para Apple fue de solo el 25%», explica.
Para Peter Garnry, director de renta variable de Saxo Bank, «la reforma fiscal no está diseñada para mitigar las lagunas en las leyes impositivas europeas, por lo que las empresas continuarán transfiriendo sus ganancias a compañías holding en países europeos con bajos impuestos y a paraísos fiscales».
Con información de Reuters.
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