(Miaminews24).- La guerra abierta entre el ex presidente Rafael Correa y su sucesor y compañero de partido, Lenín Moreno, no amaina en Ecuador. Las discrepancias entre ambos líderes de Alianza PAIS (AP) son cada vez más evidentes. Correa, quien siempre advirtió que no dudaría en regresar de su retiro político en Bélgica si alguien intentaba destruir lo logrado durante sus diez años de mandato, acusa a Moreno de «desleal» y acudirá a una convención de AP que, pese a que no es reconocida por los partidarios del actual presidente, está prevista para el 3 de diciembre.
El regreso de Correa se produce en un contexto en el que AP está fuertemente dividido en dos bandos: correístas, que creen que el actual presidente se ha desvinculado de los principios de la llamada Revolución Ciudadana que lideró su predecesor, y morenistas. La actitud dialogante que el actual gobierno muestra con partidos de oposición y el empresariado ecuatoriano ha provocado las críticas de un sector del movimiento, que se han recrudecido desde que se confirmó la convocatoria de una consulta popular que aún no tiene fecha, pero se estima que se celebre a principios de 2018.
Siete son las preguntas que, a propuesta de Moreno, la ciudadanía deberá evaluar en las urnas. La tercera cuestión, que plantea eliminar la reelección indefinida, ha sido la que ha levantado más asperezas entre las bases y varios pesos pesados de AP. Si se deja sin efecto esta enmienda constitucional propuesta por el gobierno de Correa en 2015, pero que entró en vigor después de las elecciones de abril de 2017, el ex mandatario no podría volver a aparecer en las papeletas de futuras elecciones presidenciales.
Correa, apoyado por figuras relevantes de AP y una parte de la militancia, ha liderado desde entonces la oposición a la consulta popular convocada por Moreno, que cuenta con el apoyo de los principales partidos de la oposición.
«Correa llega este viernes para movilizar a las bases de AP. En la formación, más que en el resto de la sociedad, hay inquietud por la agenda establecida por Moreno», señala Franklin Ramírez, doctor de Sociología Política de la Universidad Flacso de Ecuador. «De cara a la consulta popular, es fundamental para las dos grandes facciones de AP controlar el partido. Eso, además, puede tener cierto impacto en los resultados de las elecciones sectoriales de 2019».
Desde que se hicieron públicas las preguntas de la consulta, la división se ha agudizado de manera progresiva en AP. El pasado 31 de octubre, una facción de la Directiva Nacional de Alianza País aprobó, sin consultar con las bases, la destitución de Lenín Moreno como presidente del movimiento. Alegaban que el líder no había mostrado «coherencia» con el plan de gobierno y el proyecto político iniciado por Correa.
El sucesor temporal de Moreno fue Ricardo Patiño, exministro y muy cercano a Correa. Sin embargo, la decisión de una parte de la Directiva de AP fue paralizada por un Tribunal de Garantías Penales al día siguiente y sus impulsores sancionados por la formación. El caso aún no ha concluido: Gabriela Rivadeneira, secretaria Ejecutiva de AP y correísta, contraatacó con una denuncia ante el Tribunal Contencioso Electoral.
La presión en AP saltó una vez más a la Asamblea Nacional. De los 74 legisladores del partido de gobierno, 46 respaldaron a Moreno como líder.
La convención que divide a AP
La muestra definitiva de que la facción correísta no ha perdido impulso es un comunicado del partido, firmado por la Directiva Nacional, que se reafirma en la decisión de destituir a Moreno y que llama a sus militantes a una convención para «la recomposición del movimiento». Se invita expresamente a Rafael Correa, que confirmó su regreso a Ecuador en una entrevista concedida a la agencia Associated Press. El mandatario ya había avisado antes de que estaba dispuesto a plantar cara a los «traidores».
«¿Quieren Convención? ¡Perfecto! Ahí estaremos, y veremos cuántos de los que han permitido tanta infamia, persecuciones, obscuros pactos con lo peor de la partidocracia, en nombre de la «gobernabilidad», me pueden mirar a los ojos», declaraba Correa tras conocer la destitución de Moreno como presidente de AP.
La polémica convocatoria a esta convención ha irrumpido en la Asamblea, donde AP tiene mayoría. Los asambleístas de la formación de gobierno han discutido sobre la legitimidad de la convención del 3 de diciembre. Los morenistas no reconocen esta cita que ha sido convocada por los mismos integrantes de la Directiva de AP que fueron sancionados. Aún se desconoce si los partidarios del actual presidente acudirán a la convención.
«El correísmo puede reivindicar esta convención como el punto de partida de un nuevo ciclo político donde se rearticularían las bases de la Revolución Ciudadana. Si no participa toda la militancia, será más un acto de fuerzas del correísmo y, por tanto, no se resolverán los problemas de AP: las diferencias entre los morenistas y los correístas», apunta Ramírez.
Como adelanto del tono de las acusaciones que se podrán escuchar en la convención, Correa ha recriminado a Moreno su encuentro con el ex jefe de campaña del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Paul Manafort está imputado por una docena de delitos, entre ellos «conspiración contra EU» y tentativa de lavado de dinero.
En un comunicado oficial, el gobierno de Moreno ha afirmado que ese encuentro sí tuvo lugar. Según explica, Manafort formaba parte de una «delegación de una empresa china» y que vino «en calidad de inversor», en un momento en el que «no existía ningún tipo de cargo judicial» en su contra. El Ejecutivo afirma que la propuesta de Manafort fue rechazada por «violar la normativa constitucional del Ecuador».
Pase lo que pase con el regreso del expresidente y en la convención nacional de AP, la consulta popular puede ser un buen termómetro para medir el equilibrio de fuerzas entre correístas y morenistas.
Fuente: elperiodicodemexico.com