(Miaminews24).- Cuando Jay Purves, veterano de la Fuerza Aérea, oyó unos ruidos secos en el festival de country en Las Vegas, supo de inmediato que eran disparos.
Purves y sus colegas de una firma de seguridad privada contratada en el festival Route 91 Harvest el domingo por la noche se convirtieron en un equipo de emergencias de 200 personas desarmadas que ayudaron a gente a pasar sobre las barreras, escondieron a otros detrás de pilares y debajo del escenario y los guiaron a las salidas en mitad del pánico.
Uno de los guardias de Contemporary Services Corporation falleció y dos resultaron heridos cuando un hombre armado en el piso 32 del hotel y casino Mandalay Hotel, al otro lado de la calle, disparó sobre el festival al aire libre y mató a 58 personas, hiriendo casi a 500.
Ahora, a pesar del trauma y de haber perdido a uno de los suyos, muchos de los guardias de la empresa _“los camisetas amarillas”, los llama Purves_ vuelven al trabajo este fin de semana. Purves, vicepresidente de la delegación de CSC en Las Vegas, dijo que en ocasiones no se toma en serio a los guardias de seguridad porque no son agentes de la ley.
“Somos los que suelen estar de fondo, en las sombras, pero en realidad fuimos los que estuvimos ahí en medio de todo”
La supervisora Cheryl Metzler trabajaba en un centro de control similar a un contenedor de mercancías, siguiendo el concierto desde siete grandes monitores, cuando alguien llamó para preguntar si se esperaba que hubiera pirotecnia en el concierto.
“Pensamos que eran fuegos artificiales”, dijo del sonido repetitivo. “Pero entonces siguió”. Mientras la gente empezaba a huir, los guardas se desplegaron por el recinto, ayudando a espectadores conmocionados a moverse a lugares más seguros.
En los primeros instantes de caos, Purves recibió una llamada en su radio avisándole de que Erick Silva, un empleado de 21 años, había caído abatido por un disparo.
Silva, que tenía su puesto delante el escenario hacia la zona de la mesa de sonido, recibió un disparo en la cabeza cuando ayudaba a la gente a trepar por encima de una barricada. Purves empezó a correr hacia él.
De camino recibió otro aviso en la radio. Un segundo guardia, Jeff Bachman, que estaba alejando a Silva de la gente que huía en estampida, había sido baleado en la pierna.
Mientras continuaban los disparos, Purves y otros guardas utilizaron un portabicicletas como camilla para mover a Silva, que tenía problemas para respirar. Lo llevaron hasta personal de emergencias antes de volver a entrar y continuar con la evacuación. Metzler y otros compañeros se quedaron atrapados en el puesto de mando, observando las pantallas con espanto mientras oían los disparos.
“Lo que vi en esas pantallas no debería verlo nadie en su vida. Pero ojalá todo el mundo hubiera podido ver lo que vi de nuestra gente”
“Nuestra gente no huyó”. Otro guardia, Daniel Rascon, recibió un disparo en el brazo cuando ayudaba a bajar por una rampa a varias personas en silla de ruedas.
Los guardias siguen afectados, señaló Purves, pero muchos volverán al trabajo este fin de semana para prestar seguridad en actos como un festival de luminarias y un combate de la UFC.
Purves reconoce el mérito de policías, bomberos y otros trabajadores de emergencias que salvaron vidas el domingo. Pero los guardias de seguridad privados “son los olvidados”, señaló.
“Estos son hombres y mujeres que ganan 10, 11, 12 dólares la hora, que están en medio de todo y que tienen que lidiar con borracheras, desalojos, boletos falsos, quejas de que la cerveza está demasiado caliente y los perritos calientes demasiado fríos”, dijo Purves.
“Cuando la gente necesita ayuda busca a los camisetas amarillas”
Silva, que trabajó tres años para CSC y soñaba con ser policía, murió el martes debido a sus heridas. La empresa ha ofrecido terapia a sus empleados y ayuda a la familia de Silva a organizar un funeral. Algunos guardias se han tomado un descanso para procesar el trauma. Muchos otros, como Purves, decidieron volver al trabajo y estarán en sus puestos de nuevo este fin de semana.
Fuente: AP
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