(Miaminews24).- Margarita Aponte y sus familiares utilizaron el domingo dos bueyes para limpiar la calle frente a su casa, después condujo durante una hora desde su localidad, ubicada en el centro de Puerto Rico y que quedó devastada por el huracán, hasta el edificio del antiguo telégrafo en la capital, San Juan.
En ese lugar, miles de puertorriqueños se congregaron para tener la oportunidad de acceder a la comunicación, un recurso casi tan preciado como el agua y la electricidad después del paso del huracán María.
“¡Está llamando, está llamando, está llamando!”, gritó Aponte cuando su teléfono se conectó al internet inalámbrico gratuito y su llamada de FaceTime se conectó hacia el territorio continental de Estados Unidos.
Solo hay silencio en la isla
La conserje, entre lágrimas, conversó con sobrinos, tíos, hermanos y hermanas en Florida y Massachusetts por primera vez desde que María destruyó casi toda conexión celular y de fibra óptica en la isla, un territorio estadounidense de 3,4 millones de habitantes.
El murmullo que se escucha en uno de los lugares de acceso a internet inalámbrico provisto por el gobierno, se rompe ocasionalmente por el grito de alegría de alguien que logró conectarse a la congestionada red. La mayoría de esas personas pasan horas haciendo gestos frente a sus teléfonos sin lograr conectarse.
“No hay comunicación. Estamos en las manos de Dios”
“No hay comunicación. Estamos en las manos de Dios”, afirmó Yesenia Gómez, que trabaja en una cocina, mientras dejaba un mensaje para su madre en República Dominicana.
Decenas de otros puertorriqueños optaron por detener su vehículo a un lado del camino en varias carreteras, donde las señales de internet tenían mayor potencia.
Carlos Ocasio, trabajador de mantenimiento, caminó entre ramas y botellas de vidrio quebradas hasta que encontró un lugar con buena señal. Pronto logró comunicarse con su hermano en Nueva Jersey.
“Se me hizo un nudo en la garganta y no pude hablar durante un minuto”, afirmó. “Me llaman de todas partes, me preguntan cuándo voy a llegar”.
Otros en Puerto Rico y el extranjero llamaban a una estación radiofónica local a la que dieron nombres, números, direcciones exactas y fotografías de sus seres queridos con la esperanza de entablar comunicación.
Pero, para cientos de miles de puertorriqueños que viven en el territorio continental de Estados Unidos, solo hay silencio en la isla.
Fuente: AP