(Miaminews24).- Como un monstruo que no buscaba otra cosa que la muerte, el huracán Irma no dejó mucha vida en las tierras agrícolas de Homestead y Redland en el sur del Condado Miami-Dade. Con sus demoledores vientos, lluvias y olas de tormenta, acabó con cosechas, equipos, suministros, semillas y plantas, vulnerando la fertilidad del suelo.
Cuando todavía no se han cuantificado los estragos a esta industria con ventas anuales de $2,500 millones, los agricultores y horticultores se enfrentan ahora a una interrogante difícil de responder: ¿cómo recuperar los medios de vida perdidos?
Parece haber poca esperanza. Eso dice Pedro Sifuentes, un agricultor mexicano de 44 años. “Es mucho el trabajo que se ha hecho, mucha la inversión, para que de la noche a la mañana digas: ‘Se perdió todo’. Es muy duro”, dijo.
Su negocio en Homestead, Sifuentes Farms, se dedica esta temporada al cultivo de la okra, uno de los rubros más golpeados por Irma en el condado. Su producción, sobre 800 acres de tierra arrendada, fue diezmada en su totalidad, dejando sin empleo a los 140 trabajadores de la granja.
“Un porcentaje se dañó por los vientos tan fuertes, de unas 100 millas por hora, y lo que no se afectó por el aire, quedó devastado totalmente por la lluvia. Todos los sembradíos se inundaron”, relató.
Las pérdidas tendrán un efecto dominó, porque con los ingresos derivados de la comercialización de la okra, este agricultor aficionado a los caballos se disponía a invertir en la siembra de calabaza y frijoles, sus otros dos cultivos, durante los meses de invierno. “Quedamos muy débiles, perdimos como medio millón de dólares”, estimó Sifuentes.
Según Jorge Abreu, director ejecutivo del Buró de Agricultores de Miami-Dade, el rubro del aguacate y de los viveros sufrieron las mayores pérdidas.
“La industria del aguacate ya había recogido cerca del 50 por ciento de la siembra y el resto se ha perdido debido al viento y a la caída de la fruta”, dijo Abreu, al destacar que “muchos árboles fueron arrancados de raíz y sus ramas se rompieron. A los árboles que sobrevivieron les demorará tres años volver a dar fruto”.
La mayoría de los 1,400 viveros registrados en el condado sufrieron daños estructurales severos, y las plantas, deterioros muy graves en el follaje.
Abreu calcula que más del 60 por ciento de los invernaderos se arruinaron. Si bien esta cifra da una idea de la magnitud, el impacto real probablemente sea aún mayor.
“Las plantas que necesitan estar bajo sombra, si no están cubiertas, se queman y no se pueden vender”, explicó al agregar que “muchas de las posturas que se usan para los cultivos de primavera se han perdido a causa del viento, quemaduras de sol o falta de agua, debido a la rotura de sistemas de riego”.
Estos viveros forman un importante sector de la industria primaria en el condado, a la vez que suministran materiales de jardinería y plantas decorativas en todo Estados Unidos, dijo Charles LaPradd, director de Agricultura del Condado Miami-Dade.
Los daños no podrán apreciarse plenamente hasta que las evaluaciones determinen el grado de intrusión de agua salada ocasionada por la marea de tormenta. El problema no solamente se debió a la fuerza de los vientos huracanados, sino a su largo alcance y duración inusitada, subrayó el funcionario.
“El viento continuó soplando por cuánto tiempo, ¿20 horas?”, preguntó retóricamente LaPradd. “No hay mucho que pueda resistir a eso”.
Aunque los vientos quedaron atrás, las inundaciones siguen aquejando a los dueños de viveros, indicó en un comunicado la Asociación de Viveros, Cultivadores y Paisajistas de Florida. Muchos negocios aún no tienen electricidad para encender sus sistemas de riego, lo que a su vez potencia el riesgo de más pérdidas en las cosechas.
Con la mano de obra ya escasa, el panorama laboral en los próximos días será aún más complicado, a medida que los viveros limpian los escombros e intentan volver a la normalidad, alertó la asociación.
“Los constructores de invernaderos estarán muy, muy ocupados. Habrá una escasez crítica de personal para reparar invernaderos”, aseveró Martin Motes, propietario de Motes Orchids, en Redland.
En cuanto a la ansiedad por lo que los aguarda, los pequeños agricultores de Miami como Sifuentes no tienen más opción que orar para que el tronco de esta crisis algún día se enderece.