(Miaminews24).- Hoy se cumplen 25 años de los motines raciales que incendiaron la ciudad de Los Ángeles por la liberación de los agresores de Rodney King. Ese 29 de abril de 1992, David Torres, un periodista mexicano a quien la casualidad o el destino depositaron en el epicentro del conflicto, revive lo que para él significó aquel suceso que dejó un saldo de más de 54 muertos y más de 3 mil edificios incendiados.
Su testimonio llega hoy a Excélsior con permiso expreso del autor y de Latino
California, una publicación de periodistas independientes que analizan los sucesos más sobresalientes de la comunidad latina en Estados Unidos.
Para David Torres, quien con sus propios recursos se había trasladado a Los Ángeles acompañado de su máquina de escribir Olivetti Lettera, la acción comenzó pocos días después en el salón de juegos del modesto hotel donde se hospedaba, luego de que una televisora local transmitió la noticia de que el jurado de una corte federal de Los Ángeles había absuelto a tres de los cuatro policías que golpearon salvajemente a Rodney King, un afroamericano que se dio a la fuga tras cometer una infracción de tránsito.
“¡Hijos de puta! ¿Acaso no vieron el video? Su grito fue aterrador, lleno de impotencia”, dijo en ese instante uno de los huéspedes del Hotel Chancellor, un afroamericano que se había presentado ante David con el nombre de John Caldwell.
Las imágenes de la brutal paliza que George Holliday, un fotógrafo aficionado, filmó el 3 de marzo de 1991 no sólo habían dado la vuelta al mundo, sino que habían impactado profundamente a la comunidad afroamericana de Los Ángeles y de todo Estados Unidos.
La forma en que los policías exonerados dispararon descargas eléctricas y golpearon esa noche con sus bastones la cabeza de King, rompiéndole un tobillo, y el perdón de la Corte un año después, envolvieron en ese momento a David en la espiral de violencia que sacudió a Caldwell a quien los filipinos que administraban el hotel ya no pudieron controlar ni con la ayuda de algunos estudiantes japoneses, un par de franceses, dos iraníes que se encontraban allí en ese momento.
Bastaron unos cuantos minutos para que toda la ciudad de Los Ángeles quedara envuelta en una ola de dolor y violencia que obligó a las autoridades a declarar el estado de sitio y a David Torres y a sus colegas a esperar el atardecer para reportear los saqueos y enfrentamientos raciales entre del humo y el ulular de sirenas hasta el amanecer de su inolvidable semana del 30 de abril al 3 de mayo de 1992.
“¡Ah, qué gringos locos!”, le dijo un joven de origen latinoamericano entre las ruinas de la batalla campal señalando con el índice derecho un anuncio del Servicio Postal alusivo a los Juegos Olímpicos de 1984 que decía: “Orgullosos de patrocinar a los que llevan la antorcha”, como para festejar la paradoja del sistema y sus aparatos logísticos de publicidad y propaganda.
El acontecimiento arrojó más de mil arrestos, unas 3 mil 700 construcciones averiadas y pérdidas por más de mil millones de dólares para la ciudad de Los Ángeles.
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Fuente: EXCELSIOR
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