(Miaminews24).- Antonia Catalán maneja su camioneta esquivando baches en un camino rural donde el sur de Florida se une con los pantanosos Everglades. Está buscando a un inmigrante que vive en el país sin permiso.
Se pone sus lentes para leer y agarra un pedazo de papel con la dirección de un vivero donde cultivan palmeras para las comunidades ricas de Miami. Un sendero lodoso llega hasta una casa remolque, donde está un joven con una botella de agua vacía.
“¿A dónde vamos? Tú mandas”, dice Catalán, de 59 años. “No llevo prisa”.
El pasajero de 32 años es de Guatemala y es uno de una decena de trabajadores que Catalán lleva gratis a donde ellos necesiten. Esta es la manera como una sola persona responde al temor que se está propagando en las comunidades inmigrantes debido a las duras políticas migratorias del presidente Donald Trump.
En todo el país, mucha gente ordinaria está ayudando de manera voluntaria a inmigrantes que viven aquí sin autorización, pero la legalidad de sus acciones no es siempre clara.
Cientos de miembros de iglesias se están inscribiendo para crear o apoyar lugares que sirvan como refugios, con la esperanza de proteger a inmigrantes de las deportaciones dentro de los centros de adoración. Otras personas están acompañándolos a las cortes o a citas con el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas, donde podrían ser detenidos y deportados.
Fuente: Elsalvador.com
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