(Miaminews24).-Michelle Obama conoció a Hillary Clinton en 2008, cuando esta compitió con Obama por la nominación demócrata en unas primarias que resultaron muy virulentas, y le costó pasar página de los ataques al hoy presidente durante aquella batalla. La actuación de Michelle anoche en la convención demócrata no era solo la de una primera dama más apoyando a la candidata del partido de su marido, sino que cristalizaba la paz entre dos mujeres con una relación muy difícil detrás.
«En estas elecciones solo confío en una persona como presidenta y esa es Hillary Clinton, estoy con ella», dijo la primera dama en un discurso apasionado y muy emotivo, que hizo al público romper en aplausos en varias ocasiones. Apeló al carácter histórico de que una mujer salga elegida para la Casa Blanca, del mismo modo que fue crucial que un afroamericano ganara las presidenciales en 2008. «Me despierto cada mañana en una casa que fue construida por esclavos y hoy veo a mis hijas, dos inteligentes chicas negras, jugar en su césped», así resumió Michelle lo que es cambiar la historia de un país, y añadió: «Hoy mis hijas dan por hecho que una mujer puede ser la próxima presidenta de Estados Unidos gracias a Hillary Clinton»
La recibieron en Filadelfia como a una estrella de rock. Probablemente solo Bernie Sanders logró una ovación mayor cuando puso los pies en el escenario donde los demócratas celebran una convención que ha arrancado turbulenta y contestataria. Pero un rato antes que el senador, cuyos acólitos no parecían asumir que había perdido las primarias, fueron las palabras de la primera dama las que marcaron un punto de inflexión en el día, cuando empezó a sentirse un clima de unidad en aquellas gradas del Wells Fargo Center de Filadelfia.
El apoyo de alguien tan popular es agua de mayo para Clinton, aún necesitada de acercar posiciones hacia esa parte del electorado demócrata que la cree distante y amiga de Wall Street. Y el discurso vibrante y entusiasta de Michelle no podía darse por hecho. En el libroFirst Ladies (Primeras damas), publicado en este mismo año, Kate Andersen Brower cuenta los desencuentros entre ambas, cómo Michelle no perdonó las cosas que Hillary dijo sobre Barack durante las primarias de 2008 y que no hubo cenas de pareja en la Casa Blanca, cuando Clinton era una invitada habitual como secretaria de Estado.
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