Miles de campesinas se manifestaron hoy en Brasilia en demanda de mejoras para la agricultura a pequeña escala, pero también para apoyar a la presidenta Dilma Rousseff frente a lo que definieron como una trama «golpista» orquestada por la «derecha».
«Les pido que le den la espalda al Congreso, en repudio a todas las maniobras golpistas», dijo con un altavoz y desde lo alto de un camión que abría la marcha la vicepresidenta de la Central Única de Trabajadores (CUT), Carmen Foro.
Lo hizo cuando la marcha pasaba justamente frente al Parlamento y las manifestantes respondieron al pedido y le dieron la espalda al edificio gritando consignas «contra el golpe» y otras dirigidas a Rousseff, tales como «Dilma no estás sola».
Aludían así a sectores minoritarios de la oposición que exigen un juicio político con miras a la destitución de Rousseff, reelegida en octubre pasado, por su supuesta responsabilidad en las graves corruptelas en la estatal Petrobras o por la delicada situación económica del país.
Esos mismos sectores han convocado a grandes protestas contra el Gobierno para el próximo domingo, cuando pretenden llevar a la calle a millones de personas, como ocurrió en manifestaciones similares realizadas los pasados marzo y abril.
La manifestación de las campesinas, conocida como «Marcha de las Margaritas», se celebra cada mes de agosto en Brasilia y, en esta edición, según los organizadores, congregó a unas 70.000 personas en la céntrica Explanada de los Ministerios, una avenida en la que se concentran todos los edificios del poder público.
Concluida la manifestación, las campesinas se dirigieron hacia el estadio Mané Garrincha, donde hoy mismo Rousseff participará en la clausura del encuentro.
La presidenta también aludió hoy, en forma indirecta, a los grupos de oposición que alientan la posibilidad de iniciar un juicio político en su contra.
Lo hizo durante el acto de graduación de nuevos diplomáticos, celebrado en la sede de la cancillería. Según Rousseff, Brasil sólo será respetado en el mundo si respeta los resultados de sus propias elecciones.
«El Estado brasileño sólo es respetado en el mundo en la medida en que en nuestro territorio se ejerza y se respete la soberanía popular», declaró.
Rousseff apuntó que «esa soberanía significa sumisión a la voluntad general expresada en las urnas» y que «de ella depende el cumplimiento del programa económico, social y político de cambios que la sociedad escoge cada cuatro años». EFE